Leonardo Leiderman: "Las crisis económicas del país en las últimas décadas fueron made in Argentina"
ARGENTINOS EN EL MUNDO
Estudió Economía en la Universidad Hebrea de Jerusalén e hizo el doctorado en la Universidad de Chicago; su tutor de tesis fue el Premio Nobel Robert Lucas. Luego de cursar un posdoctorado en la Universidad de Boston, volvió a Israel para tomar su actual cargo académico en la Universidad de Tel Aviv. Además, es asesor económico del banco comercial Hapoalim.
Leonardo Leiderman se instaló en Israel apenas terminó el secundario en Córdoba, becado por la Universidad Hebrea de Jerusalén para cursar la licenciatura y la maestría en Economía. De sus 18 años de crianza en la Argentina conserva la pasión por el fútbol y por Boca Juniors y Belgrano de Córdoba más específicamente. También le gusta el tango y tiene saquitos de mate cocido en su oficina, infusión que bebe cada tanto.
Sus contribuciones principales derivadas de sus investigaciones se refieren a temas de mercados emergentes, flujo de capitales, programas de estabilización de inflación y política cambiara y monetaria en regímenes de metas de inflación. En estos temas asesoró a los bancos centrales de Brasil, Colombia, México, Costa Rica, Polonia, Turquía y Georgia. Además, escribió trabajos de investigación con otros economistas argentinos, como Guillermo Calvo, Mario Blejer, Pablo Guidotti y Miguel Kiguel.
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-¿Qué análisis hace de casi el primer mes de gobierno de Alberto Fernández?
-Veo tres puntos muy positivos en este poco tiempo: la rapidez con la cual se comenzaron a tomar medidas económicas, dando signos claros de que hay temas centrales de urgencia que requieren atención del Gobierno; la toma de medidas de ajuste fiscal, con el mensaje de que la estabilización económica requiere ajustes de presupuesto, y la señal de que no se toma en cuenta la posibilidad de un default unilateral de la deuda pública. La experiencia de Israel y la de otros planes de estabilización en países avanzados y emergentes es bien claro: se recomienda que las medidas "duras" y más "difíciles" en lo social, político, y económico se tomen en el primer año de gobierno. De lo contrario, si las medidas se postergan para el segundo o tercer año, la cercanía de las elecciones próximas se convierte en un factor que limita los incentivos y poder político para tomar medidas que pueden ser muy necesarias.
-¿Cree que el Gobierno presentó un programa de estabilización?
-No, las medidas que se han tomado hasta ahora están muy lejos de constituir un programa de estabilización. Un programa así tiene que especificar varios temas, que tienen que ver con cuáles serán los ajustes fiscales, los planes respecto a la reestructuración de la deuda, las reformas estructurales y la política monetaria y cambiaria que, en forma coordinada, resulten en una mejoría durable de la situación económica. En Israel, en forma paralela a lanzar el programa de estabilización de 1985, se logró un pacto social entre los gremios, el gobierno, el banco central y la asociación de empresarios e industrialistas. Si bien la crisis no fue de la profundidad de las de la Argentina, sí fue tan grande que se creó un gobierno de coalición nacional, con el objetivo de estabilizar la economía. Intentar lograr un pacto social en la Argentina es un desafío que hay que enfrentar. Mi recomendación a Alberto Fernández y a su gobierno es que ahora es el momento de articular dicho plan integral y de anunciarlo. Es casi imposible recuperar la confianza y la credibilidad de los agentes económicos sin tener un plan de ese tipo.
-¿Cómo caracterizaría al paquete fiscal y tributario anunciado?
-Pienso que han puesto un énfasis muy grande en la suba de impuestos. Para que aumente la actividad, el empleo y el crecimiento, el Gobierno tiene que ofrecer un marco pro negocios, en el cual las empresas quieran aumentar la inversión, el empleo y la productividad. En mi opinión, parte de las medidas tomadas hasta hoy van por un camino contrario a lo mencionado. Por ejemplo, hay medidas que reducen el incentivo de las empresas a aumentar el empleo y a exportar. Otras aumentan la carga tributaria para la clase media, como el impuesto a los bienes personales, al turismo o a la compra de divisas. Lo que se hizo es tomar una serie de medidas que no necesariamente son compatibles unas con otras, y que crean más incertidumbre respecto a las próximas medidas que vendrán. Y no es claro que lleven a una reactivación de la economía.
-¿Lo consideraría como un ajuste al plan anunciado?
-No es el ajuste fiscal que necesita la Argentina. Se necesitan muchas otras medidas que se podrán saber solamente cuando se conozca cómo será la ley de presupuesto para 2020. Los elementos principales de la ley, como cuáles son las metas fiscales para el gasto o para lo tributario, todavía no son conocidos. Hubo apuro por tomar algunas medidas que dan un signo claro de que desde el Gobierno empezaron a trabajar y a ocuparse del tema. Incluso han tomado medidas dolorosas. Pero por el otro lado, lo que la Argentina necesita, en mi modesta opinión, es un plan de estabilización bien compresivo e integral. Ese programa integral tendrá que incluir el plan de presupuesto y una legislación que defina cuáles serán las metas fiscales para 2020 y 2021, cuál será la política monetaria y cambiaria del Banco Central, que deberán ser compatibles con las metas fiscales. También tendría que incluir el plan referido a la deuda del país, el tema de la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las políticas en el campo social. Estos temas tomarán tiempo, no se hacen de la noche a la mañana. Creo que no es recomendable exagerar o apurarse demasiado con medidas y controles como vimos en las últimas semanas, porque pueden producir un desgaste político del plan económico.
