Los Eskenazi, la familia que apostó en grande y perdería en grande con YPF
BUENOS AIRES.- Hace algunos años, la familia argentina Eskenazi logró el negocio del siglo al obtener 25% del productor de gas y crudo más grande de su país, YPF SA, sin poner ningún dinero inicial sobre la mesa.
Pero ahora que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner avanza en su plan de nacionalizar YPF, los Eskenazi podrían terminar pagando muy caro por su apuesta.
Aunque el gobierno ha indicado que no expropiará, por ahora, la participación de la familia en la empresa, impondrá una nueva política de dividendos que haría difícil, si no imposible, que los Eskenazi paguen la montaña de deuda que asumieron para hacer posible la compra.
De hecho, el equipo de gestión del accionista mayoritario de YPF, la española Repsol YPF SA, cuya participación pasará de 57% a 6%, resumió contundentemente la difícil situación de sus socios argentinos.
"Evidentemente está más clavado el que no es expropiado que el que está expropiado", dijo esta semana el presidente de Repsol, Antonio Brufau, en referencia al dilema de los Eskenazi, que según él le deben a Repsol US$1.900 millones.
Los Eskenazi, que poseen una participación en YPF a través de su firma de inversiones Grupo Petersen, no respondieron a solicitudes de entrevista.
El problema de los Eskenazi es que se comprometieron a pagar sus deudas a Repsol y al resto de los acreedores con los dividendos de YPF. Sin embargo, tras la nacionalización, el gobierno ha anunciado que usará las ganancias de la petrolera para aumentar la decreciente producción de la compañía.
"Más allá de la pérdida de control en YPF, el impacto inmediato de esta nacionalización será una probable suspensión de pagos del Grupo Petersen", señaló Exane BNP Paribas en una nota.
En 2008, el Grupo Petersen financió la compra de 14,9% de YPF con un préstamo garantizado por valor de US$1.000 millones de un grupo de bancos liderado por Credit Suisse, según la firma de abogados Cleary Gottlieb, que representó al holding en la operación. El grupo también obtuvo de Repsol un crédito de US$1.000 millones y acciones.
Al año siguiente, el Grupo Petersen obtuvo otro 0,1% de YPF y en 2011 compró un 10% adicional, financiando la operación con otro préstamo garantizado de US$700 millones de un grupo de bancos liderado por Banco Itaú y Credit Suisse. Repsol aportó otro crédito de unos US$625 millones, según Gottlieb.
En 2008, Moody’s Investors Services advirtió que cualquier cambio en los términos del acuerdo podía ser problemático para el Grupo Petersen.
"Es importante destacar que el acuerdo compromete a ambos accionistas a mantener la política de dividendos de YPF en 90% de las ganancias al menos hasta el pago del préstamo, y que cualquier cambio en esta disposición constituiría una cesación de pagos bajo las condiciones del préstamo", añadió Moody’s.
Pierde atractivo
Brufau apuntó que la capacidad de los Eskenazi para cumplir con sus obligaciones con los acreedores dependía de si la familia podría vender su participación en YPF a un precio razonable. Sin embargo, las acciones de petrolera han perdido más de 60% de su valor en lo que va del año, y la familia podría verse obligada a encontrar un comprador dada la incertidumbre sobre el futuro de YPF en manos estatales.
Los Eskenazi, que hasta hace poco tenían una estrecha relación con la presidenta Fernández de Kirchner y su difunto esposo y predecesor, Néstor Kirchner, han mantenido un perfil extremadamente discreto en YPF. Sebastián Eskenazi, presidente ejecutivo de YPF, nunca habló en conferencias telefónicas con inversionistas o dio entrevistas.
Su padre y sus dos hermanos formaron parte de la junta directiva de la empresa a pesar de que la familia tenía poca o ninguna experiencia en la industria petrolera antes de asumir cargos en YPF.
Creado en 1920, el Grupo Petersen se concentra en los sectores de construcción, ingeniería, banca y agricultura.
Durante años, Fernández de Kirchner alabó a los Eskenazi, y el año pasado reconoció a la familia por haber mejorado la gestión de YPF. Sin embargo, la relación se rompió el año pasado cuando Argentina se convirtió en importador energético neto.
El ministro de Planificación, Julio De Vido, que tiene ahora las riendas de YPF, anunció el martes que el futuro de los Eskenazi como accionistas está por verse. "Veremos cuál es su actitud", señaló el funcionario.
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