Los cinco indicios que dio Guzmán de cómo hará para "tranquilizar la economía"
El Gobierno dio el primer paso: la Argentina dejó atrás el default con los bonistas privados. Se avanzó así en una condición necesaria pero no suficiente para devolver a la economía al camino del desarrollo. Justamente, luego de años de recesión, con elevada inflación, inestabilidad cambiaria permanente y una significativa deuda con organismos internacionales, el sendero que se le abre al equipo económico de Alberto Fernández es todavía escabroso.
La oferta a los acreedores privados "tuvo una aceptación masiva por parte de los acreedores", según el ministro de Economía, Martín Guzmán. Hubo una adhesión al canje que llegó al 93,5%, mayor a la esperada el viernes último, y que, luego de la activación de las cláusulas de acción colectiva (CAC) elevó el porcentaje reestructurado de la deuda en dólares al 99%.
Pero luego del anuncio de hoy de Guzmán sobre el canje, que permitirá un alivio de US$37.500 millones en una década, el ministro dio ya algunas pistas de los hitos que ahora buscará alcanzar en el camino con el objetivo de "tranquilizar la economía" y volver a crecer.
1. El presupuesto 2021. Ante la falta de un plan macroeconómico tradicional ("no vamos a presentar un powerpoint", suelen decir en el Palacio de Hacienda), el equipo de Guzmán viene remarcando en las últimas semanas que el 15 de septiembre enviará al Congreso la ley de Presupuesto 2021 en la que definirá un marco fiscal, monetario, cambiario y financiero hacia el futuro. "Nosotros tenemos una estrategia económica", había dicho el ministro de Economía para diferenciarse semanas atrás de sus pares.
Hoy, anticipó que el déficit fiscal primario para el año que viene será de 4,5% del PBI, la mitad del bache que -estiman economistas privados- tendrá esta año la caja del Estado. No dio pistas, en cambio, sobre cómo se financiará ese rojo, que este año surge en gran parte de emisión monetaria. Los analistas privados, por caso, estiman que la base monetaria se triplicará a fin de año con relación a la que existía a fines del año pasado.
"El día 15 de septiembre estaremos enviando al Congreso el proyecto de ley de Presupuesto, que muestra el marco fiscal y financiero sobre el cual se asentaran las políticas públicas en pos de la recuperación en el año 2021", dijo el ministro Guzmán, y agregó: "Ese Presupuesto va a mostrar la visión de que en un contexto de una recesión tan profunda el Estado va a jugar un rol decisivo en política públicas para la recuperación".
2. Reforma tributaria. Antes de fin de año, y de la mano con lo anterior, Guzmán presentará una reforma tributaria. El Gobierno no avalará recortes de gastos para hacer frente al déficit primario previsto, ya que su foco tiene que ver con estimular la demanda agregada. En todo caso, habrá una focalización de ese gasto sobre la base de otras prioridades. De ahí que el ministro repita la importancia del rol de Estado en la "recuperación" que planea.
La idea de la reforma tributaria será entonces mejorar la caja estatal por el lado de los ingresos. Traducido: recaudar más. Se dará así una señal de sostenibilidad fiscal en medio de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero, además, se buscarán dar "incentivos adecuados". Guzmán remarcó los ejes de esa orientación: generar trabajo, valor agregado y divisas. El eje de la reforma tributaria, su espíritu, será la progresividad.
El corazón no serán las personas sino las empresas. Como anzuelo al sector privado, aparecerán promesas que hicieron todos los gobiernos y nunca cumplieron: simplificar la estructura y ampliar la base. Se modificará el impuesto a las ganancias corporativas, que debía reducirse hasta 25% en cuatro años desde 2017, y probablemente vuelva a un nivel parecido al de finales de 2015. Por otro parte, es probable que haya una marcha atrás también con la baja de aportes patronales.
3. Renegociación con el Fondo. El Gobierno dio el primer paso la semana pasada para negociar con el Fondo sobre los US$44.000 millones que el organismo desembolsó durante el gobierno de Mauricio Macri. Los principales vencimientos para ese Stand-By Agreement (SBA) son en 2022 y 2023, por lo que el equipo de Guzmán planea renegociar un nuevo -probablemente un Extended Fund Facility- por el que recibirá más fondos sólo para repagar la deuda en un plazo más prolongado.
