Los empleos textiles: la última exportación china a EE.UU.
Zhu Shanqing, dueño de una fábrica de hilo en Hangzhou en la provincia china de Zhejiang, batalla con el alza en los costos de mano de obra, energía y terrenos. Por eso ha decidido mudar parte de su operación al estado de Carolina del Sur, en Estados Unidos.
Zhu forma parte de un creciente grupo de fabricantes asiáticos de textiles que están instalando su producción en el sudeste de EE.UU. para ahorrar dinero a medida que los salarios, la energía y otros costos aumentan en su mercado local. Su em-presa, Keer Group Co., ha decidido invertir US$218 millones para construir una fábrica cerca de la ciudad de Charlotte, en Carolina del Norte. La nueva planta pagará la mitad de lo que pagaba por la electricidad en China y recibirá el apoyo del gobierno local, indica. Keer espera crear al menos 500 empleos.
Hay otra ventaja. Conforme los costos siguen aumentando en China, Keer puede enviar hilo a fabricantes en Centroamérica, que, a diferencia de empresas en China, pueden exportar prendas terminadas libre de impuestos a EE.UU.
El traslado de la compañía de Zhu y otras probablemente no resucitará la otrora pujante industria textil del sur de EE.UU. Sin embargo, ilustra la forma en que los cambios en el comercio global están creando ventajas para el sector manufacturero estadounidense.
En octubre, ShriVallabh Pittie Group, con sede en Mumbai, anunció que construiría una planta de hilo de US$70 millones en la zona rural de Sylvania, en el estado de Georgia, aportando 250 empleos. La empresa quiere evitar pagar aranceles estadounidenses y obtener energía "barata, abundante y fiable", que es crucial para la producción de hilo pero que sigue siendo inconstante en India, apuntó Zulfiqar Ramzan, vicepresidente para el desarrollo internacional. El hilado de fibras se lleva a cabo 24 horas al día, siete días a la semana, durante casi todo el año, y cualquier interrupción en el suministro eléctrico puede causar grandes retrasos y desperdicios, señaló el ejecutivo.
En septiembre, la china JN Fibers Inc. decidió construir una planta de US$45 millones en Carolina del Sur que transforma botellas de plástico en fibras de poliéster que se usan para rellenar almohadas y muebles. Se prevé que esta inversión cree 318 empleos. Representantes de desarrollo de proyectos en Carolina del Sur y Georgia dicen que este año los han contactado más fabricantes asiáticos de textiles.
Los costos en ascenso han hecho que sea más caro producir hilo en China que en EE.UU., indica Brian Hamilton, quien escribió la disertación para su doctorado de la Escuela de Textiles de la Universidad Estatal de Carolina del Norte sobre la industria textil global.
Hamilton descubrió que en 2003, producir un kilo de hilo en EE.UU. costaba US$2,86 mientras que en China costaba US$2,76. Para 2010, el costo en EE.UU. era de US$3,45 mientras que en China había subido a US$4,13. Producir en EE.UU. era más barato que en Brasil, Turquía y Corea del Sur.
Las nuevas inversiones suman sólo unos cuantos empleos a una industrial textil que a fines de los años 90 estuvo a punto de desaparecer, conforme muchas plantas cerraron o se trasladaron al exterior en busca mano de obra más barata. En noviembre, 114.900 personas trabajaban en plantas textiles en EE.UU., un descenso considerable comparado a 1993, cuando 477.300 personas estaban empleadas por el sector, según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU.
Los impuestos al hilo e indumentaria importados han existido por décadas en EE.UU. Pero los acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte crearon varias zonas francas entre el país y sus socios.
En estos acuerdos, EE.UU. impuso un requisito que indica que los textiles importados de países socios deben estar hechos con materiales producidos por completo ya sea en esos países o en EE.UU. De no ser así, enfrentan aranceles, normalmente de entre 5% y 6% por el hilo, de 10% a 12% por la tela y desde 15% hasta 20% por ropa terminada, según el National Council of Textile Organizations, un grupo de la industria textil en EE.UU.
Por años, los fabricantes de ropa en Asia simplemente absorbieron los impuestos ya que los costos de producción y transpor-te eran muy bajos. Ahora están reevaluando esa práctica.
Zhu, de la empresa Keer, indicó que los impuestos estadounidenses fueron un factor en su decisión de establecerse en EE.UU. para poder aprovechar a los fabricantes de ropa centroamericanos, y no depender únicamente de una China cada vez más cara.
El empresario afirmó que en Hangzhou —una de las ciudades más acaudaladas de China— los precios de los terrenos indus-triales se han disparado, lo que ha dificultado la expansión. La industria textil de China se encuentra plagada por el exceso de capacidad, lo que ha disminuido los márgenes, y los gobiernos locales son renuentes a vender tierras a productores.
ShriVallabh Pittie Group planea financiar su planta con créditos con tasas de interés mucho menores a las que recibiría en India, además de otros beneficios tributarios locales, indicó Ramzan.
El hilo que se produzca en la nueva planta en Georgia será enviado a fábricas en América Latina que lo convertirán en ropa que luego será exportada a EE.UU. libre de impuestos, anotó.
"Ha sido una barrera al acceso", dice Ramzan sobre los aranceles estadounidenses. "Siendo una empresa india, es necesario intentar hacerlo todo por 12% o 15% menos para sacar una ganancia. Ahora ya no tendremos que hacer eso".
Cameron McWhirter y Dinny McMahon
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