Los argentinos que captaron el interés de la NASA y de Rusia
Matías Badano imaginó, quizá, cientos de proyectos y emprendimientos. Soñó, mientras leía casos de emprendedores exitosos en revistas. Las dos horas de distancia de Luján a Capital Federal, donde estudiaba, nunca fueron para él largas. Solía aprovechar, además, para analizar noticias de economía. Lo que nunca supuso, sin embargo, es que unos años después expondría en un exclusivo congreso económico internacional en San Petersburgo, Rusia, sobre nanotecnología aplicada al agro, el negocio que ideó con un socio. Tal vez tampoco creyó que tendría la posibilidad de pasar dos semanas en la institución más innovadora del mundo y una de las más selectivas, en Estados Unidos.
La oportunidad llegó a través de un amigo, Julio Laurenza, a quien conoció jugando partidos, cuando sus equipos se enfrentaron en un seven de rugby. Ambos compartían las ganas de emprender y así fue como surgió Nanótica Agro. La idea es simple: reducir el uso de agroquímicos en los cultivos al usarlos más eficientemente y de esa forma bajar el costo para el productor y contaminar menos.
"Somos una empresa que busca hacer de los agronegocios una industria más sustentable. Para eso aplicamos nanotecnología (la manipulación de átomos y moléculas para la fabricación de productos a microescala)", cuenta Badano, de 28 años, quien es licenciado en marketing por la UCES y realizó un MBA en el IAE.
Antes de Nanótica Agro había tenido otro emprendimiento. A los 24 años se decidió y lanzó su primer proyecto: FosterJobs.com, una suerte de Linkedin para millenials, que finalmente no prosperó pese a tener más de 100 mil usuarios. De ese proyecto aprendió mucho, asegura.
Los números son su fuerte, por eso se encarga de la parte financiera y comercial de la empresa. Desde que llamó al que rápidamente se convertiría en su socio, hace un año y medio, todo se sucedió rápidamente. Recuerda, con una sonrisa, que en diciembre consiguieron en la primera ronda de negocios 300 mil dólares y en enero abrieron el laboratorio.
Fue durante un asado que todo empezó a tomar forma. Charlaba con el patrón de su hermano, que juega al polo, y le comentó su proyecto. Se sumó y se convirtió así en el primer inversor. De nacionalidad sudafricana, y trato afable, suele seguir de cerca la evolución de la compañía. El deporte, nuevamente, volvía a ser el punto de conexión.
Cuando su amigo le propuso, una vez más, hacer un negocio juntos, Laurenza, de 36 años, ya trabajaba con nanotecnología. De hecho, había fundado Nanotica, pero la compañía estaba enfocada en usar la tecnología para otros sectores. No era casualidad: había estudiado, y casi finalizado, la licenciatura en biotecnología en la universidad de Morón. Ahora, sin embargo, había una idea firme para poder trabajar juntos: combinar esos conocimientos con el agro, donde el país se destaca. Además, dirían los manuales, había una ventaja comparativa ya que el proyecto podía ser escalable.
"Hoy los agroquímicos son muy ineficientes, sólo el 10% aproximadamente de lo que se aplica es absorbido por la planta, el otro 90% se desperdicia, no tiene uso alguno más que quedar en la tierra o contaminar. Es por eso, que aplicamos la nanoencapsulación de nanotecnología, que aumenta la absorción mucho más rápido, es más eficiente, las dosis son menores y por ende la toxicidad también", detalla Laurenza.
Uno de los puntapiés iniciales por esos giros, a veces impensados, fue en Estados Unidos, en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Mountain View. El proyecto despertó el interés de la universidad no tradicional Singularity University, que nació en 1998 con el objetivo de empoderar a su comunidad de estudiantes con tecnologías exponenciales para resolver los grandes problemas de la humanidad. Y a fuerza de proyectos que se hacen realidad en sus laboratorios se ganó el calificativo de mayor faro de innovación y creatividad del mundo. En abril del año pasado Laurenza vivió allí una experiencia única, durante 60 días. Pero aún restaba un gran desafío.
"¿Cómo vas a impactar de manera positiva a 1000 millones de personas?", esa es la premisa de la que parte la institución y a la que tuvo responder en una suerte de coloquio, en el final del curso, al que luego se sumó Badano durante 15 días. El pizarrón estaba blanco, y las decenas de fibrones se amontonaban. Es que en un principio la idea era venderle directamente a las grandes empresas del sector. La respuesta finalmente llegó. Debían utilizar la tecnología de una forma que nadie la estaba usando y dársela a los agricultores para que ellos mismos la pueden emplear y aumentar el rinde de sus cosechas.
"Los altos costos de la nanotecnología suelen ser un factor limitante, pero nosotros proveemos a los productores una máquina nanotizadora y "cápsulas vacías" para nanoencapsular agroquímicos in situ al momento de la aplicación. De esta manera se generan mayores ganancias para el productor agropecuario quien utiliza menor cantidad de producto, baja sus costos e impacta positivamente en el medio ambiente", explica. Al respecto brinda un ejemplo concreto. Con las nanocápsulas de óxido de zinc para destruir hongos se reducen las dosis de agroquímicos en un 50 %.
Si ir a Singularity University no estaba en los planes, menos aún Rusia. Badano reconoce que llegó ahí un poco por azar, aunque a las oportunidades siempre hay que buscarlas. Durante un encuentro de jóvenes emprendedores, del que forma parte, conoció a un ruso, que lo convocó a formar parte de la New Generation, Friends for leadership. Así llegó al Congreso Económico Internacional de San Petersburgo. Para dimensionar lo que representa, basta una cifra: por sus pasillos en dos días pasaron más de 17 mil personas, entra ellas, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el de China, Xi Jinping. "Es una tremenda oportunidad para hacer negocios", dice el que fue el único argentino que participó del foro que transcurrió el mes pasado.
Según aseguran la empresa, de hecho, está por cerrar una fuerte inversión de capitales de ese país. Putin puso el foco en fortalecer el agro en los próximos años y poder abastecer toda la región asiática. "Es un mercado muy interesante porque además presenta mucha menos competencia que por ejemplo Estados Unidos", señala Badano, aún asombrado por la magnitud del evento. Aquellos días fueron intensos- recuerda- pero se permitió incluso correr una maratón organizada por el congreso o escuchar al cantante italiano Andrea Bocelli, desde un lugar privilegiado.
En la empresa hoy son cinco empleados y los dos socios, y a fin de año esperan ser en total 17 personas. La proyección que realizaron es alcanzar en 2021 una valuación de 50 millones de dólares. El tiempo, como siempre, dirá si es alcanzable el objetivo.
"Nunca nos imaginamos un crecimiento tan rápido", asegura Badano, y reconoce que a veces eso genera también un poco de miedo. Emprender es animarse, expresa, sin embargo. "Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos", diría Eduardo Galeano.
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