Las señales de China que el mercado ignoró
Mucho antes de que los inversionistas perdieran la fe en el mercado de acciones de China, algo raro estaba pasando en los puertos de Long Beach y Los Ángeles, donde los estibadores y cargadores procesan casi 40% del intercambio comercial de Estados Unidos con el gigante asiático.
Jock O’Connell, un asesor comercial con 28 años de experiencia estudiando los puertos, no detectaba los patrones que eran de esperar de un crecimiento rápido de la clase consumidora china. El número de contenedores procedentes de China seguía creciendo, pero a partir de 2013, un número decreciente zarpaba en la dirección opuesta.
La semana pasada, los mercados bursátiles globales experimentaron una sacudida violenta cuando los inversionistas reac-cionaron ante el desplome de las bolsas chinas y señales inconfundibles de que la segunda economía del mundo perdía bríos. Sin embargo, los observadores de los patrones del comercio entre EE.UU. y China habían divisado durante varios años las señales que el mercado pasó por alto.
"Hace un par de años, todo el mundo no paraba de hablar de la pujante y creciente economía en China", dijo O’Connell. "Empecé a ver nuestras cifras de exportación a China y pensé que tal vez estábamos haciendo algo mal". Bienes estadounidenses que son populares entre la clase media china, como almendras o los vinos de California, no estaban cre-ciendo todo lo que preveía.
Entre 2000 y 2010, las exportaciones de EE.UU. a China pasaron de 2% a 7% del total. Luego, la tendencia se estancó. La cifra volvió a subir en 2014 y desde entonces ha descendido.
Las señales de advertencia de los puertos, sin embargo, no eran fáciles de detectar. Las terminales de la costa oeste de EE.UU. estuvieron sumidas en una serie de congestiones debido a problemas logísticos y agitación laboral. Cuando esos inconvenientes se solucionaron durante el segundo trimestre de este año, el comercio no repuntó.
En retrospectiva, las importaciones chinas deberían haber provisto una señal de advertencia más clara. Desde 2002, después de su ingreso a la Organización Mundial del Comercio, el país asiático empezó a inundar los mercados globales con bienes baratos. Paul Ashworth, economista jefe para EE.UU. de Capital Economics, cree que eso produjo un cambio significativo en la inflación estadounidense. "Durante los últimos 12 a 15 años, ha habido una deflación continua de precios de bienes en EE.UU.", dijo. "Todo es por causa de China".
Antes de 2002, la inflación de servicios y la de bienes en EE.UU. se movían típicamente en la misma dirección, impulsadas por la salud de la economía estadounidense. A partir de 2002, la inflación en los servicios se mantuvo estable, mientras que la de bienes empezó a caer. Los restaurantes y las peluquerías no tienen mucha competencia internacional, pero las estanterías de los supermercados están cada vez más llenas de bienes chinos.
En 2013, con los precios en picada, Beijing confrontó a las fábricas que producían artículos que nadie compraba. El Ministe-rio de Industria y Tecnología de la Información de China les ordenó a empresas en 19 industrias reducir su producción. Las plantas de cemento, acero, químicos y papel tuvieron que disminuir su actividad. De todas formas, los bienes siguieron llegando a EE.UU., lo que sugería que la demanda interna en China era débil.
La desaceleración en China era inevitable. Una población que envejece y crece poco significaba que el impulso que recibió en el pasado de la llegada de nuevos trabajadores sería difícil de repetir. La reserva de China de personas en edad productiva (aquellos entre 16 y 59 años) empezó a caer en 2013 y se espera que siga la tendencia descendente.
Los economistas también han cuestionado las estadísticas oficiales de China, las cuales sólo han mostrado una desaceleración modesta. Eso ha llevado a muchos economistas a monitorear indicadores como la generación eléctrica, la producción de cemento o las ventas de autos de pasajeros para tener una mejor visión de lo que está pasando, dijo Megan Greene, economista jefe de John Hancock Asset Management.
El desempeño de la bolsa fue otro factor que ocultó los problemas subyacentes del país. Entre octubre de 2014 y enero de este año, el Índice Compuesto de Shanghai se disparó 47%. De enero a junio, saltó otro 53%.
"A lo largo del año pasado, mucha gente dijo, ‘hemos escuchado algunas noticias negativas, pero mire, el mercado de acciones está subiendo, así que algo debe estar bien’, e ignoraron las señales de una desaceleración seria", dijo Patrick Chovanec, estratega jefe de Silvercrest Asset Management Group y ex profesor de la Universidad de Tsinghua, en Beijing. Ahora, la ganancia del mercado de Shanghai para el año ha sido borrada y los inversionistas que ignoraron las señales de una desaceleración han tenido que reconsiderar sus estrategias.
China sigue siendo la segunda economía del mundo después de EE.UU., una posición que probablemente no cambiará pronto. En los próximos años, su crecimiento se podría desacelerar aún más, pero podría finalmente terminar con una economía más sostenible. Un país que crece de forma lenta no puede seguir construyendo carreteras para siempre, pero una clase media en ascenso podría beber mucho más vino californiano.
"Solía ser que cuando EE.UU, estornudaba, el resto del mundo se enfermaba", dijo Greene de John Hancock. "Ahora, otras economías grandes, especialmente China, pueden estornudar y el resto del mundo lo siente".
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