¿Los esbirros del FMI no la ven?
Las conversaciones para llegar a un nuevo acuerdo no parecen ser tan sencillas, al menos, no tanto como imaginaba en un comienzo el equipo económico; hay muchas iniciativas del Gobierno para intentar atraer dólares privados mediante inversiones
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Aunque los contactos entre líneas técnicas son frecuentes, como suele suceder entre un deudor y su principal acreedor, hasta ahora la Argentina no envió al Fondo Monetario Internacional (FMI) ningún pedido formal para iniciar las negociaciones por un nuevo acuerdo. Usos y costumbres del organismo de crédito: más allá de las conversaciones, para darle inicio a una negociación se requiere de una manifestación explícita del país candidato. La Argentina no lo ha hecho. “Desde el jueves vamos a negociar un nuevo acuerdo con el FMI y esperemos que llegue nueva plata”, había dicho el ministro Luis Caputo en un evento de la Fundación Libertad, el 11 de junio pasado. El timing no parece haber sido tan preciso.
En las próximas semanas, se espera que el Fondo realice la novena revisión del acuerdo que la Argentina había firmado en los tiempos de Sergio Massa. La administración Milei pasaría la prueba sin demasiados inconvenientes. No sólo habrá registrado superávit primario y financiero en agosto, sino que también se espera que lo logre en septiembre. Difícil que el Fondo plantee objeciones cuando un deudor muestra que no está gastando más de lo que recauda.
Para el nuevo acuerdo, sin embargo, las conversaciones no parecen ser tan sencillas, al menos, no tanto como imaginaba en un comienzo el equipo económico. No más basta una prueba: nadie critica a un interlocutor con el que está 100% en sintonía. Sin tapujos, el presidente Javier Milei viene haciéndolo en privado y en público con Rodrigo Valdés, el técnico que el FMI designó a cargo del Departamento del Hemisferio Occidental, y una de las voces más autorizadas en el relacionamiento con la Argentina.
Y es que en el board del Fondo -el que en definitiva aprueba o no lo acordado a nivel técnico- no ocultan tampoco sus diferencias con el plan oficial. Hay intenciones en general de acompañar al Gobierno, pero no hay vocación por incrementar demasiado la exposición que el organismo tiene en la Argentina. En otras palabras, podría llegar a haber algo de fondos frescos, pero tampoco la cantidad que se imaginaban en el equipo económico cuando, a comienzos de año, en reuniones privadas, deslizaban la posibilidad de que el FMI financie a la Argentina con US$15.000 millones para poder levantar el cepo cambiario. También hay coincidencia entre varios de los accionistas del FMI de que por ahora no está claro cómo sigue a mediano plazo el plan de estabilización del Gobierno, o al menos, aseguran que sus interlocutores en Economía no terminan por explicitarlo. ¿Estratégicamente retacean información? Difícil saberlo. Caputo no es precisamente un interlocutor confiable para algunos técnicos del Fondo.
En el equipo económico evitan hacer declaraciones al respecto. Sin grandes vencimientos con el FMI en el cortísimo plazo, hay varios economistas que consideran que el Gobierno tiene por ahora margen de acción de sobra. En el podcast Shot Financiero, del periodista Guillermo Laborda, el exministro Domingo Cavallo recordaba recientemente que cuando se ideó el plan de Convertibilidad se hizo a espaldas del FMI. “Cuando les explique el plan de convertibilidad y la eliminación de retenciones al FMI, ellos me dijeron que no estaban de acuerdo. Yo no tenía paciencia para convencerlos y tampoco necesitada de su apoyo, así que los mandé a Washington y les dije que volviéramos a hablar cuando llegaran los primeros resultados. Ellos no nos apoyaron”, relató Cavallo. El FMI sólo le aprobó al entonces gobierno de Carlos Menem un nuevo plan cuando la convertibilidad ya estaba arrojando resultados positivos. Tal vez Milei emule a Menem en esto también.
