Los bancos desarmaron apuestas al carry trade por US$220 millones
Los bancos desarmaron en las últimas tres semanas unos US$220 millones en apuestas de inversión que habían realizado en lo que en la jerga financiera se conoce como carry trade, una versión algo más sofisticada de la más conocida bicicleta financiera que, cada tanto y desde hace 40 años, condiciona a la economía argentina.
El dato queda a la vista en la caída del 11% que exhiben en el mes las líneas financieras que reciben los bancos desde el exterior, cuyo stock cayó de más de US$1700 millones a menos de US$1500 millones en el mes, luego de crecer a un ritmo similar durante octubre, es decir, antes de que el Banco Central (BCRA) corrigiera una distorsión en la normativa de encajes en dólares del sistema que en los hechos exceptuaba a este tipo de ingresos de la obligación de mantener una parte inmovilizada, por cuestiones prudenciales.
Ese hueco fue aprovechado por varios bancos extranjeros para girar divisas a sus filiales o corresponsalías locales, que estas a su vez pasaban de inmediato a pesos para poder comprarle a la entidad oficial –que preside Guido Sandleris–, letras de liquidez (Leliq) y capturar las tasas del 70% anual promedio que se validaron en el primer mes del plan de estabilización financiera.
Y colaboró para que la cotización del dólar, que había llegado a caer casi 17% en 40 días, comenzara a rebotar justo cuando el mercado esperaba que perforara el piso de la banda de flotación, lo que hubiera dado la oportunidad al BCRA de comprar reservas, según lo estipulado en el acuerdo firmado con el FMI.
La señal oficial, que llegó el 9 de noviembre, confirmó al mercado lo que ya se especulaba: el FMI no estaba de acuerdo con que el BCRA flexibilizara la política monetaria inyectando pesos por la vía de la compra de dólares para las reservas, aunque en el memorándum de entendimiento entre las partes se había considerado esa opción una señal de recomposición genuina en la demanda de pesos. De allí que la comunicación "A" 6595, que dispuso que los bancos debían inmovilizar el 23% de los fondos que ingresen al país por menos de 30 días, el 17% de los que traigan a menos de 60 días o el 11% de lo que giren por menos de 90 días, además de leerse como un intento de desalentar la llegada de fondos especulativos se interpretó como una señal inequívoca oficial contra una mayor caída del tipo de cambio.
"Eso fue lo que puso fin en su momento a la tendencia bajista del billete. Después se agregó la persistente baja de la tasa que pagan las Leliq", evaluó el analista financiero Christian Buteler.
"La medida fue una readecuación muy oportuna, porque se corría el riesgo de inflar mucho más la deuda que el BCRA acumula en Leliq. Ahora, si quieren apostar al peso o a las altas tasas, al menos esos bancos deberán comprar un activo doméstico", explicó entonces Guido Lorenzo, flamante economista de la consultora LCG.
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