-¿Por ejemplo?
-Hubo grandes críticas del sector del agro. No soy de la escuela de imponer más controles porque la experiencia de la Argentina y de otros países indica que no son una política económica. Los controles son para una situación de gran crisis y de gran emergencia. En el momento en que hay controles, hay incentivos para que los individuos y las empresas vean cuáles son las formas legales de no cumplir con los controles.
-¿Se pueden quitar los controles cambiarios, teniendo en cuenta que hay pocas reservas en el Banco Central?
-No, estoy de acuerdo. Yo no critico en este momento los controles cambiarios. Estoy seguro de que los economistas del FMI van a querer negociar y hablar con la Argentina, y a lo mejor haya un nuevo programa. Ojalá de esta forma puedan crecer las reservas internacionales. Dicho esto, en general, los controles no tienen que ser un sustituto de una política macroeconómica bien coordinada y bien integral.
-En relación a la política monetaria, ¿cuál sería el mejor sistema para este contexto, teniendo en cuenta que ni las metas de inflación ni los agregados monetarios funcionaron?
-En su momento, fui parte de los economistas que introdujeron el tema de las metas de inflación. Lo hicimos en Israel a comienzo de los 90, cuando era vicepresidente del banco central. Junto con el economista Lars Svensson editamos el primer libro sobre este tema, luego de haber dado una conferencia en Milán. Por lo tanto, soy partidario de este régimen, que es el que tenemos en Israel y el que usan la mayoría de los bancos centrales. En su momento tuve mis críticas sobre la forma y el momento en el que el plan se lanzó en la Argentina. En este momento, el tema principal, en cuanto a la composición de la política macroeconómica, está en la parte fiscal. El principal rol de la política monetaria es encontrar una forma de acompañar una estabilización y un ajuste fiscal. Adoptar una meta de inflación estricta o metas de crecimiento de la oferta monetaria no serían políticas correctas. Creo que debería reforzarse la autonomía del Banco Central; cuanto más se financie el déficit fiscal vía emisión monetaria, más difícil será estabilizar y bajar la inflación. Es una recomendación de lo que no hay que hacer. En este momento, el problema de la Argentina no es la emisión monetaria, sino la gran incertidumbre sobre cuáles serán las reglas del juego en lo fiscal, lo cambiario, lo tributario y en la deuda en los próximos años. Estamos viendo que los sectores productivos de la economía han entrado y seguirán en una posición de espera antes de invertir. Mientras tanto, el país está estancado en cuanto al crecimiento económico.
-Hace dos años que la Argentina está en crisis. ¿Cree que se podría haber comenzado antes la reactivación o las elecciones presidenciales la agravaron?
-He visto con gran sorpresa que el gobierno de Mauricio Macri, teniendo gente tan hábil en lo económico, en lo social y en lo político en su equipo, cometió tantos errores que lamentablemente llevaron a la Argentina a la situación en la que está. Ellos comenzaron con una situación inicial muy difícil, producto de los errores de gobiernos anteriores, pero no acertaron en el camino económico que tendrían que haber tomado. Especialmente erraron en postergar el ajuste y las medidas dolorosas para el tercer año de gobierno, cuando ya se estaban acercando las elecciones. Además, creo que el manejo de la política monetaria tendría que haber sido manejada de otra forma. Vi con gran desilusión y tristeza que un gobierno con gente tan capacitada como la que tuvo Macri, concluyera su gestión así. Y ni hablar lo que me entristece, siendo argentino en el extranjero, ver los datos de la pobreza y los indicadores sociales del país.
-¿Cómo ve a la Argentina, pensando a futuro?
-Por un lado, es muy difícil ser optimista. Por otro lado, la Argentina es un país con recursos naturales y humanos con gran potencial y creo que, lamentablemente, las crisis del país en las últimas décadas fueron made in Argentina. No fueron crisis como en aquellos años, en los cuales bajaba el precio de las commodities en el mundo y la Argentina entraba en problemas. La de las últimas décadas son crisis cuya raíz es, por un lado, el manejo económico, y por otro, la interacción entre la economía y la política. Realmente es increíble cómo la Argentina está completamente separada de lo que está pasando en el mundo. El mundo está viviendo tasas de interés bajísimas y se caracteriza por el crecimiento económico. Hay inversión en todos los temas del llamado nuevo mundo, en tecnología, en la revolución digital, en agrotech [la tecnología en el campo]. Son todos aspectos de lo que será el mundo de nuestros hijos y de las futuras generaciones. Mientras tanto, la Argentina está estancada. Creo que este es el momento en el cual el ministro y el equipo económico del Gobierno tienen que escuchar la opinión de economistas profesionales, que tienen toda la experiencia de la Argentina y del exterior y que están dispuestos a ayudar porque quieren ver al país salir adelante. Ellos podrían ayudar a construir este paquete del llamado plan de estabilización integral.
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