Los contrapuntos más calientes entre Guzmán y Cristina Kirchner
El ministro de Economía cuestionado por el cristinismo describió que lo que se registró fue una “reducción del déficit” y no un “ajuste fiscal”; se refirió además a las tarifas, los salarios, la inflación y el dólar
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El auditorio no fue casual. Luego del feroz audio de la diputada ultracristinista Fernanda Vallejos y tras la carta de Cristina Kirchner con críticas a la política económica, el ministro de Economía. Martín Guzmán, decidió ir a dar explicaciones frente a la audiencia militante congregada por Víctor Hugo Morales.
Con la intención de prolongar su permanencia en su cargo, fuertemente cuestionada por la facción camporista en el Gobierno, el hombre –que pasó del “frasco” de la Universidad Nacional de La Plata al de “yanquilandia”, según Vallejos– buscó ofrecer un “instructivo educado” para un público afín al oficialismo.
“En ningún momento hubo un ajuste fiscal. Hubo una reducción del déficit que es distinto”, contestó el ministro a los cuestionamientos de la vice. En su misiva, luego de hablar de un “atraso salarial, descontrol de precios –especialmente en alimentos y remedios– y falta de trabajo” y de cuestionar la “falta de efectividad en distintas áreas de gobierno”, Cristina Kirchner escribió: “También señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales”.
En declaraciones al relator en la AM 750, el ministro contrapuso su visión a la de la vicepresidenta con relación a las cuentas públicas, aunque admitió: “Hay cuestiones de la carta en las que estamos de acuerdo. Por ejemplo, no se pudo ejecutar todo el gasto de capital”, dijo. Ese gasto va fundamentalmente a la obra pública y no a los bolsillos, como el IFE exigido al comienzo del año electoral por el cristinismo.
“El déficit baja porque crece la recaudación, la actividad económica se recuperará y porque reestructuramos una deuda que nos permitió reducir sustancialmente el pago de intereses”, dijo el ministro mechando un tema que reúne a las tribus oficialistas, como lo es la deuda. Sin embargo, olvidó mencionar algunas fuentes en la mejora de la recaudación: subas de impuestos, nuevos gravámenes (el “impuesto a la riqueza”), el espectacular crecimiento en los precios de los commodities (vía retenciones) e ingresos inflados y gastos licuados por la elevadísima inflación. También hubo un ajuste en jubilaciones y salarios públicos, pese a que el gasto total real crezca.
Guzmán elogió a la vice, ratificó algunas de sus ideas en la carta y volvió a subirse a una marca registrada del kirchnerismo en cuanto a las responsabilidades de los problemas nacionales: le echó la culpa a los empresarios, por lo menos en parte, de la suba de precios. Dijo otra vez que les faltó liderazgo y coordinación, pese a que la estimación oficial de inflación para 2021 fue recalculada por el propio Guzmán con 16 puntos de diferencia (hacia arriba).
“Con la vicepresidenta he tenido mucho diálogo en estos 21 meses de gestión. Conocí a una persona realmente excepcional, con una fuerza excepcional, una inteligencia excepcional y un compromiso con el país excepcional, que busca cuidar a nuestra gente. Después hay un diálogo muy franco y firme sobre la base de convicciones”, dijo y afirmó: “Ella es honesta y clara con lo que ha manifestado públicamente, en particular en lo que fue la carta donde manifiesta que ha habido un ajuste fiscal. Ella misma en su carta dice ‘me dicen que no es así’: yo soy uno de los que dice que no es así. Y la realidad es que en la Argentina ha habido una política fiscal expansiva”.
Guzmán retomó el concepto de que los salarios tienen que crecer por encima de la inflación, como le había marcado la vicepresidenta en La Plata a fines del año pasado. Hasta junio perdían con los precios. Esa ecuación habría comenzado a invertirse recién desde julio y probablemente sólo para algunos. Pese a que criticó a empresarios y elogió a sindicatos, los primeros que rompieron su pauta inflacionaria/salarial fueron las subas anunciadas por Hugo Moyano y por Cristina Kirchner para el Senado.
El ministro, que se definió como un pragmático (Vallejos lo había calificado como un “neo”), se diferenció nuevamente del kirchnerismo con relación a las tarifas (en el pasado había definido el esquema kirchnerista como “pro–rico”) y al impacto inflacionario de la emisión (una definición que no compartiría con Axel Kicillof). Pese a que volvió a calificar a la inflación como un problema multicausal (incluyó la deuda en dólares de Macri), el ministro dijo sobre el plano fiscal: “Se hizo mucho esfuerzo recurriendo a emisión monetaria, pero una parte de eso pone presión en el dólar, no hay mucha vuelta”.
Es un alerta que había encendido en febrero y que volvió a aparecer en su discurso –hace días pero no ayer– ante la necesidad de “ordenar” la “disfuncional” bola de deuda remunerada (pases y leliq) del Banco Central (BCRA) que ya llega a $4,2 billones. Gran parte de esa deuda es responsabilidad del propio Guzmán y sus pedidos recurrentes al Central, que ya giró $910.000 millones este año. Guzmán está ampliando la posibilidad de recurrir a más emisión con la doble contabilidad de los derechos especiales de giro (DEG) del FMI.
El ministro orejeó otros dos temas que lo enfrentaron al cristinismo: las tarifas y el Fondo. “Se busca la segmentación de subsidios para que tengamos un sistema que proteja a los sectores más vulnerables y quienes pueden pagar, lo hagan”, dijo sobre el mecanismo que sigue elaborando Federico Basualdo, el subsecretario de Energía Eléctrica que depende de él, pero responde a La Cámpora y que no pudo echar del ministerio hasta hoy. Esa agrupación comenzó a detonar la posibilidad de una actualización tarifaria en el presupuesto 2022 (ver aparte).
“El camino que buscamos construir es el de un acuerdo [con el FMI] en el cual se haga lo que nosotros creemos que le hace bien a la Argentina”, dijo y agregó sobre el acuerdo que congeló la vice: “Enfrentar este pago que se le hace al FMI no tiene que ver con que nos guste o no, sino con un sentido de la responsabilidad, entendiendo que hay caminos que son realmente desestabilizantes y peores”.
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