Lo que no se dijo sobre la economía en el debate presidencial
Desde sus atriles, Sergio Massa y Javier Milei sacaron muy barata su participación en el encuentro del domingo pasado en Santiago del Estero; ambos tienen responsabilidad en la huida del peso que se está viendo en estos días
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Sergio Massa y Javier Milei sacaron muy barata su intervención en el debate presidencial del domingo pasado en Santiago del Estero, ya que lo que no se dijo de la economía argentina fue mucho más importante que lo que sí se dijo. Es que son, utilizando un dicho popular, el hambre y las ganas de comer que están llevando al país a la hiperinflación. Pero no sufrieron ninguna consecuencia por ello.
Sergio Massa es el que alimenta la corrida. El “plan platita” recientemente implementado implica un déficit fiscal de cerca de 1,7% del PBI en los últimos cuatro meses del año. Dado que el país no tiene acceso al mercado de deuda, el financiamiento saldrá del Banco Central. La entidad deberá emitir al menos 2,8 billones de pesos en los últimos tres meses del año para financiar al Gobierno, casi un 45% de la base monetaria en solo tres meses.
Además, antes de las PASO, cada vez que subía la inflación el FMI le tiraba de las orejas al Banco Central para que subiera las tasas de interés y, así, moderara la demanda. Pero el FMI se autoató las manos al hacerle dos desembolsos juntos al Gobierno y decirle que lo vería recién después de la segunda vuelta electoral. Sin esta restricción, el Banco Central no ajustó la tasa de interés tras el salto inflacionario de agosto y, por lo tanto, la tasa de los depósitos en pesos quedó muy por debajo de la tasa de inflación esperada para los próximos meses.
Ante este panorama de emisión futura, de expectativa de mayor inflación y de tasas reales negativas, la huida del dinero se acelera. Ya no es solo el efectivo el que quema en las billeteras de los argentinos (su uso disminuyó del 3,3% del PBI en septiembre de 2022 a 2,5% en septiembre de 2023). Ahora les tocó el turno a los depósitos en pesos, que cayeron, ajustados por inflación, 7% en los últimos dos meses. La contrapartida de la menor demanda de dinero es la aceleración de la inflación y la mayor presión sobre el dólar paralelo observada en días recientes. Nada de esto surgió en el debate.
Esta pérdida del valor del peso en los mercados paralelos se da a pesar del creciente uso de reservas para intervenirlos. En agosto, según el último dato oficial disponible, el Gobierno habría gastado US$870 millones para limitar la disparada del dólar MEP, llegando a un total de US$2200 millones desde abril. Se estima que en septiembre habría usado un monto similar. Este escándalo tampoco se trató en el debate. Mientras Massa da dólares a precio subsidiado para que algunos privilegiados puedan, como dirían los kirchneristas, “fugarla”, el Gobierno limita cada vez más las importaciones. Este límite tendrá un impacto en la actividad durante varios meses, porque la deuda nueva con los proveedores externos ya acumula cerca de US$20.000 millones en dos años, y algunos se están negando a embarcar mercadería.
“El ‘plan platita’ de Sergio Massa implica un déficit fiscal de cerca de 1,7% del PBI en los últimos cuatro meses del año; eso se financiará con mayor emisión”
El escándalo es doble si tenemos en cuenta que cuantos menos dólares hay disponibles, mayores son las oportunidades de corrupción. Las anécdotas sobre coimas para destrabar las importaciones se acumulan, en lo que puede ser el mayor escándalo de corrupción a cielo abierto desde el de la obra pública de Néstor Kirchner. Hagamos un cálculo simple. Las importaciones en 2023 fueron por US$6450 millones en promedio, por mes. Si, siendo conservadores, pensamos que solo el 20% de los importadores aceptó pagar una coima promedio del 10%, esto implica que funcionarios del Gobierno que, a los efectos prácticos, preside Massa, recaudan casi US$130 millones por mes. El sistema de las SIRA lleva 13 meses, lo que da un total de casi US$1680 millones. Tiempo dedicado a este tema en el debate: 0 minutos.
Massa también sacó barata la mayor bomba de humo que tiró en el debate: su promesa de creación del peso digital. Si ya está llevando a la economía hacia Venezuela, con una inflación creciente y con restricciones a las importaciones, el peso digital era lo único que le faltaba. Venezuela introdujo el Bolívar Digital (VED) en 2021, a razón de 1 VED por cada millón de unidades del Bolívar Soberano (VES) que, a su vez, había sido introducido en 2018 a razón de 1 VES por cada 100.000 unidades del Bolívar Fuerte (VEF), que fue introducido en 2009 a razón de 1 VEB por cada 1000 Bolívares (VEB), moneda con la que Venezuela se manejó desde 1879 hasta la llegada del chavismo. Unos genios en el manejo de la economía los inspiradores del kirchnerismo. La introducción de una moneda digital no trajo ningún beneficio a Venezuela: la inflación de 2023 se estima en más del 250%.
