Levantar el cepo y ajustar a la casta, el plan de Milei para paliar el malestar social
Son las máximas que guían el accionar de los funcionarios mileístas en estas horas; al mismo tiempo, el ministro de Economía, Luis Caputo, está convencido de que la macro está reaccionando al plan mejor de lo que estaba previsto
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El gobierno de Javier Milei está haciendo los deberes para poder levantar el cepo cambiario lo antes posible. La visita al país esta semana de Gita Gopinath, la número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI), giró en gran medida en torno a este tema. Si bien en el equipo económico venían repitiendo que no tenían apuro en levantar los controles, la realidad es que la fuerte caída de la brecha cambiaria –ahora es de apenas 30%, y sigue bajando– habilitaría al Gobierno a adelantar sus planes. La medida no es sólo clave de cara al ingreso de dólares de la cosecha gruesa, previsto para comienzos de abril, sino también para ir dando mayores señales de normalidad a una sociedad que está transitando por estas semanas el momento más duro del cambio de régimen económico. Levantar el cepo y mostrarle a la sociedad que también habrá un fuerte ajuste de la casta son las máximas que guían el accionar de los funcionarios mileístas en estas horas. La racionalización de gastos en YPF, la eliminación del INADI, y la supresión de los fondos fiduciarios, anunciados en la última semana son sólo algunos ejemplos de esto último. Pero habrá más.
El ministro de Economía, Luis Caputo, está convencido de que la macro está reaccionando al plan mejor de lo que estaba previsto. Algunos datos: los dólares libres, que sirven para anclar las expectativas de precios de los actores económicos, están cayendo; el Banco Central (BCRA) está acumulando reservas a un ritmo históricamente alto para esta época del año (sumó US$8000 millones en lo que va de la gestión Milei); y la inflación empezó a mostrar un sendero de desaceleración marcado (para febrero, Economía cree que el IPC podría ser del 15 por ciento). Sin embargo, todavía hay poco para ofrecerle a una población que con salarios desplomados enfrenta una canasta de precios prohibitiva.
De ahí que la idea sería acelerar algunas medidas, como el levantamiento del cepo cambiario. Para eso, la Argentina aspira a que el organismo multilateral de crédito le garantice un desembolso de dinero fresco de unos US$15.000 millones. El FMI podría funcionar así como una una suerte de prestamista de última instancia, en el caso de que el mercado decida correr contra las reservas ante un eventual levantamiento de las restricciones cambiarias. En el Tesoro de los Estados Unidos hace ya algunos días que se habla de este tema. A diferencia de lo que sucedía algunos meses atrás, ahora no habría tanta reticencia de empujar el tema dentro del FMI. Se sabe que si el Gobierno de Estados Unidos apoya una moción es difícil que el resto de los accionistas del organismo ofrezcan resistencia. Los Estados Unidos no sólo tienen 16% de las acciones del Fondo, sino que además son el único país con derecho a veto.
“Estamos muy optimistas con la macro –reconoce un funcionario del Gobierno–. Pero la gran duda es si la gente va a aguantar la micro tan mal durante seis meses o más. La única manera de acortar los plazos es primero unificando el tipo de cambio, y después abriendo el plan bimonetario, que no es una dolarización forzosa, sino voluntaria”, anticipó. La primer fase del plan ya está en marcha.
“El FMI podría dar plata para atenuar la volatilidad si se unifica el mercado de cambios, esto es, que importaciones y exportaciones vayan todas al mismo precio. También deudas financieras. Para dividendos, seguramente, el cepo va a seguir, porque para eso se necesitarían muchos más dólares. Pero la plata sirve para evitar que la unificación de los tipos de cambio se transforme en un barrilete”, explicó una fuente al tanto de las conversaciones.
Para ello, también el Gobierno espera mostrarle al FMI que no sólo en enero hubo superávit financiero, sino que también en febrero el balance fiscal seguirá siendo positivo, aun a pesar de la fuerte caída en la recaudación producto del freno en la actividad. No hay empresa que hoy no se queje de la fuerte caída en las ventas: alimentos, supermercados, cosmética, automotrices, todas arrastran meses de números en rojo. En industrias como la de la construcción o la textil ya se empieza a hablar de despidos o retiros voluntarios. No hay proceso recesivo que no pegue en el empleo.
