Los argentinos que triunfan con una librería museo en Madrid
Los 17 años que cumple el Centro de Arte Moderno de Madrid lo encuentran consolidado. Pasaron la pandemia, el aislamiento español y volvieron al ruedo con energía. El nombre, muy español, es el de la librería, galería y Museo del Escritor que fundaron los argentinos Claudio Pérez Míguez y Raúl Manrique Girón. La primera experiencia la hicieron en Quilmes ( Buenos Aires ) donde también tuvieron logros importantes hasta que la crisis de 2002 y circunstancias personales los llevaron a radicarse afuera.
Llegados a Madrid, tenían claro que una librería con foco en la literatura argentina y latinoamericana "no tenía mucho sentido ni era original"; el concepto al que apuntaron fue a un "centro global". Pérez Míguez admite a LA NACION que fueron "tanteando". En el segmento de los libros se concentran en primeras ediciones de autores latinoamericanos y exiliados españoles en la Argentina, ellos mismos editan la colección "Los opúsculos del Museo".
Como en el 2000 habían hecho contactos con museos e instituciones españolas, buscaron estructurar el proyecto de una manera "que se pudiera sustentar". Cuentan que hay meses que los ingresos más importantes vienen de un lado y otros, de otro. "Nos gusta la actividad cultural; nos llaman a curar muestras, llevamos parte del museo a otras ciudades", comenta Pérez Míguez.
"No puedo decir que vivimos de la librería, sino que es una parte del complejo, del montaje –continúa-. La galería de arte, por más que no sean épocas brillantes, cumple su parte; el libro está pasando por un momento complicado y entonces los otros carriles nos dan aires". Una estructura, un modelo de negocios, que cierra.
Señalan que cada actividad que realizan tiene su público y que por eso es "variada" la gente que llega al local madrileño de la calle Galileo 52. El perfil del cliente de la librería es específico, con un nivel literario importante. "Los escritores latinoamericanos no tienen presencia masiva; el más conocido es Jorge Luis Borges ; es un clásico con un segmento determinado".
Pérez Míguez describe que no son autores de ventas masivas, sino de un "goteo constante"; como ejemplo apunta que Julio Cortázar está vinculado a un lector más joven; Alejandra Pizarnik no llega a un grupo grande, pero sus lectores son "muy fieles, de culto"; Ricardo Piglia también "tiene sus seguidores; cuando estaba creciendo murió".
DE LA AMISTAD AL MUSEO
El Museo del Escritor creado por los argentinos es único en su tipo; nació hace poco más de ocho años y fue expandiéndose. "No sabíamos si iba a funcionar –afirma Pérez Míguez-. Teníamos cosas que me nos había regalado Borges; éramos amigos de Aurora Bernárdez y por ella teníamos material de Cortázar; también de Piglia y de Onetti. Cuando las expusimos entramos en razón de que el espacio era original, que estaba dedicado a la memoria personal de los escritores".
La historia de Pérez Míguez con Borges es un capítulo aparte. Él tenía 15 años, en 1982, cuando buscó el número del escritor en la guía y le pidió verlo para una tarea escolar; lo recibió, conversaron y al poco tiempo fue a inaugurar un taller literario en la escuela. Siguieron frecuentándose.
"Nos interesan los autores por la literatura que escribieron. Su personalidad y objetos afectivos, nos dan información. Esa idea cuajó mucho", indica en referencia al museo que hoy cuenta con unos 190 autores de todos los países de lengua española y realiza exposiciones en toda Europa. A comienzos de este año los argentinos montaron una muestra sobre Silvina Ocampo y Gabriela Mistral en Extremadura y una con textos de Roa Bastos y Octavio Paz en Alicante.
Entre los tesoros que se pueden encontrar hay un sombrero de Adolfo Bioy Casares ; una tortuga de María Elena Walsh ; el certificado de nacimiento de Olga Orozco y en el material de Tomás Eloy Martínez, varias de las publicaciones que realizó en LA NACION. La entrada es gratuita y las visitas guiadas las realizan sus gestores con cita previa.