Los fondos comunes ingresan al mundo de las inversiones con conciencia social y ambiental
Los bonos y otros instrumentos financieros con impacto positivo tuvieron un avance significativo en los últimos años; cuáles son las alternativas, los riesgos y los rendimientos de un tipo de activos que va ganando su espacio
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La forma de invertir fue evolucionando con el paso de los años. Y han surgido conceptos que acompañan nuevas tendencias sociales. El de la sustentabilidad es uno de ellos. Lo primero a destacar es que el interés por las inversiones sustentables no es o no debería ser una moda, sino que debe ser entendida como un cambio necesario en la cultura. De hecho, las nuevas generaciones han mostrado un interés creciente en el cuidado del ambiente, y un cambio de paradigma respecto al consumo y el desarrollo de la sociedad.
El poder de las próximas generaciones
En este sentido, se entiende que quienes forman parte de la generación “Z” y los millennials integran un mercado relevante para este tipo de inversión. Ambos grupos están cerca de convertirse en la gran mayoría de la población económicamente activa (alrededor del 75% para 2025). Y reflejan una preocupación creciente por el impacto ambiental de las actividades. Se espera que la tendencia se acelere y se profundice en los próximos años.
No solo crecerán las inversiones concentradas en esta temática (que sumarán unos US$160.000 millones en 2036, según se estima), sino también la cantidad de opciones con políticas o con criterios ASG (se llaman así por las iniciales de las palabras ambiental, social y gobernanza). Sin ir más lejos, el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD) prevé que para 2025 alrededor del 33% de todos los activos globales bajo administración tengan mandatos ASG.
La importancia de la empresa sustentable para el inversor
¿Por qué para los inversores es importante y/o interesante mantener en una cartera estrategias sustentables? Estos criterios, en su integridad, reflejan que las empresas tienen (o tendrán) más probabilidad de tener éxito y de generar mayor rentabilidad, debido a que se ocupan de crear valor no solo para la empresa, sino para la sociedad en general. De hecho, la mejora de los perfiles de riesgo ASG en una compañía debería traducirse en una reducción del costo de capital y de su riesgo de crédito.
Una importante gestora internacional de fondos líder en la industria sustentable marcaba hace poco que una empresa bien gestionada y responsable que se preocupa por sus empleados, sus clientes y el medioambiente tiene más probabilidades de resistir mejor y superar a sus competidoras, que las compañías que no lo hacen. Es un marco que lleva a entender por qué, en una encuesta reciente y ante la pregunta sobre la importancia de integrar factores ASG en la inversión, el 78% de los clientes afirmó que esto era igual o más importante que hace cinco años.
Emisiones financieras ASG en la Argentina
Según los informes de “Initiative Climate Bonds”, las emisiones sustentables han crecido de manera exponencial en los últimos años y ya acumulan más de US$3200 millones. Esta tendencia a nivel global se replica en la Argentina desde 2019, cuando la Comisión Nacional de Valores (CNV) y otros organismos marcaron los primeros lineamientos para la emisión de Bonos SVS (sociales, verdes y sustentables), y dos años más tarde, se incorporaron las Guías Sustentables, que establecieron las buenas prácticas y definiciones para los mercados, calificadores, emisores e inversores que quieran incorporar criterios de inversión responsable y/o participar como revisores externos.
Desde su origen, los bonos “sustentables” ya superan las 30 emisiones por poco más de US$1190 millones. Si lo miramos por volumen, igual a la tendencia global, los bonos verdes engloban casi el 80% de lo emitido, seguido por los sociales con un 12%, y por los sustentables con un 9%. En cuanto a nombres propios, empresas como Genneia, Luz Tres Picos y YPF Energía se destacan como las principales emisoras de esta clase de activos. Además, un hito local fue el primer título de deuda con una entidad pública como emisora: el de la Municipalidad de la Ciudad de Córdoba de hace unos meses, con el objetivo de buscar financiamiento para proyectos de infraestructura: luminarias LED, paneles solares y red de cloacas.
¿Hay fondos comunes sustentables en nuestro país?
La respuesta es sí. La CNV creó en 2021 un régimen especial que le dio origen a los fondos ASG, posibilitando el acceso a través de fondos a inversiones sustentables. La resolución correspondiente establece que, para ser considerado dentro de esta categoría, al menos el 45% del patrimonio debe invertirse en valores negociables que estén en el listado de negociaciones sociales, verdes y sustentables (SVS). Y, de ser calificados bajo este concepto, cuentan con una serie de beneficios, más allá de una potencial mayor demanda.
Ya hay siete fondos habilitados y han sido aprobadas por la CNV otras siete cáscaras. En cuanto al patrimonio, los fondos comunes abiertos mencionados suman alrededor de $1500 millones, lo que implica que este monto más que se triplicó en el año. Este crecimiento no solo se dio por la buena performance, sino también por el comportamiento de los flujos. En términos netos, los fondos ASG sumaron unos $618 millones desde enero, incluida la incorporación del fondo del Santander.
Con la meta de ganar espacio en las carteras
Es importante, más allá de los avances, mirar los números en términos relativos, porque, si bien el patrimonio de los fondos ASG creció (y mucho), su peso en la industria total aún es mínimo. Actualmente representan un 0,02% del patrimonio neto total y, en cuanto a flujo neto, solo equivalen a un 0,08% del total que ingresa en la industria.
En cuanto a los rendimientos, en el año estos fondos promedian subas de 65%, un nivel un poco por debajo del de las opciones CER, que están en línea con las alternativas de renta fija en pesos de corto plazo, que avanzaron entre 62% y 65%, en igual periodo.
En esta coyuntura, es interesante monitorear las estrategias para una posición limitada de una cartera (teniendo en cuenta la menor liquidez). Son una opción para diversificar la exposición al riesgo soberano, pero eso no implica que estén exentas de riesgo. Es una alternativa sugerida, por ende, para un perfil de inversor moderado con un horizonte de inversión de mediano/largo plazo.
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