Los caminos de la Fed y el BCE se bifurcan y fortalecen el dólar
Mientras el banco central de EE.UU. se dispone a subir las tasas, el de la zona euro ahonda su experimento con tasas de interés negativas
La brecha entre la probable trayectoria de las tasas de interés en Estados Unidos y Europa se puede ampliar esta semana y agudizar las turbulencias en los mercados de divisas que desde el comienzo de este año han generado una apreciación de 12% del dólar frente al euro.
Se espera que el Banco Central Europeo deje las tasas de interés de la zona euro en territorio más negativo cuando su Consejo de Gobierno se reúna este jueves. Un día después, se prevé que los datos sobre empleo de EE.UU. en noviembre confirmen la perspectiva de un alza de tasas por parte de la Reserva Federal tan pronto como a mediados de diciembre, el primer incremento en nueve años.
El BCE, que ha obligado a las instituciones a pagar por depositar su dinero en el banco central desde junio de 2014, empezaría a cobrar como mínimo una décima de punto porcentual adicional.
La expectativa es que la tasa de -0,3% o -0,4% eleve el costo de guardar efectivo en el BCE e incentive a los bancos a otorgar más préstamos al sector privado, lo que conlleva más riesgos pero también inyectaría más dinamismo a la alicaída economía europea. La medida también restaría atractivo a los activos europeos en comparación con los de otras economías.
Los caminos divergentes seguidos por la Fed y el BCE podrían seguir fortaleciendo el dólar frente al euro, ejerciendo más presión sobre los exportadores estadounidenses y ayudando a los europeos. El alza del dólar, que está cerca de un máximo de 12 años, refleja las expectativas de un robusto crecimiento de EE.UU., aunque complicaría la meta de la Fed de llevar la inflación al umbral de 2% anual.
"Prevemos que la divergencia de políticas entre el BCE y la Fed subsista durante un considerable período de tiempo", indicó Michala Marcussen, economista de Société Générale, en una nota de investigación. "De cara al futuro, se espera que la Fed lleve su tasa de referencia a 2,75% a principios de 2018, mientras que no proyectamos alza alguna de tasas por parte del BCE".
A lo sumo, la política de tasas de interés negativas permite a los bancos centrales europeos que enfrentan riesgos de deflación mantener bajas las tasas de interés reales (ajustadas por la inflación). Esto debería incentivar el crédito y debilitar las monedas europeas, para impulsar las exportaciones y la inflación.
No obstante, si los bancos centrales que implementan esta herramienta —el BCE, el Banco Nacional Suizo, el Riksbank de Suecia y Nationalbank de Dinamarca— van demasiado lejos, las instituciones financieras podrían optar por guardar el efectivo en sus propias bóvedas, lo que congelaría el flujo de capital.
Igualmente, si el efecto de las tasas negativas se traspasa a una amplia gama de grandes y pequeños depositantes, las empresas y los consumidores también podrían empezar a acaparar efectivo. La multa financiera para los bancos podría mellar sus ganancias.
Nada de eso parece haber sucedido. Nadie sabe dónde está el punto de inflexión, aunque algunos economistas opinan que las autoridades monetarias podrían ir mucho más bajo. Una cosa es cierta: los bancos centrales están dispuestos a probar los límites.
Alberto Gallo, de Royal Bank of Scotland, prevé una reducción adicional de 0,2 puntos porcentuales en la tasa de depósito del BCE, junto con la expansión de su programa de flexibilización cuantitativa, o compra de bonos, de 60.000 millones de euros (US$63.560 millones) mensuales. El recorte de tasas "va a producir algo bueno en términos de depreciar el euro y aumentar las exportaciones, pero no creo que cambie las cosas significativamente, volviendo a atraer la inversión y el crédito bancario", dice.
La idea detrás de las tasas negativas es la siguiente. Algunos bancos centrales han inyectado dinero fresco en los mercados financieros mediante la compra de bonos que estaban en poder de los bancos o concediéndoles préstamos baratos. Antes, las instituciones financieras simplemente habrían inmovilizado sus reservas excedentes en el banco central, por lo general a cambio de un pequeño interés. Sin embargo, ese dinero no llegaría a los hogares y las empresas.
La esperanza es que la tasa de depósito negativa obligue a los bancos a aumentar los préstamos de mayor riesgo para el sector privado o usar el nuevo dinero del banco central para comprar activos extranjeros, lo que debilitaría el tipo de cambio.
"Todavía sigue siendo un recorte de tasas para estimular el crédito y la inflación", dice Richard Barwell, economista de BNP Paribas Investment Partners.
Janet Yellen, presidenta de la Fed, indicó a principios de noviembre que no veía la necesidad de considerar tasas negativas, aunque no descartó la idea si la economía de EE.UU. sufriera una recesión. Aun así, la funcionaria agregó durante una audiencia en el Congreso que la Fed "tendría que estudiar cuidadosamente" su efecto e implementación en EE.UU.
La evidencia sobre su funcionamiento en la zona euro, Suiza y Escandinavia es contradictoria. Los peores casos de acaparamiento de efectivo y de formación de amplias burbujas de activos, debido al vuelco de capitales en inversiones tales como bienes raíces, no se han materializado. Pero a pesar de las tasas negativas, el banco central de Suiza, que considera el tipo de cambio del franco frente al euro como clave, todavía tiene una moneda más fuerte de lo que le gustaría. En el caso del BCE, cualquier transmisión a los préstamos del sector privado ha sido moderada en el mejor de los casos.
Algunos bancos escandinavos han comenzado a cobrarles a ciertos clientes comerciales para guardar sus fondos, pero no han traspasado los costos de las tasas negativas a los depositantes privados. Tampoco hay indicios de que los bancos o los consumidores se estén pasando al efectivo debido a que los costos de guardar el dinero, por ejemplo en cajas fuertes, son más onerosos que los pagos exigidos por los bancos centrales.
Los datos del BCE muestran que los préstamos al sector privado han aumentado en los últimos meses después de casi tres años de descensos. Las alzas, sin embargo, son modestas y difíciles de atribuir únicamente a la tasa de depósito negativa, según los analistas.
De todos modos, los funcionarios del BCE están convencidos de que las tasas negativas y las compras de activos a gran escala son una poderosa combinación para impulsar la actividad y los precios al incrementar los incentivos para otorgar préstamos a los hogares y las empresas en lugar de aceptar los rendimientos módicos o negativos de los bonos del gobierno y los depósitos en el banco central. Una experiencia alentadora es la de Suiza y Dinamarca, donde la tasa de depósito es más negativa (-0,75%), y Suecia, que ha avanzado por debajo de cero, no sólo con su tasa para depósitos, sino también para préstamos.
Una gran preocupación es que los bajos costos de endeudamiento estimulen un aumento insostenible de los precios inmobiliarios. Las autoridades suizas han restado importancia a las preocupaciones de que las tasas negativas estén ali-mentando una burbuja de bienes raíces, y señalaron que las tasas hipotecarias no han caído tanto como las de los mercados de dinero. Otro escollo es psicológico: las políticas de crisis podrían hacer que la gente piense que hay una crisis.
"Cada vez que se bajan las tasas, se tienta a la gente a gastar en lugar de ahorrar (...) pero un cambio extremo, donde la gente dice: ‘¿cómo se puede tener una tasa negativa?’, genera confusión", dice Karen Ward, economista de HSBC. "Y de esa confusión surge el factor miedo, no una sensación de bienestar".
—Charles Duxbury contribuyó a este artículo.