Linde y Praxair crean un gigante del gas industrial de US$66.600 millones
Los colosos del gas Praxair Inc., de Estados Unidos, y Linde AG, de Alemania, culminaron el martes un romance de dos años y acordaron unir fuerzas para formar la mayor empresa de gas industrial del mundo, con una capitalización de mercado combinada del orden de los US$66.600 millones.
Las empresas anunciaron el martes que sus juntas directivas aprobaron la combinación después de conversaciones intermitentes que colapsaron hace unos meses, pero que luego se reanudaron.
Aunque sus empresas de mayor envergadura son desconocidas para el público general, el negocio de gases industriales o de “especialidad” es uno de los pilares de la economía moderna. Proveen combinaciones de gases, como helio y oxígeno puro, que se usan en toda clase de aplicaciones industriales, desde el enfriamiento de los magnetos superconductivos en las máquinas que hacen resonancias magnéticas a la reducción de las emisiones de las refinerías.
Entre los principales clientes de las empresas figuran las petroleras, tanto perforadoras como refinadoras, fabricantes de químicos y hospitales. Praxair y Linde también producen gases empleados en las manufacturas y en la producción de alimentos.
La operación debe ser aprobada por entes reguladores de todo el mundo. Linde es la segunda empresa del rubro en el mundo, detrás de la francesa Air Liquide, y la estadounidense Praxair es la tercera. La empresa combinada tendría una facturación anual de cerca de US$30.000 millones.
Tanto Linde como Praxair tienen una extensa presencia en América Latina. Praxair, domiciliada en Danbury, Connecticut, obtuvo 13% de sus ingresos en los primeros nueve meses del año de Sudamérica, según el último reporte de resultados. Linde tiene presencia en Venezuela y Ecuador, mercados de los que Praxair está ausente.
Tras el anuncio del acuerdo, las acciones de Linde sufrieron una caída de 3,34% en la Bolsa de Fráncfort mientras que las de Praxair perdieron 3,75% en la Bolsa de Nueva York.
El sector de gases industriales se ha visto afectado por la caída en los precios de la energía y el magro crecimiento de mercados desarrollados clave. La desaceleración del negocio petrolero y el gasto en salud, en especial en EE.UU., han perjudicado su desempeño. En medio de este panorama sombrío, las empresas que compiten en el negocio han acudido a la consolidación con el fin de obtener escala.
Air Liquide compró en mayo la estadounidense Airgas Inc. por cerca de US$10.000 millones, lo que la catapultó al primer lugar. Linde, con sede en Múnich, le había quitado en 2006 el liderazgo a Air Liquide con la compra de la británica BOC PLC por unos US$14.000 millones.
Linde y Praxair analizaron una fusión por primera vez hace dos años, pero las negociaciones quedaron en punto muerto luego de que la empresa alemana advirtió que sus ganancias iban a estar por debajo de las previsiones. Las conversaciones se reanudaron a mediados de año, pero la junta directiva de Linde las volvió a suspender en septiembre ante preocupaciones por la estructura del pacto.
El colapso provocó la renuncia del presidente ejecutivo de Linde, Wolfgang Buchele, un defensor de la fusión. El ejecutivo fue reemplazado por Aldo Ernesto Belloni. El director financiero, George Denoke, también hizo las maletas.
The Wall Street Journal informó en noviembre que las partes habían vuelto a la mesa de negociaciones. Praxair prometió que la empresa combinada cotizaría en forma conjunta en las bolsas de Nueva York y Fráncfort. Las compañías anunciaron el martes que la empresa combinada, que se llamará Linde, también mantendrá sus instalaciones en Alemania.
El acuerdo representa una especie de reencuentro. Praxair fue en un momento una filial de Linde. Linde Air Products, fundada como el brazo estadounidense de la empresa alemana en 1907, creció de manera tan vertiginosa que para la Primera Guerra Mundial era más grande que su matriz. Durante la primera parte del siglo XX, fue comprada por Union Carbide, que la escindió en 1992 y la rebautizó como Praxair. Union Carbide es hoy parte de Dow Chemical Co.
Steve Angel, presidente ejecutivo y titular de la junta de Praxair, asumirá la presidencia ejecutiva de la empresa combinada y operará desde Danbury. El presidente de la junta directiva de Linde, Wolfgang Reitzle, permanecerá en el puesto. La nueva junta estará compuesta en partes iguales por representantes de ambas firmas.
Los accionistas de Linde obtendrán 1,54 acciones de la nueva compañía a cambio de una acción actual, mientras que los de Praxair recibirán una por una.
El nuevo holding estará domiciliado en la Unión Europea, aunque las empresas no especificaron el lugar. Tener la sede fuera de EE.UU. puede conferir ventajas tributarias. Tanto EE.UU. como Alemania cobran impuestos relativamente altos, de modo que la firma combinada podría pagar menos impuestos si su sede está en otro país.
Sin embargo, no está claro el efecto impositivo en las extensas operaciones globales de las dos empresas. Las compañías domiciliadas fuera de EE.UU. han usado maniobras para reducir el pago de impuestos. Traspasan mucha deuda de la empresa a las operaciones estadounidenses y descuentan el interés contra la tasa impositiva de 35%, trasladando las ganancias obtenidas en EE.UU. a países con impuestos más bajos.
El Departamento del Tesoro de EE.UU. terminó de redactar regulaciones este año que reducirían en forma significativa esta operación, pero los legisladores republicanos se han opuesto. El nuevo gobierno del presidente electo Donald Trump puede anular estas reglas o el Congreso de mayoría republicana podría abolirlas.
Fuentes cercanas a la fusión señalan que los impuestos no fueron una de las principales razones detrás del acuerdo.
Las dos empresas dicen que trabajan a toda velocidad para alcanzar un acuerdo definitivo. Uno de los mayores obstáculos será conseguir el visto bueno de los reguladores en todo el mundo. Analistas de Bernstein Research prevén que tendrán que desprenderse de negocios que generan ventas anuales cercanas a US$5.000 millones para satisfacer a los reguladores.
Michael Harrison, analista del sector químico de Seaport Global Securities, dice que una de las principales preocupaciones de los reguladores será probablemente el segmento de comercialización, en el que las empresas distribuyen el gas en camiones dentro de un radio de unos kilómetros. Los reguladores querrán cerciorarse de que haya más de un distribuidor de gas en la mayoría de las áreas. Eso demandará la venta de algunos activos, estima Harrison. Otro posible foco de atención de los reguladores es la provisión de cilindros de oxígeno a empresas de salud en EE.UU.
—Laurence Norman en Bruselas y Richard Rubin en Washington contribuyeron a este artículo