De cualquier manera, hay muchas movidas del Gobierno para intentar atraer dólares privados, inversiones. Juan Pazo, secretario de Coordinación de Producción, y mano derecha de Caputo en todo lo que hace a la economía real, está elaborando una agenda de viajes para las próximas semanas con la intención de explicar los cambios que se están llevando adelante en la Argentina. La agenda, según confió Pazo en reuniones con empresarios, incluye una parada en Washington, pero además visitas a París, China y Japón. Pazo, que tiene bajo su órbita cuestiones comerciales, de agro e industriales, planea ir con un listado de temas amplio.
Por estas horas, en tanto, en Montevideo, negociadores de la Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay están embarcados en frenéticas conversaciones para intentar avanzar en la firma del postergado acuerdo comercial con la Unión Europea. Con la pérdida de peso relativo del francés Emmanuel Macron dentro de la escena política europea, en el Mercosur creen que hay una ventana de oportunidad para llegar a un acuerdo. Son cinco los temas abiertos que se están discutiendo por el lado del Mercosur: los derechos de exportación, las compras públicas, las sociedades del Estado, la cooperación y los autos eléctricos. Mientras que el bloque europeo discute el capítulo que hace al desarrollo sostenible. Las negociaciones terminan hoy. Hasta ayer, entre la delegación argentina que encabeza el embajador Marcelo Cima había optimismo. De avanzar, la propuesta luego deberá elevarse a los ministros, y la idea es que pueda anunciarse en la reunión del G20 en Brasil, en noviembre. Recién ahí será cierta la afirmación que le hizo el presidente Milei el domingo pasado a Luis Majul, cuando enumeró entre sus logros la incorporación de nuevos acuerdos comerciales. Tal vez, el Presidente sólo se estaba adelantando en el tiempo cuando lo dijo. Pequeñas imprecisiones de un relato siempre efectista.
La gestión no siempre va a la velocidad del discurso oficial. Si bien el Gobierno comunicó hace meses la apertura del mercado de vacunas contra la aftosa, incluso Milei lo mencionó como un hito en su reciente discurso ante la Unión Industrial Argentina (UIA), comienza el periodo de vacunación en el campo y la realidad es que todavía no hay novedades de los nuevos proveedores. En algunas oficinas aducen trabas administrativas. Las nuevas vacunas aun no están habilitadas. Son contradicciones de una administración que busca la desregulación con osadía al mismo tiempo que sostiene por ejemplo en el Congreso todas la malas prácticas del pasado.
Para los empresarios, los próximos meses serán claves. Entre los industriales empiezan a reconocer que se nota una mejora en los niveles de actividad. “Si agosto no hubiera sido un buen mes, a Milei en la UIA lo hubieran abucheado cuando dijo que por años se le quitó al campo para subsidiar a los industriales”, bromeó un empresario que estaba presente en el encuentro. Pero además, grandes empresas del sector energético están encontrando una ventana de oportunidad para volver a los mercados de crédito internacional. “Volvimos al mundo”, tituló la consultora Delphos Investment su informe semanal. YPF y Pampa Energía emitieron bonos esta semana; otras empresas como Genneia, YPF Luz, Galicia y Compañía General de Combustibles, tendrían planes de seguir el mismo camino. Según Delphos, las emisiones podrían contribuir a engrosar las reservas del Banco Central (porque atraen dólares), pero además podrían ser una medida “más genuina” del riesgo país.
También, tal como sucedió en los años 90, en muchas industrias se espera que comience un fuerte proceso de consolidación. Una economía más abierta y con negocios genuinos exige compañías mucho más competitivas. Algo ya comenzó a verse en el sistema financiero con las compras de HSBC por parte de Galicia, y de Itaú por parte de Macro. Se esperan más transacciones. Lo mismo en el mercado de seguros. Allí hay varias transacciones en danza. Recientemente se habría frustrado la venta del 49% de las acciones de Mapfre a Alliance. Pero hay otros grupos en conversaciones. Las reglas en la economía argentina están cambiando. El discurso del Gobierno muchas veces se adelanta a los hechos, por momentos, al límite de la fabulación, pero no se puede negar que hay un cambio en marcha.