Los empresarios valoran el ajuste, pero dudan de cómo lo aplicará el Gobierno
Consideran que a la baja del gasto le queda todavía otra etapa y se quejan de los perjuicios que les ocasionan, por ejemplo, el alza en las retenciones y el impuesto PAIS
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El estado de ánimo es de cierta resignación. Todos los empresarios saben que a la Argentina no le sobran alternativas y que el camino del ajuste debería ser inexorable: ésa parece hasta ahora, probablemente, la única coincidencia nítida que el establishment económico tiene con el anuncio de Luis Caputo. Pero las objeciones empiezan, como siempre, al adentrarse en cada sector. No son lo mismo los productores agropecuarios, que celebraron el discurso, que los contratistas de la obra pública, que desde hace dos semanas golpean puertas y caminan despachos sin ninguna otra respuesta que la obvia: que nadie sabe nada porque todo dependerá en definitiva del ministro de Economía.
La necesidad de bajar el gasto es tal vez la mayor sintonía de esta crisis con la de 2002. No demasiado más. Porque, por lo pronto, hay todavía en el decálogo de Caputo mucho de incierto. Varias de esas dudas podrían empezar a despejarse en la reunión que mañana Caputo tendrá con representantes de los bancos. “Todo lo que sea austeridad, orden del gasto, baja de la publicidad oficial, comparto -dijo Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina-. El dólar a $800 no era inimaginable. Pero lo que hay que medir es el impacto en retenciones y los derechos de exportación”.
Los industriales vienen hablando todos los días con funcionarios distintos. Hasta ahora, la canciller Diana Mondino y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, han sido los más dispuestos. Pero el verdadero rumbo empezará a develarse con lo que consideran, pese a la motosierra, un programa gradual que seguramente será aplicado en etapas. “¿Cuánto se ahorró con lo de hoy? ¿Y los jubilados?”, se preguntaba hace unas horas un empresario del sector de los servicios públicos. Algunas respuestas llegaron más tarde: la movilidad jubilatoria se modificará o se buscará cambiar en el Congreso.
Para algunas pymes será además muy gravitante el modo en que el Gobierno resuelva las autorizaciones para importar. Caputo dijo que, quien quiera, podrá hacerlo, pero, ¿qué pasará con la deuda acumulada? Representantes de la UIA intentarán contactarse en las próximas horas con Pablo Lavigne, secretario de Comercio (aún no oficializado), en busca de precisiones. “La prioridad debería ser el flujo de 6000 o 7000 millones de dólares mensuales, pero no lo acumulado. Si alguien pretende cobrar la deuda, yo veo mala fe”, resumió Martín Rappallini, presidente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires. Y el dólar a que deberán importar también perturba a algunos comercios. Julio Vázquez, líder de la Cámara Argentina de Perfumerías, no quedó conforme con los anuncios. “No me gustan para nada. Un dólar a 800 más 20% de impuesto PAIS da 960 aproximadamente. O sea, se espera un 50% adicional de aumentos de precios. Lo que más me preocupa es la mercadería de los negocios: hay cientos de empresas que no venden y si venden es al contado”, dijo. Sus cálculos no estaban lejos de los detalles que luego se conocieron: el tributo será de 17,5% y el dólar importador quedará en $940.
La voz más crítica seguirán a teniéndola, sin embargo, los contratistas de obra pública, que intentaron acercarse últimamente al Gobierno para saber qué tan en serio iba la promesa de terminar para siempre con la financiación estatal para los proyectos. Hay, dicen, 37.000 kilómetros de rutas asfaltadas en todo el país, pero apenas 1000 son atractivos para un inversor privado: los que unen la Capital Federal con Córdoba y Mar del Plata. ¿Y los 36.000 kilómetros restantes? Algo de eso hablaron con Guillermo Ferraro, ministro de Infraestructura, que no tuvo demasiado para decirles al respecto porque, aclaró, todo estará otra vez en manos de Caputo. Decidieron entonces invitar ayer a la Cámara Argentina de la Construcción a Luis Giovine, secretario de Obras Públicas, sólo para transmitirle el compendio de inquietudes que tiene el sector, que son muchas. “Nadie discute lo de eliminar el déficit y tampoco se exige que haya rápido obras nuevas con un gobierno nuevo y en ajuste. Pero no quedó claro qué va a pasar con los proyectos en curso. Faltaron precisiones”, dijo Gustavo Weiss, presidente de la cámara, que probablemente intente en las próximas horas contactarse con Gerardo Martínez, líder de la Uocra, para congeniar una estrategia para un problema que les incumbe a todos.
La mejor descripción de tantos intereses encontrados vuelve a ser el Grupo de los Seis, compuesto por los principales sectores de la economía, donde las palabras de Caputo provocaron euforia, desconcierto y desazón según la rama de actividad. Una pintura de la Argentina: mejor que el ajuste, siempre ineludible, le toque a otro.
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