Los dilemas del próximo gobierno
La economía enfrenta dilemas o desafíos de cara a 2012. Ante estos dilemas, quien resulte elegido en octubre tendrá que optar entre distintas alternativas de política. Lo que cada vez queda más claro es que no se puede seguir en "piloto automático". Hay cuatro dilemas:
1) Ya no sobran dólares: en 2011, el ingreso de divisas (proveniente del superávit comercial, la colocación de deuda de provincias y empresas, más la inversión del resto del mundo) sería algo menor que el egreso de divisas (por fuga de capitales, pago de intereses, remisión de utilidades y vencimientos de la deuda pública en dólares): US$ 29.000 millones versus 32.000 millones. De este modo, las reservas podrían mostrar una leve caída este año. El superávit comercial está en declive por la explosión de las importaciones y la apreciación cambiaria, la fuga de capitales se recalentó y en 2011 hay que afrontar mayores pagos de la deuda pública con reservas del BCRA. Este año no faltan dólares gracias a la extraordinaria mejora de los precios de exportación del agro (+33% anual), que no se repetirá en 2012. Además, con el aumento de la incertidumbre mundial, tampoco se puede depender del financiamiento del resto del mundo. Dilema: ante la posibilidad de un mercado cambiario con faltante de divisas en 2012, el próximo gobierno tiene que optar: puede mantener la libertad cambiaria y acelerar la tasa de devaluación más acorde con el aumento de los costos internos u optar por un esquema de tipos de cambio múltiples o mayores controles. Alternativamente puede elegir entre usar reservas o reducir el impulso al gasto agregado.
2) El modelo de financiamiento fiscal se agota: la esencia del modelo K siempre fue expandir el gasto público sistemáticamente por encima del PBI nominal. Pero, para evitar una crisis macro de origen fiscal, el Gobierno siempre actuó sujeto a la restricción presupuestaria (o sea, aumentó el gasto –sin intereses– al compás del incremento de los recursos "genuinos") salvo en el año electoral 2007 y en el año recesivo 2009, cuando la recesión provocó una caída real de los ingresos fiscales. En 2011, el gasto podría llegar a subir más que los recursos. Pero hoy el tema es más preocupante que entonces: es que en 2007 el Gobierno contaba con superávit primario, ahorros acumulados y financiamiento de Hugo Chávez para financiar mayores gastos. Hoy, el Gobierno no tiene fuentes de financiamiento "genuinas" y depende casi exclusivamente de los recursos del BCRA (reservas y emisión), lo que impone límites a la expansión del gasto público. De hecho, ya hay indicios de que la restricción presupuestaria comenzó a "morder". El Gobierno tuvo que usar la inversión pública como "variable de ajuste" en pleno año electoral. Es que hay un conjunto de gastos que suben automáticamente (subsidios, jubilaciones, etc.), que crecen al 40% anual y hay que financiar. Dilema: si el próximo gobierno sigue aumentando el gasto por encima de los recursos, el uso de reservas y la expansión monetaria harán inviable, eventualmente, la estabilidad cambiaria y la actual estabilidad de la tasa de inflación. Si el gasto sube como los ingresos, el gasto en obra pública y otros gastos discrecionales tendrán que subir menos que el gasto total.
3) La cantidad de dinero se expande cada vez más rápidamente. La base monetaria, que crecía al 11,5% interanual en diciembre de 2009, pasó a crecer al 31,6% a fines de 2010 y en julio de este año ya crece al 39,1% año/año, mostrando incluso una aceleración en el margen. Además, el dinero privado crece al 40% anual y el crédito, al 47%. Por otra parte, la convicción ideológica de mantener baja la tasa de interés para maximizar el crédito está llevando a que el Central no pueda esterilizar a las bajas tasas vigentes. En definitiva, como no desea subir las tasas, el BCRA perdió capacidad para "regular" la oferta de dinero primario. Dilema: si el Central desea mantener tasas reales negativas, corre el riesgo de que se acelere la tasa de expansión monetaria y no podrá mantener la estabilidad de la tasa de inflación. Si opta por subir la tasa de interés, se resentirá la expansión del crédito (objetivo primordial del actual BCRA "desarrollista").
4) Inflación reprimida: entre las decisiones que debe tomar el próximo gobierno (para resolver los desafíos) está la posibilidad de acelerar la tasa de devaluación, salir del congelamiento de las tarifas públicas y permitir algunos ajustes de precios más acordes con el aumento de los costos internos. Todas las opciones antes mencionadas implican una menor inflación reprimida que la que tenemos hoy, pero podría elevarse la tasa de inflación futura.
Años de residencia
Por todo lo dicho, mantener el "piloto automático" no luce una opción factible. Seguir devaluando un cuarto del aumento de los salarios, mantener las tarifas fijas y los precios controlados por debajo de los costos internos no es una opción viable.
El próximo gobierno no tendrá la economía en terapia intensiva como en 1989/90 y 1998/02, pero sí en la sala general, y requerirá un equipo médico con al menos algunos años de residencia.
Los autores son economistas del Estudio Broda & Asociados