Los desafíos de la medicina (y de sus costos crecientes) en la Argentina
Las proyecciones señalan que en la Argentina el aumento en los costos de la medicina en 2017 será de aproximadamente 32% interanual. Esto, obviamente, colisiona con el objetivo de reducir la inflación a un nivel por debajo del 20%. Si bien hay factores domésticos, esta tendencia está lejos de ser local y más lejos aún de ser pasajera. Se trata de un fenómeno internacional y, aparentemente, estructural.
Dos recientes informes internacionales Medical Trends Around the World 2017, de Mercer Marsh, y 2017 Global Trends Survey Report, de Willis Towers Watson, ambas compañías internacionales relacionadas con la industria del seguro, relevaron la tendencia de los costos médicos en 63 países, excluyendo Estados Unidos, que tiene una dinámica particular respecto de los muy elevados aumentos de costos médicos. Concluyeron que, en el mundo, la inflación médica en 2017 será de 9,7%, mientras que la general será de 3,6%.
Esta tendencia se presenta en todos los países, tanto en aquellos con sistemas de salud maduros -como puede ser el caso de Canadá, Australia y Europa- como incipientes -Asia y Oriente Medio-. En América latina esa tendencia también se observa y, además, en la mayoría de los países con inflación general de un dígito la inflación médica será de dos dígitos.
¿Qué explica el fenómeno? Hay un cambio en el perfil epidemiológico de la población mundial. Los informes citados señalan que en todos los países relevados el cáncer y las enfermedades cardiovasculares y circulatorias van a convertirse en los más frecuentes. Esto se explica por el aumento de la expectativa de vida y por los constantes avances de los medicamentos y las tecnologías médicas. El proceso en cierta forma se retroalimenta. Las nuevas tecnologías alargan la vida, controlando o cronificando enfermedades que antes eran mortales, lo cual hace que tengan más prevalencia las enfermedades asociadas a la vejez.
A su vez, el cambio tecnológico en salud tiene la particularidad de que la mayoría de las veces el beneficio adicional de la innovación es bastante inferior o difuso respecto del mucho mayor costo que implica la innovación. Los constantes avances en medicina son cada más caros y, a edades más avanzadas, las personas tienden a utilizar más frecuentemente estos servicios médicos cada vez más costosos. Más gente utilizando más servicios más costosos explica el fenómeno de la alta inflación en salud.
¿Qué hacer? La recomendación que siguen los países desarrollados es que hay que buscar mecanismos para que los aumentos de precios pagados por las nuevas tecnologías reflejen lo más posible el incremento real de beneficio sobre la salud comparados con otras alternativas. Se necesitan, por eso, más evidencias médicas sobre los impactos de las nuevas tecnologías, y de aquí es que emerge el concepto de hacer "medicina basada en evidencia". Socialmente, se necesitan más debate y honestidad intelectual sobre cómo hacer frente al impacto presupuestario de tratamientos médicos efectivos pero excesivamente costosos que, muchas veces, se centran en casos muy particulares. En esta línea de acción es que toma importancia la creación de una agencia de evaluación de tecnologías, que brinde opiniones científicamente fundadas a los profesionales de la salud y también al Poder Judicial para que los fallos respeten cierta consistencia y racionalidad.
En la Argentina es también muy importante replantearse la organización del sistema de salud. Hoy existe una desordenada regla que superpone las coberturas. Esto es: todas las personas tienen derecho al hospital público; si tienen un empleo en relación de dependencia, suman un derecho más en la obra social; si desde la obra social deriva su aporte a la medicina privada, tiene entonces otro derecho más, acumulando el derecho sobre el hospital público, la obra social y la medicina prepaga.
La paradoja es que todas las coberturas tienen que brindar los mismos servicios (el Programa Médico Obligatorio). El resultado es un gran derroche de recursos con efectos muy regresivos, ya que quienes acumulan mayor cantidad de coberturas son los segmentos más acomodados de la población. La solución pasa por un ordenamiento donde todos los ciudadanos tengan garantizado el PMO, pero articulando -no superponiendo- los tres mecanismos de cobertura que hay en la Argentina.
Economista de Idesa
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