No obstante, hay algunos números que ilusionan a los economistas. Fernando Marengo, economista jefe de Blacktoro, cree que si el Gobierno persiste con el ajuste fiscal y no modifica la tasa de devaluación –crawl–, hoy del 2% mensual, es posible que el número de inflación se ubique cerca del 8,5% tan pronto como abril y luego siga bajando hasta el 3,5% mensual para el segundo semestre del año. La mega absorción de pesos que está llevando adelante el Gobierno –no emitiendo billetes, retirando pesos con la colocación de Bopreal, y recomprando la deuda en poder del BCRA– hoy hace que el peso empiece a volverse un bien cada vez más escaso.
El desafío, coinciden analistas económicos y políticos, es que la sociedad y la política acompañen el proceso de transición hasta que la economía muestre los primeros brotes verdes. Para atenuar el agobio social, el Gobierno comenzó esta semana con un agresivo plan de comunicación de ajuste también hacia la casta. El sinceramiento de la economía duele, pero la sociedad no está haciendo el esfuerzo sola, parece querer decir La Libertad Avanza. La realidad es que, por rimbombante que sea el gasto político, apenas mella sobre las cuentas públicas (a diferencia de las jubilaciones y de los subsidios económicos). El nuevo gobierno construye su propio relato.
Así las cosas, desde lo más alto del Gobierno el miércoles bajaron la orden a todos los ministerios de la necesidad de hacer una nueva ola de recortes en la plantilla del Estado (sobre todo el foco estará en los contratados que no forman parte de la planta permanente). Es cuestión de días para que el sector privado empiece a ser noticia por los despidos; el Estado no puede ser la excepción. También empezarán a difundirse ejemplos de excesos en el sector público, muchos de los cuales vienen de hace varias gestiones. “Hay 10.000 pasajes por año de Aerolíneas Argentinas de los legisladores y encima suman millas”, ilustró un colaborador. “Hay decenas de ejemplos similares”, adelantó. El marketing es tal vez una de las herramientas que mejor maneja el equipo de Milei. La maquinaria estará funcionando a pleno.
En el plano político, en tanto, la estrategia seguirá siendo la de presionar a los gobernadores con la caja a cambio de apoyos. “Dudo de que los gobernadores se banquen mucho tiempo más sin plata. Deberían aflojar”, deslizó un funcionario de la Libertad Avanza. Néstor Kirchner fue el primero en demostrar que no hay como el dinero para comprar voluntades. ¿Las formas? Más que cuestionables en ambos casos. Sin embargo, a diferencia de Néstor, Milei tiene la osadía de enfrentarse a los caudillos provinciales sin tener el respaldo de un partido político detrás.
Mientras tanto, las conversaciones con Mauricio Macri van y vienen. Hay propuestas de segundas líneas que podrían terminar de indicar que un acuerdo está llegando a buen puerto. El macrismo puso varios nombres sobre la mesa: podrá no haber coalición formalizada, pero varios alfiles podrían ocupar sillas relevantes. Las versiones ubican al diputado Hernán Lombardi como posible secretario de Turismo y Medioambiente (el casta eterna Daniel Scioli se quedaría sólo con el área de Deportes), mientras que Alejo Maxit, exresponsable de la gestión del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses durante la gestión macrista podría volver al mismo puesto junto con Mariano de los Heros, como número uno del organismo previsional. En tanto que Javier Iguacel, exsecretario de Energía durante la gestión de Macri, podría ocupar una silla en Arsat. Todas negociaciones en marcha, como la casta exige.
No hay economista que no advierta que sin reformas de fondo –laboral, previsional y tributaria, principalmente–, no habrá crecimiento posible. Milei podrá gritar, actuar, y ofrecer el mejor show para las redes, pero en sus casi tres meses de gobierno probó tener un pragmatismo y una resiliencia sorprendente. Sabe que no tiene tiempo para perder.
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