Las prioridades del futuro
En los últimos meses, ríos de tinta han corrido discutiendo los posibles costos de un resultado adverso en la justicia de los Estados Unidos en lo referente al juicio con los llamados "fondos buitre". El tema volvió a los diarios esta semana, con el rechazo de la Corte Suprema de aquel país a tomar el caso. Pero la atención despertada por esto luce desproporcionada con la magnitud del problema. La deuda total con todos los holdouts no alcanza a un 2,2% de nuestro PBI (Producto Bruto Interno). Un número que no es despreciable, pero que ciertamente no es (o no debería ser) "el tema" de la economía argentina de cara al futuro.
De hecho, mucho más relevantes son otras deudas que nos dejará el kirchnerismo, como las que se tiene con los jubilados como resultado de la falta de movilidad jubilatoria en la presidencia de Néstor Kirchner, y por la que unas 400.000 causas se acumulan en la Justicia. Esta justa deuda al día de hoy representa unos 15 puntos del PBI. La caída en las reservas de gas y petróleo y la contracción del stock ganadero suman otros 14 puntos del PBI, y a esto habría que sumarle el deterioro en nuestro capital de infraestructura en trenes, caminos y electricidad, de muy difícil medición.
Pero resulta apropiado recordar a Lacan cuando decía que "la primera virtud del conocimiento es la capacidad de enfrentarse a lo que no es evidente", frase que menciono porque todos esos pasivos resultan pequeños respecto a otro, mucho más importante, aunque no tan visible.
La Argentina enfrenta una situación totalmente novedosa de cara al futuro a partir del descubrimiento de la reserva de gas no convencional, segunda en magnitud en el mundo. Medidas al precio al que hoy importamos el gas por barco, el valor de estas reservas es equivalente a la descomunal cifra de 9 veces el PBI argentino. En otras palabras, es un valor 415 veces mayor al pasivo que representaría pagarles a todos los holdouts y 3400 veces superior al monto del juicio puntual que hoy se litiga en los Estados Unidos.
Pareciera, entonces, que sería interesante dedicarle algo más de tiempo a este tema, lo cual es particularmente relevante porque mucho está cambiando en el mercado de la energía a nivel global. El desarrollo de nuevas reservas de gas y petróleo no convencionales permite anticipar un mundo con energía abundante y barata en el futuro mediato. En los Estados Unidos, el precio del gas ya bajó a un quinto como resultado de la explotación de este tipo de yacimientos, propiciando una reindustrialización de la economía norteamericana (por eso mejor dejar de lado las posiciones extremas de Pino Solanas y grupos de izquierda que se oponen a la explotación de este tipo de recursos), y es de prever que este aumento de la producción irá deprimiendo con el correr del tiempo los precios del gas y del petróleo a nivel mundial.
Ante este escenario, ese gas que hoy tenemos hundido en Vaca Muerta puede ser que valga menos mañana que si se produce hoy. Asumiendo que en un período de 20 años el precio del gas en el mercado internacional converja al precio actual del gas en los Estados Unidos, demorar esa explotación en 5 años puede representar una pérdida para el país equivalente a tres PBI, ya que esos recursos se extraerían cuando en el mundo valgan mucho menos. Demorar 5 años su explotación es equivalente a 140 veces el costo de resolver el litigio con los "fondos buitre" o 20 veces lo que insumiría resolver la falta de movilidad jubilatoria. Si el presupuesto educativo suma 6% del PBI, la demora sería equivalente a perder lo que invertiremos en educación durante los próximos 50 años.
Sin embargo, este retraso ya se está produciendo por la gran incertidumbre jurídica que el Gobierno ha impuesto sobre el sector energético, primordialmente con su arbitrario intervencionismo y su práctica de confiscación. Esta situación puede acabar siendo la pérdida de riqueza más grande de la que sea responsable el kirchnerismo.
Un espejismo similar se observa en la discusión sobre las reservas internacionales en manos del Banco Central, un tema que a mí me preocupa relativamente poco. Las reservas sólo le sirven a un país sin credibilidad. Por eso la Argentina, aún con la espectacular caída de los últimos años, mantiene reservas por un 8,4% de su PBI, cuando las de Canadá son un 3,9%, las de Australia un 2,9% y las de Estados Unidos, un 1%. Con un gobierno creíble, las reservas no sólo no cumplirían un rol relevante, sino que estarían en alza, no en baja. No hay que preocuparse por el nivel de reservas, sino de que tenemos un gobierno que no brinda credibilidad.
Estos ejemplos que estamos dando permiten concluir que es necesario recuperar el Congreso como lugar de debate de las verdaderas prioridades de cara al futuro. Recuperarlo como lugar donde se pueda desarticular esta tendencia a considerar importante lo que no lo es, y donde podamos focalizarnos en lo importante aunque no se vea. En definitiva, quizás en el debilitamiento de la posibilidad de debatir en ese ámbito resida el pasivo más grande que nos lega el kirchnerismo.