Los analistas estiman que será difícil convertir planes sociales en empleo formal
Opinan que en el actual contexto económico, el plan “Puente al Empleo” tendrá poco impacto; que las empresas le rehuirán y que lo que falta es que se cree más trabajo asalariado privado en blanco
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El plan “Puente al Empleo”, cuyos lineamientos salieron publicados hoy en el Boletín Oficial –y con el que el Gobierno busca transformar 200.000 planes sociales en empleo formal–, no despierta optimismo entre especialistas en el tema. Ellos consideran que se trata de una herramienta ineficaz en un contexto de inestabilidad económica en el que no se crea trabajo asalariado en blanco en las empresas privadas.
Analistas consultados por LA NACION opinaron que esta iniciativa, que había sido anticipada hace dos semanas por el ministro de Economía, Sergio Massa, y que entrará en vigencia el 1° de octubre, es un acto de “puro voluntarismo”, que la creación de más empleo no depende de este tipo de mecanismos, sino de las perspectivas sobre la evolución futura de la actividad económica, y que iniciativas similares llevadas adelante en el pasado cercano ya han fracasado.
Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), fue enfático en su opinión: “Para que este tipo de plan pueda funcionar falta algo fundamental, que es que se creen empleos asalariados en blanco en empresas privadas”.
Según Colina, “en un contexto en el que las empresas durante una década no aumentaron su plantel de trabajadores, pretender que los planes asistenciales se conviertan en empleos formales es un acto de puro voluntarismo”.
Colina agregó que, dada la incapacidad de crear empleo genuino en empresas privadas, pretender con una política pública (subsidios al empleo privado) compensar las distorsiones de otra política pública (malas instituciones laborales) es la incoherencia que garantiza el fracaso. “Lo más llamativo es que por tercera vez en menos de un lustro, y desde gobiernos muy diferentes, se incurre en la misma incoherencia”, concluyó el economista.
En tanto, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), dijo que este tipo de planes siempre tuvieron efectos de poco impacto. “Sucede que el incentivo para el empleador no es tan favorable porque se carga con un trabajador, al cual deberá después de un año tener el desafío de regularizarlo o no. Esto implica un potencial conflicto”, indicó.
Salvia añadió que, en un contexto de expansión económica con mayor demanda de empleo desde el sector privado, esta clase de planes puede tener un poco más de éxito, pero en un escenario de estancamiento como el actual, dan lugar a conflictos a la hora de pasar de ser beneficiario de un plan a ser empleado formal. “Dado esto, el empleador privado le va a rehuir y solo lo va a adoptar por solidaridad o compromiso social. Por eso yo no le auguro mucho éxito y creo que va a terminar como experiencias similares del pasado, que nunca lograron tener una escala de beneficiarios superior a los 10.000 trabajadores incorporados”, subrayó el especialista.
Por su parte, Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA Autónoma), dijo que es un tanto escéptico respecto de este plan. “El antecedente más cercano del Plan Puente es el Plan Empalme que se había lanzado durante la gestión de Triaca [Jorge, exministro de Trabajo]. Ahora le agregan la reducción de las cargas patronales, pero en definitiva es la misma lógica. Aquel plan pasó sin pena ni gloria”, comentó.
Campos expresó además que tiende a pensar que la decisión de contratar más trabajadores no va a depender de este tipo de mecanismos, sino de las perspectivas sobre la evolución futura de la actividad económica. “En otras palabras, quien ya tenga decidido contratar más trabajadores tal vez utilice el Plan Puente como una forma de reducir costos, pero quien no tenga en mente aumentar la dotación de personal no se va a tentar por este incentivo”, explicó el especialista.
Para Campos, si el Estado quisiera transformar programas sociales en empleo formal, podría empezar por pasar a planta a todos los beneficiarios que realizan tareas materialmente encuadradas en el sector público (limpieza de la vía pública o jardines maternales en barrios populares, por ejemplo). “Pero, lamentablemente, dudo que sea algo que tengan en agenda”, señaló.
Por su parte, la economista Belén Rubio, de la consultora Abeceb, opinó que este programa parece otro parche que no va a la raíz del problema de empleabilidad de la Argentina. “Difícilmente tenga un impacto masivo o genere oportunidades que no hubieran ocurrido de cualquier modo. Es cierto que podrán encontrarse algunos casos testigos de empresas grandes que puedan aprovecharlo, especialmente en comercio o en gastronomía, o incluso en algunos servicios temporales, pero está lejos de dar una solución de fondo”, advirtió.
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