Los cortes de energía revelan la falta de un plan
El reciente episodio de cortes en el suministro eléctrico ha vuelto a poner en primer plano la necesidad de debatir una política energética adecuada que sea funcional a un crecimiento sustentable que hoy no tenemos.
Pareciera que en nuestro país tenemos desafíos energéticos en el corto y mediano plazo y una extraordinaria oportunidad en el largo, asociada a Vaca Muerta y a yacimientos similares de hidrocarburos no convencionales. El Estado pareciera ausente en cuanto a planeamiento energético, y eso se ha visto específicamente durante la reciente situación de cortes en el área metropolitana, con serias deficiencias en cuanto a control y prevención.
Para la macroeconomía argentina, lo que ocurre con la energía es clave, ya que afecta de lleno en el balance comercial e influye directamente en la pérdida de reservas del BCRA. Impacta también en la ecuación fiscal, porque el subsidio al sector es equivalente al déficit fiscal total del país. El protagonismo de la energía como insumo clave en la industria y el transporte es central.
El análisis causal de los cortes es obviamente de gran complejidad y no es el objeto de estas líneas. Aparece como primer responsable el retraso tarifario. Es notable la acumulación, a lo largo del kirchnerismo, de distorsiones en el precio relativo de la energía. En especial en Capital y Gran Buenos Aires. En otros países de la región la energía residencial es entre seis y 10 veces más cara. Se estima que por tarifas tan accesibles se incorporaron al parque seis millones de equipos de aire acondicionado en el último quinquenio, con una evolución de ventas creciente.
El sistema eléctrico ha incorporado potencia desde 2003 a la actualidad casi a un ritmo de 1000 MW por año. Estuvimos, durante la reciente crisis de distribución de diciembre, operando cerca del límite del sistema que está cerca de los 24.500 MW, con riesgo de superar la reserva técnica. A diferencia de los años de la convertibilidad, la tasa de crecimiento del PBI superó desde 2003 el incremento anual de potencia. Este año, la demanda de energía creció a 2,6%, claramente por debajo del PBI. Se debe aún incorporar al sistema Atucha II, que empezó a construirse en 1980, un verdadero "mausoleo nuclear".
El subsidio al sector energético es el 70% del subsidio total (4,8% del PBI). Se concentra en un 85% en lo recibido por Cammesa y Enarsa. Cuadriplica en monto a los subsidios con finalidad social, como la asignación universal por hijo que recibe $ 20.000 millones anuales.
Edenor y Edesur perdieron en 2012, en conjunto, $ 1800 millones por tarifas muy bajas que explican la crisis financiera. Son valores análogos al experimento populista de Venezuela, donde con un dólar se puede llenar el tanque de nafta.
Nos hubiera gustado ver a los funcionarios nacionales del área más cerca del problema. Se extraña la figura del ingeniero Echarte, secretario de Energía, dando la cara en los meses críticos de la presidencia de Raúl Alfonsín, cuando colapsó el sistema. Recuerdo los cortes programados del verano del 89. Trabajaba yo entonces en el Ministerio de Obras Públicas y el sistema eléctrico crujía. El parque térmico de Segba estaba muy deteriorado, había baja hidraulicidad y Atucha I, que es un relojito, quedó sorprendentemente fuera del sistema por desperfectos técnicos.
A futuro, se debe promover la eficiencia energética. A nivel mundial, por cada punto de crecimiento del PBI sube 0,7 el consumo de energía. En su momento, el programa Puree pretendió ir hacia estructuras de consumo más alineadas con la escasez de energía. Recordemos que en una crisis eléctrica hace más de 10 años, el gobierno de Brasil fue eficaz en concretar el racionamiento.
En cuanto a hidrocarburos, segmento que complementa el panorama del sector eléctrico, no se revierte por ahora el estado crítico de caídas de producción de crudo y gas. Es un objetivo difícil dadas las limitaciones políticas para una empresa como YPF, que representa en el sector la mitad de lo que fue históricamente. Es una buena señal la voluntad de pago a Repsol. Se hace difícil dimensionar el aporte (varios PBI) y la inversión requerida en Vaca Muerta. Para el mediano plazo, YPF debería priorizar el recurso convencional.
La descapitalización en energía fue estimada en 2010 por Alieto Guadagni en un 42% del PBI (sería ahora mayor). Nos comimos buena parte de los stocks de petróleo y gas natural. Hay que volver al compromiso político del tándem Frondizi-Frigerio, con la claridad conceptual de Givogri, ideólogo de la reforma eficiente de los 90 en el sector.
Estas líneas no pretenden hacer un diagnóstico de la crisis eléctrica de distribución sino reflexionar de un modo más general sobre el rol del Estado en el área energética a partir de este episodio. Las crisis macro se producen por acumulación de distorsiones. Queremos pensar que la distorsión energética va a ser corregida aunque nos tome no menos de cinco años ajustar el desorden acumulado con un enfoque pragmático y no ideológico. Estamos en cuanto a política energética -como dijo alguna vez Adolfo Sturzeneger para nuestra economía en su conjunto- ante un capitalismo sin mercado (precios distorsivos) y frente a un socialismo sin plan (no hay un enfoque integral del sector). Habrá que remar mucho y seguir guardando velas.
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