Le prestaron US$50.000, creó un negocio y hoy factura más de $200 millones
Grupo Rapet nació en 2015 y está radicada en Mercedes, donde antes había una fábrica abandonada; su fundador y CEO, Rodrigo Miles, comenzó el proyecto con una inversión inicial de US$50.000 que le prestó un conocido; hoy transforman botellas en escamas que son utilizadas en diferentes industrias
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“Desde que terminé el secundario, en Punta Alta, supe que quería ser emprendedor”, cuenta Rodrigo Miles, fundador de Grupo Rapet, la empresa que recicla 500 toneladas de plástico por mes. La cifra equivale a una cancha de fútbol profesional de un metro de alto de botellas aplastadas por día que, proceso mediante, se transforman en escamas (resina) que son utilizadas en diferentes industrias.
Sin embargo, al igual que miles de emprendedores que hoy son un “caso de éxito”, el camino hasta lograrlo no fue tan lineal. Primero, y una vez definida su área de interés, Miles se graduó como ingeniero industrial en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). Esa profesión lo llevó a desempeñarse en diversas empresas de la industria automotriz, la energía nuclear y petroquímica.
Luego, cursó posgrados en dirección de proyectos y administración de negocios que le fueron allanando el horizonte hacia el “emprendedurismo consciente y sustentable”, como prefiere definir el rubro en el que se enmarca la actividad que realiza su empresa, radicada en la localidad bonaerense de Mercedes.
“En una feria me enteré de la existencia de una fábrica abandonada hacía más de 10 años que supo reciclar PET (pereftalato de polietileno) y automáticamente pensé en el triple impacto que tendría ponerla en funcionamiento”, recuerda Miles, en diálogo con LA NACION. Y evoca, con orgullo, su razonamiento de aquel entonces, que fue el leit motiv del proyecto: “Si lograba poner en marcha ese fierrerío pseudochatarra iba a tener un impacto positivo para el medio ambiente, social y económico. Reciclar plástico con una fábrica reciclada me parecía una idea increíble”.
La inversión inicial ocurrió en 2015 a partir de un préstamo de US$50.000 que consiguió gracias a una persona conocida. “Lo pedí en forma personal, es decir, que si me iba mal tendría que saldar esa deuda de mi bolsillo”, cuenta. Pero, con el correr del tiempo, no solo le fue bien al negocio y pudo devolver el dinero con la “rentabilidad propia de la empresa” en aquella primera etapa, sino que lograron facturar $190 millones en 2021 y prevén que lo harán por $400 millones en 2022 y por $800 millones en 2023.
En la actualidad, Grupo Rapet cuenta con un plantel de 45 empleados que reciben 25 toneladas de botellas de plástico por día –equivalentes a 1,5 millones de unidades– en fardos separados por color y tipo de plástico. Dichos envases son compradas a cooperativas, municipalidades y empresas de todo el país.
Según cuenta Miles, las botellas que llegan a la empresa se lavan, se pican y se separan los diferentes tipos de plástico por densidad (flotación) y se venden las escamas molidas, lavadas y secadas, que reemplazan materia prima petroquímica, es decir, petróleo. Luego de ese proceso son utilizadas para la fabricación de nuevas botellas, textiles, bandejas para comida, resinas, pinturas, zunchos y cerdas para cepillos o escobillones, entre otros productos.
“Nuestra tecnología era nula”
Como en la mayoría de los proyectos de negocios, la misión de Grupo Rapet se fue construyendo con el tiempo y la tecnología sofisticándose de a poco, a medida que los márgenes de rentabilidad lo permitían. “El objetivo es reciclar la mayor cantidad de plástico con el mayor valor agregado”, dicen desde la empresa.
“Cuando arrancamos [a realizar el proceso de reciclado] fue con una zaranda, que es una tela perforada parecida a un colador de un metro cuadrado, separando el polvo del plástico y apartando manualmente los granos de PET de la contaminación”, relata Miles.
Y precisa: “Literalmente fue empezar con personas sentadas en una mesa separando los granos de PET con el dedo índice. Nuestra tecnología era nula. Con este trabajo íbamos ganando migajas de pesos y con eso compramos alguna herramienta y tecnología que nos ayudó a que ese trabajo fuera siendo más eficaz”.
A seis años de su fundación, el salto de escala de la empresa queda reflejado no solo en la facturación y en sus proyecciones, sino en la tecnología empleada.
“El proceso de reciclado comienza con una máquina que extrae las etiquetas a las botellas, luego pasan por un selector óptico por infrarrojo que elimina del flujo de botellas las que no corresponden por ser de diferente color o diferente plástico”, explica Miles. Enseguida, según detalla, se realiza una inspección visual con operadores clasificados para después “ir a la molienda”, es decir, a la separación por flotación de tapas y botellas propiamente dichas y, luego, continuar con un proceso de lavado y otro de enjuague. Finalmente, las escamas se secan y se embolsan. “Todo esto en un proceso continuo que trabaja las 24 horas del día”, resume el ingeniero.
Los desafíos de la empresa
Para 2025, el objetivo del Grupo Rapet es reciclar 1000 toneladas de botellas de plástico por mes. Actualmente, procesan 500 toneladas bajo el propósito de “basura cero”, es decir, sin enviar nada a disposición final. “Este último es un objetivo muy ambicioso –reconoce Miles– por la naturaleza del negocio”, pero confían en lograrlo, pese a que es “desafiante”.
“Estamos en proceso de desarrollo de nuevas aplicaciones para el PET reciclado que consideramos van a ser por demás disruptivas”, asegura el ingeniero. Además, confirma que, entre sus proyecciones, se destaca una inversión de US$200.000 para adquirir un selector óptico de cloruro de polivinilo (PVC), que permitiría un avance cualitativo para la empresa y alcanzar, así, el objetivo 2025.
Consultado acerca de si como empresa y modelo de negocio se consideran un “caso de éxito”, el emprendedor considera que sí. “Grupo Rapet se fundó hace seis años, que fueron muy difíciles por la situación macroeconómica de la Argentina, con pandemia incluida. En ese contexto, llevamos un crecimiento de 60% interanual. Las condiciones cambiaron abruptamente, así como las variables y las reglas de juego, pero supimos adaptarnos y seguir creciendo”, dice.
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