Ley de Economía del Conocimiento: un consenso posible
En la Argentina, las actividades de la Economía del Conocimiento, es decir aquellas que unen el uso intensivo de la tecnología y el capital humano altamente calificado (software, biotecnología, ingeniería, servicios profesionales y producciones audiovisuales), son las más dinámicas: el empleo entre 2007-2017 creció 65% más que en el resto de la economía y las ventas también crecieron en el mismo período 70% frente a un avance general del 12%.
En su totalidad, la Economía del Conocimiento emplea a más de 430.000 personas en forma directa y exporta más de US$6000 millones, constituyéndose en el tercer complejo exportador del país. Y es mucho lo que puede seguir creciendo si hacemos las cosas bien.
Por eso, continuando el camino iniciado por nuestro país con la Ley de Software, aprobada en 2003 y que vence a fin de año (con resultados extraordinarios), se presentó hace unas semanas en el Congreso el proyecto de Ley de Economía del Conocimiento, que establece un marco impositivo especial para las empresas del sector para el período 2020-2030.
El mencionado proyecto lleva la firma de los diputados Luciano Laspina (Cambiemos), Juan Brugge (Córdoba Federal) y Marco Lavagna (Alternativa Federal), y tuvo como principal insumo la propuesta elaborada por una mesa sectorial del Ministerio de Producción y Trabajo, en la que se trabajó durante más de un año con las principales cámaras, clusters, emprendedores y empresas de todo el país de los distintos sectores de la Economía del Conocimiento.
En busca de consenso
Este dialogo público-privado buscó consensuar un proyecto que, a partir de la experiencia de 15 años de aplicación de la Ley de Software, incluyera a más sectores, simplificara la burocracia y tuviera especial consideración por los emprendedores y pymes, fijándose como objetivos para 2030 la creación de 215.000 nuevos empleos directos y alcanzar los US$15.000 millones de exportaciones anuales.
Ese sería solo el impacto directo, porque la Economía del Conocimiento también tiene la capacidad de ayudar a crecer a los demás sectores de la economía: software e impresión 3D para la industria manufacturera, robótica para la maquinaria agrícola, inteligencia artificial para el comercio, biotecnología para el agro y la salud, y así podría seguir nombrando muchos más. No hay sector productivo donde la Economía del Conocimiento no esté transformando la manera de hacer las cosas y abriendo oportunidades.
En la Argentina, el desafío es doble. Por un lado, estamos avanzando en un ordenamiento macroeconómico imprescindible. Equilibrio fiscal, infraestructura, simplificación productiva e integración al mundo son pilares que estamos construyendo con esfuerzo. La necesidad de mejorar la competitividad es una tarea prioritaria y, comprensiblemente, está en el podio de las prioridades de las pymes.
Pero, a la vez, no podemos dejar de lado la necesidad de trabajar en la agenda de productividad con innovación y tecnología. No son etapas sucesivas, necesitamos ordenar y dar el salto hacia la Economía del Conocimiento de manera simultánea. El mundo no espera.
Es difícil, sí, pero no imposible. Tenemos lo más importante. El talento argentino no conoce límites. Una de las mejores 10 camionetas del mundo tiene el software cordobés de IncluiT. Más de 600.000 pymes de América Latina viven y dan empleo gracias al equipo de 8000 personas que trabajan en Mercado Libre, y al big data de Nubimetrics, en Jujuy.
Eso no es todo. Los arándanos de la Argentina y los almendros de California mejoran sus rendimientos con las abejas entrenadas por la tecnología de BeeFlow, que fue desarrollada en Mar del Plata. Lo mismo que los productores agropecuarios del mundo mejoran sus rindes o el uso de los recursos naturales con los nanosatélites de Satellogic o las apps cordobesas Kilimo o TamberoWeb. Cientos de empresas de la región mejoran su logística con la plataforma de Internet de las Cosas de Quadminds, hecha en Núñez. Millones de personas de todo el mundo aprenden sobre inclusión con la historia de Ian, animada por MundoLoco y dirigida por Campanella.
Por eso, además decimos que es una ley bien federal, ya que busca brindar oportunidades de desarrollo en todo el pais.
Como lo mencionamos en el plenario de comisiones, de aprobarse este proyecto estaríamos frente a una ley que fue aprobada durante el gobierno de Néstor Kirchner, con Roberto Lavagna como ministro de Economía, prorrogada durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, y ampliada y mejorada durante el mandato de Mauricio Macri. Lo que se dice una verdadera política de Estado, sin grietas.
Por eso, celebramos la obtención de la media sanción en la Cámara de Diputados, con una amplia mayoría, y esperamos que el Senado la convierta en ley pronto.
La Economía del Conocimiento no es solo una oportunidad: innovar es un mandato para construir un país desarrollado con oportunidades para todos. El siglo XXI está hecho para la Argentina, decía hace poco Pierpaolo Barbieri (fundador de Uala, aplicación móvil de gestión financiera). Claro que sí.
El autor es secretario de Emprendedores y Pymes
Mariano Mayer