Esa negociación, dio a entender varias veces el ministro, será compleja y prolongada. En el Gobierno estiman que cerrará en el primer cuatrimestre de 2021. "La intención del gobierno nacional es enviar el acuerdo al que se llegue con el FMI al Congreso para su aprobación, que es algo que no se ha hecho nunca y está totalmente alineado con la idea de cuidar a la Argentina y de ir generando condiciones al país para inmunizar al país de los problemas de endeudamiento insostenible", dijo el ministro de Economía hoy.
En el Fondo reclamarán no sólo el plan que Guzmán no quiere o puede enseñar: al final del día, el board del FMI requerirá una idea sobre cómo será el crecimiento en el mediano plazo, cuál será la inflación, el déficit y cómo se va a financiar todo. Es probable además que el Fondo sugiera reformas estructurales, entre las que aparecen la laboral y previsional. Aquí, a diferencia de lo que ocurrió con los bonistas privados, surgirá en la negociación un factor geopolítico importante (EE.UU. tiene mucho peso en el board), y varios hitos tanto a nivel continental (la posición argentina con relación a Venezuela) como nacional (las elecciones en norteamérica).
4. El dólar y la calma de los mercados. Luego de la novela de las tensiones en el equipo económico sobre el dólar ahorro semanas atrás, en el Ministerio de Economía siguen confiando en tras las operaciones de deuda –canjes ley Nueva York, deuda en dólares ley argentina; y la subasta de deuda en la que podrán integrarse con pesos compras de hasta US$500 millones aprobado por ley prórroga del Presupuesto– se estabilizará el frente cambiario.
En las últimos días, se achicó la brecha gracias a que los bonos que se utilizan para adquirir dólar contado con liquidación y MEP quedaron inmovilizados por el canje de deuda. Además, muchos CFO aprovecharon los saltos en esos instrumentos para maximizar la compra de pesos requeridos por las tesorerías de las empresas a fin de mes.
Las dudas sobre si el buen resultado del canje tranquilizará al mercado en tiempos de alta emisión y una aceleración de la inflación a fines de julio y principios de agosto comenzarán a visualizarse esta semana, cuando los argentinos con capacidad de ahorro vean sus sueldos en sus cuentas y decidan adquirir o no sus US$200.
Sin embargo, el Banco Central (BCRA) y la Anses contarán con bonos en dólares -canjeados- para hacer frente a la brecha. El tiempo dirá si usarán ese poder de fuego para subsidiar y financiar lo que consideraban "fuga de capitales".
5. La economía y sus cuellos de botella. Pese a la falta de precisiones, la brújula de Alberto Fernández sobre cómo reactivar la economía comenzó a aparecer. Reactivar el mercado interno y el consumo, desarrollo de infraestructura pública e industria con criterio federal, promover la inversiones, y desarrollo de la economía del conocimiento. Los detalles, con las famosas 60 medidas, se empezarían a conocer en las próximas horas.
Sin embargo, la economía argentina volverá a chocarse con sus propios límites. La idea oficial de incentivar la demanda y el consumo interno choca inevitablemente contra una escasez: la falta de dólares. Esto obliga al Gobierno a administrar el comercio, o sea, a limitar importaciones, lo que a su vez pone un techo a la oferta. Demanda exacerbada sin capacidad de oferta podría resultar, creen en algunos sectores, en subas de precios y en achicamientos de algunos mercados.
En el Gobierno afirmaron que la producción contará con los dólares necesarios para la producción, pero ya existen quejas de diferentes sectores por restricciones a las importaciones. El Gobierno apuesta a incentivar las sustituciones de importaciones en el mediano plazo, pero además busca incentivar proyectos de inversión vinculados a las exportaciones.
Sin embargo, las inversiones -pese a los proyectos para impulsarlas- están en duda no sólo por el cepo cambiario y la falta de señales de precios, sino también por la falta de confianza en algunas decisiones tomadas por el Gobierno vinculadas al rol que le asigna al sector privado.
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