Los ganaderos de EE.UU. explotan el ADN
Con nuevas pruebas, detectan los rebaños más productivos
Cuando Mark Gardiner contempla uno de sus toros, visualiza generaciones de filetes de alta calidad.
Casi desde el momento en que nace su ganado, Gardiner puede determinar cuántos kilos engordará al día y cuánta carne producirá al final de su ciclo, todo gracias a la evaluación del ADN de los animales que encarga a una firma de pruebas genéticas.
Los ganaderos en Estados Unidos, con el apoyo de tecnología desarrollada por compañías como la firma de seguridad alimentaria Neogen Corp. y el fabricante de medicamentos para animales Zoetis Inc., realizan pruebas genéticas sofisticadas, como las que contrata Gardiner, para tratar de divisar el futuro de sus animales.
Los avances en el análisis de ADN ayudan a veterinarios y ganaderos a identificar qué animales darán las crías que generarán un mayor volumen de bistecs más sabrosos, lo que les permite a los productores cobrarles mayores precios a Cargill Inc. y a otros procesadores de carne. Las pruebas también ahorran dinero en el mantenimiento de los animales porque el ganado con genes menos deseables es sacrificado.
Los ganaderos dicen que las pruebas les permiten evaluar el valor genético de un toro con la misma exactitud como si ya hubiera engendrado 20 crías.
La American Angus Association estima que cerca de 20% de los animales de raza pura registrados bajo esa raza en 2014 fueron analizados genéticamente, frente a menos de 1% en 2010, cuando salieron los exámenes específicos para angus. Dos tercios de los rancheros de ganado comercial en EE.UU. dicen que sus cabezas de ganado incluyen genes angus, según la asociación que lleva el registro de esa raza en el país.
Las compañías especializadas en genética animal y ciencia de los alimentos, como Neogen y BeefTek Inc., se han unido a Cargill y Zoetis para invertir en tecnología, con la promesa de que puede cambiar la manera en que el ganado se cría en EE.UU., el mayor productor mundial de carne vacuna. Los ganaderos pagan hasta US$100 por animal para realizar las pruebas genéticas, que usualmente exigen enviar una prueba de sangre a un laboratorio.
El alza en los precios del ganado está financiando la inversión en genética bovina. Las existencias de esta ganadería han caído a su menor tamaño en seis décadas después de que años de sequía en las Grandes Llanuras de EE.UU. elevara los costos de alimentación de animales.
El limitado suministro de capones y novillos ha disparado los precios del ganado tierno a máximos históricos en EE.UU., y se prevé que los precios minoristas suban entre 11% y 12% en 2014, según el Departamento de Agricultura de ese país.
Algunos granjeros, anticipando grandes ganancias, aspiran a repoblar su ganado con animales con mejores genes, dice Luke Bowman, vocero de Select Sires Inc., una empresa de Ohio que provee esperma para ganado para producción láctea y de carne. Eso está impulsando un alza en los precios de los animales de cría de alta calidad, cuenta Bowman, con toros que se venden por hasta US$250.000, comparados con alrededor de US$50.000 hace cuatro años.
Durante siglos, los granjeros y rancheros han escogido animales para dar crías óptimas. Hace casi cuatro décadas, los grupos de la industria empezaron a compilar estadísticas sobre animales individuales incluyendo el peso al momento del nacimiento y su tasa de reproducción. Sin embargo, a menudo tomaba años reunir suficientes datos para entender si un toro o novillo sería capaz de heredar rasgos favorables a sus crías.
Las bases de datos genéticos más profundas creadas en la última década han permitido a empresas comparar estadísticas sobre el aumento de peso de los animales y la calidad de su carne según su ADN, e identificar características que podrían indicar si otros animales comparten rasgos similares.
Pfizer Inc., que escindió en 2013 su negocio de salud animal para crear Zoetis, vendió una de las primeras pruebas disponibles comercialmente en 2000, con el objetivo de predecir el contenido graso de la carne de un animal. Unos cinco años más tarde aparecieron pruebas más detalladas, lo que permitió acceder a una mayor fuente de información genética para predecir un rango más amplio de características.
Cargill, el tercer procesador de carne de res de EE.UU., empezó a estudiar el genoma bovino en 2002, cuando se unió en el esfuerzo con la firma de tecnología genética MetaMorphix Inc. El proyecto identificó alrededor de 6.000 rasgos genéticos que Cargill utiliza para predecir el rendimiento de varias razas. En 2014, licenció la tecnología patentada a Neogen y BeefTek, que buscan atraer a más ganaderos para que contraten sus pruebas genéticas.
Como resultado de estas pruebas, el granjero Gardiner dice que sus animales descendientes de sus sementales ahora generan entre cinco y 10 centavos de dólar por libra (casi medio kilo) más que el precio del mercado debido a la mejor calidad de su carne.
Sin embargo, los buenos genes son sólo una parte de la ecuación, afirma Bob Weaber, profesor adjunto de ciencias de los animales de la Universidad Estatal de Kansas. Weaber señala que el peso que gana un animal y la calidad de la carne que produce dependen de cómo es alimentado y criado, y que la capacidad de los rasgos genéticos para predecir cómo crecerá, se comportará o procreará es limitada.
De todos modos, procesadores de carne como Tyson Foods Inc. y Cargill señalan que la tecnología puede ayudarlos a mantenerse al corriente de los cambios en las preferencias de los consumidores para distintos tipos de carne.
"Si a futuro la demanda del consumidor es de carne de más calidad, el mercado reaccionará y seguirá esa tendencia", dice Donnie Smith, presidente ejecutivo de Tyson, el procesador de carne estadounidense más grande por ventas.
- 1
- 2
El Gobierno oficializó la poda a la obra pública y el Tesoro le pidió a la Secretaría que devuelva 1 billón de pesos
- 3
Se vende mañana: un fiscal detectó irregularidades en la inminente subasta de un edificio del INTA y pide evitar “posibles hechos de corrupción administrativa”
- 4
Opinión. Zonas de exclusión: no es el glifosato sino el asfalto el que mata la vida biológica de los suelos