Sí está claro que al menos el peso digital traería un ahorro con respecto a la situación actual en la que, por un supuesto capricho de la vicepresidenta, el Gobierno no introduce billetes de mayor denominación, lo que lleva a tener que emitir cantidades siderales de papelitos de colores, a gran costo. Mientras transcurría el debate se estaban imprimiendo en China 2000 millones de papeles de $2000, a un costo de cerca de US$234 millones, parte de los cuales arribará a Buenos Aires en dos barcos el 4 y el 5 de noviembre. Pero en el debate nadie dijo nada ni del fracaso del Bolívar Digital ni del obsceno costo de la impresión de billetes.
Javier Milei también sacó barata su participación en el debate. Muchos preguntan por qué podría tener alguna responsabilidad si no está en el Gobierno: pues bien, en la economía las expectativas sobre lo que se espera pase en el futuro tienen impacto en las decisiones hoy. Su propuesta de dolarización en una economía sin dólares es la frutilla del postre que lleva al colapso de la demanda de pesos de estos días.
“La propuesta de Milei de una dolarización en una economía sin dólares es la frutilla del postre que lleva al colapso de la demanda de pesos en estos días”
En el debate nadie le pidió mostrar su celular, en el cual alega tener ofertas multibillonarias de fondos de inversión para financiar la dolarización. Que esta mentira tiene patas cortas quedó en evidencia cuando dos miembros de su entorno tuvieron una reunión en Connecticut a inicios de septiembre, en la que les dijeron claramente que nadie les va a prestar nada. Algunos miembros del team dolarizador hablan de hacer un fideicomiso garantizado por un porcentaje de la recaudación de las retenciones. Primero, ¿en serio no piensan eliminar las retenciones? Segundo, eso no sería posible porque el contrato de los bonos actuales en dólares lo impide. La única realidad es que la Argentina parte de una situación de reservas netas negativas por casi US$10.000 millones y que nadie nos va a prestar nada. Es decir, para dolarizar se requiere que el país atraviese una hiperinflación y una brutal caída del consumo y de la actividad.
Antes de explicar por qué déjenme sumar una tercera y no excluyente posibilidad que barajó otro miembro del entorno económico de Milei. Carlos Rodríguez argumentó que para dolarizar rápidamente se requerirá una hiperinflación o un plan Bonex. La caída de depósitos en pesos no llama la atención, cuando miembros del potencial futuro gobierno mencionan la temida palabra Bonex. Tampoco llama la atención que los inversores huyan de los bonos en pesos, cuyos precios colapsaron. Para evitar un colapso mayor, el Banco Central compró bonos emitiendo $277.000 millones solo en los primeros tres días de la semana pasada, alimentando la escalada inflacionaria.
Volviendo a mi argumento de hiperinflación e hiperrecesión, hagamos unos cálculos simples. Hasta hace unos días, Milei decía que necesitaban cerca de US$40.000 millones para dolarizar. Esto es porque dividía la base monetaria de ese momento ($6 billones) más las Leliq (21 billones) por el blue del momento, cercano a $740. Esto daba US$36.000 millones. Dejemos el debate de si se necesita o no respaldar más activos (creo que sí) para otro momento. Llegar a US$36.000 millones desde -US$10.000 millones es imposible en el corto plazo. Hagamos el cálculo con US$20.000 millones; es necesario acumular US$30.000 millones, porque partimos de US$10.000 negativos. Como nadie nos va a prestar nada, hay que generar un tremendo superávit comercial para acumular dólares. Si se quiere hacer en un año, las importaciones tendrán que caer entre 40% y 50% en 2024, lo que llevaría a una baja del consumo y de la actividad de mucho más del 10%. Con US$20.000 millones, dado el monto de las Leliq y la base monetaria actual, se requiere un tipo de cambio de $1422.
Milei le dice a la gente que la dolarización se va a hacer a tipo de cambio de mercado, pero nadie en el debate le preguntó cuál es ese tipo de cambio. Se trata de uno que va a generar una hiperinflación, que es la otra cara de la moneda de la brutal caída del consumo, la actividad y el empleo que va a generar la fantasía de la dolarización. Un tipo de cambio al que el mercado está convergiendo solito en estos días, impulsado por una dinámica que difícilmente cambie al menos hasta el 22 de octubre: un gobierno que emite a lo loco y un candidato que va a insistir en una idea loca sin reparar en el costo que su implementación tendría en la población.
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