Los bancos siguen en crisis... de confianza
Las economías avanzadas continúan atravesando una crisis financiera de magnitud poco frecuente y que ya se ha extendido por más de cinco años.
Entre las consecuencias de este trance se puede mencionar la caída estrepitosa de la confianza y de la imagen de las instituciones financieras, y sobre todo de los banqueros y financistas.
Se puede afirmar que tal deterioro de la confianza pública en los agentes financieros complica significativamente la salida de la crisis y, por lo tanto, es crucial revertir esta tendencia. Para ello resulta imprescindible identificar los motivos del mencionado deterioro.
Hay tres razones que explican el desplome de la estima pública por los ejecutivos del sector financiero de las economías avanzadas.
En primer lugar, el sistema bancario y sus instituciones desarrollaron a través del tiempo una narrativa sobre la contribución superlativa de la actividad bancaria, y en particular de la liberalización financiera, sobre el crecimiento.
Admitiendo que algunas formas de innovación financiera tienen un impacto positivo importante sobre el desarrollo, la realidad comprobó que la mayoría de las "innovaciones" contribuyeron activamente a crear las condiciones propicias que llevaron a la crisis.
Esto causó una profunda desilusión con dicha narrativa y un muy fuerte descontento popular con el sector en su conjunto. En segundo término, mientras la narrativa mantenía credibilidad, las compensaciones y los bonos de los banqueros y financistas, que llegaban a cifras siderales, eran aceptados en líneas generales por el público, ya que se justificaban en el supuesto aporte extraordinario del sector a la economía en su conjunto.
Al comprobarse que mucho de esto no era real, la aceptación se convirtió en profunda indignación al revelarse una conducta codiciosa, y en algunos casos deshonesta por parte de estos actores.
El tercer punto se relaciona con un aumento desproporcionado del fraude bancario a nivel minorista.
La proliferación de instrumentos financieros complejos resultantes de la innovación financiera acentúo el problema ya existente de la información asimétrica. El consumidor (ahorrista) tiene sólo información parcial sobre lo que se le vende como instrumento para sus ahorros. Por esa razón, su vulnerabilidad frente al agente financiero es elevada y da lugar a abusos y engaños.
Estos tres factores se magnifican debido a las características diferenciales del sector financiero que requiere una fuerte dosis de confianza y credibilidad para poder operar.
Por ejemplo: no hay un contacto personal entre el desarrollador de un instrumento sofisticado y engañoso (tóxico) y las personas que finalmente lo adquieren. Existe una especie de transmisión virtual que requiere de un comportamiento ético más sólido que cuando se realiza una operación tradicional de intercambio.
Recuperar la confianza
Debido a la imprescindible necesidad de restaurar la confianza y restablecer la solvencia del sector financiero, se plantea el interrogante: ¿qué deberá hacerse para restituir la credibilidad?
Se discuten hoy tres dimensiones fundamentales para rehabilitar al sector financiero.
La primera, más tradicional, tiene que ver con el ajuste en las reglas prudenciales. Antes de la crisis, las reglas sobre las provisiones de capital y las necesidades de liquidez eran totalmente inadecuadas. Un gran número de iniciativas tratan hoy de resolver estos problemas, pero nos enfrentamos con el dilema de cómo darle seguridad al sistema sin asfixiarlo en su desarrollo.
La segunda se basa en reformas estructurales que tienden a crear un sistema más estable, pero que evitan, al mismo tiempo, la introducción de incentivos perversos.
Finalmente, hay un énfasis creciente en el tema del mejoramiento de la "cultura bancaria".
Mea culpa
La jerarquía máxima debe reconocer que ha habido excesos y que el sector financiero es diferente y no puede funcionar sin credibilidad.
Para eso necesita desarrollar una actitud que considere activamente las externalidades del sistema. Esto requiere desarrollar una estructura de incentivos que motive por un lado el comportamiento ético irreprochable y por el otro induzca una mejor apreciación de los riesgos y beneficios a nivel sectorial.
La competencia es importante para eso, pero se ha probado difícil eliminar las barreras a la entrada de nuevos jugadores en el sistema, porque, paradójicamente, carecen de confianza necesaria por su condición de "nuevos".
Al acercarse al sexto año de la crisis es fundamental que los países avanzados establezcan desde ya las normas y estructuras que permitan recomponer la confianza en el sector financiero, uno de los pilares indispensables para la recuperación.
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