Las medidas que anunció Silvina Batakis estaban en la letra chica del acuerdo con el FMI
Se trata del plan cerrado por Martín Guzmán y cuestionado por la vicepresidenta; temor en los mercados; el irónico apodo con el que una diputada calificó a la ministra
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Cristina Kirchner estaba furiosa. Un piedrazo había destrozado la ventana de su despacho en el Senado mientras se debatía el acuerdo firmado por el Gobierno de Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Fue entonces, en un video subido a las redes sociales en los primeros días de marzo, cuando descargó todo su enojo contra lo que descalificó como “el plan económico del FMI”. Esa hoja de ruta, que Máximo Kirchner evitó votar en el Congreso, había sido diseñada por el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, blanco de sus principales diatribas.
No es curioso que la confianza de los mercados no se haya recuperado con la salida de Guzmán, principal defensor del “plan”. Cristina Kirchner es una dura crítica de un acuerdo que ahora sigue Batakis -supuesta ministra de consenso- y que reclama “acciones dolorosas” a las puertas de una elección. De hecho, la vicepresidenta predica todo lo contrario a lo que impulsaba Guzmán y aconsejaba el Fondo: medidas expansivas –vía emisión monetaria- y de la teoría de la restricción externa.
Apenas asumió, Batakis ratificó que cumplirá el acuerdo con el FMI. De esta manera, quedó ahora presa de un juego de pinzas. Para los mercados, que la ministra sea una funcionaria avalada por Cristina Kirchner le ofrece menos credibilidad que la que tenía el diseñador del plan (Martín Guzmán) a la hora de cumplir con las exigencias acordadas por el Gobierno con el Fondo (equilibrio fiscal, menor emisión y acumulación de reservas). Por otra parte, al apoyo de la vice se diluirá por la presión de su base ante el ajuste.
El lunes, Batakis sorprendió con un paquete de medidas de corte fiscalista y que promueven un ajuste que podría juzgarse ortodoxo. Hubo silencio, por ahora, en el kirchnerismo en medio de una tregua frágil en el oficialismo y mientras se desarrolla una corrida cambiaria. Curiosamente, en el anuncio de Batakis no hubo novedades, salvo por la ratificación del rumbo de Guzmán. De hecho, puede comprobarse que sólo repitió los compromisos que ya están en el Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, por sus siglas en inglés) firmado en marzo con el FMI. Es el mismo por el que Cristina recibió un piedrazo. Esa letra comenzó, como sucede en los estadios de fútbol, a despertar murmullos en el Frente de Todos.
Para “tranquilizar” al mercado, Batakis sólo releyó en voz alta lo ya firmado. Por caso, el punto 16 del Memorando de Políticas Económicas y Financieras dice sobre la gestión de caja: “Reforzaremos la cuenta única de tesorería (CUT) y elaboraremos un plan para mejorar la gestión de la liquidez excedente de otras entidades del sector público nacional (…) A estos efectos, para fines de junio se definirán acciones”. Sólo podría objetarse que, por la renuncia de Guzmán, los planes se atrasaron unas semanas. Si quedaban dudas, el último staff report elevado al directorio del Fondo para la aprobación de las primeras metas del plan, indicaba que era necesario mantener la masa salarial del empleo público sin cambios con relación al PBI. ¿Es el congelamiento de Batakis?
El punto 14 del memorándum sellado ya daba cuenta del revalúo insinuado por la ministra con la medida de traspaso del Ministerio del Interior a Economía: “Concluiremos el proceso de actualización de los valores de las propiedades a nivel federal a más tardar a finales de septiembre, de forma que puedan empezar a entrar en vigor para el ejercicio fiscal 2022. (…) Esperamos que este proceso pueda alcanzar 400,000 contribuyentes (…) sujetas al impuesto anual sobre los bienes personales”.
En el punto 17 no se hablaba expresamente de un Comité de Deuda en pesos, como anticipó la ministra, pero el país se comprometía a: “Elaboraremos una estrategia de gestión de la deuda a mediano plazo (fin de diciembre de 2022), con miras a publicarla y ejecutarla a más tardar en marzo de 2023″.
En el apéndice 22 del mismo acuerdo con el FMI firmado en marzo pasado, el Gobierno se comprometía, como viene haciendo la ministra, también Guzmán y el propio Miguel Ángel Pesce, a ir camino a tasas reales positivas. “Continuaremos aplicando una política monetaria prudente y proactiva. A tal fin, el BCRA procurará mantener una tasa de política monetaria efectiva positiva en términos reales, conservando coherencia con una trayectoria sostenible para los títulos del BCRA”, establece.
“La segmentación de Guzmán” (algo que en la Secretaría de Energía se encargaron ayer de machacar) saldrá tal cual estaba implementada en el decreto 332, como dijo Batakis. “Se ha diseñado un nuevo esquema de segmentación de los subsidios a los consumidores residenciales de manera que podamos focalizar las revisiones de los precios mayoristas de la energía en aquellos usuarios que, en base a criterios objetivos, posean mayor capacidad de pago”, se escribe en el acuerdo.
La decisión de instaurar el tribunal de Defensa a la Competencia es, por lo menos, un objetivo conceptual que ya aparece en el plan con el FMI firmado por el ex ministro de Economía. “Estamos avanzando en fortalecer el marco de la competencia con el propósito de desarrollar propuestas concretas en el futuro. Estas iniciativas respaldarán nuestros objetivos generales de evitar la concentración excesiva (…)”, dice la letra terminada de redactar por el ladero de Stiglitz y la directora gerente, Kristalina Georgieva.
Quien entendió rápidamente que los anuncios de Batakis se entrelazaban con el programa propuesto por el organismo internacional y la gestión previa en Economía fue la diputada del Frente de Izquierda, Myriam Bregman. “Guzmán está feliz”, tuiteó al tiempo que Batakis hablaba en el microcine del quinto piso del Palacio de Hacienda. Llamó irónicamente a la economista fueguina “Silvina Georgieva”. No es una crítica más para Cristina Kirchner, sino la de una líder de una fuerza que le quita votos en el conurbano bonaerense, el distrito que se convirtió en el nuevo lugar en el mundo de la vice.
Juan Grabois no es un cristinista de pura cepa, pero sí es una voz cercana a Máximo Kirchner y referente de los movimientos sociales. El domingo, en Diario.Ar, comenzó su artículo ajusticiando: “Martín Guzmán se fue dejándonos un pésimo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional”. Para dirigente social, el ex ministro “jodió más al país”. ¿Vale eso para la continuidad definida por Batakis? Esa es la llama que el kirchnerismo duro resiste inflamar por ahora con un débil acuerdo con Alberto Fernández. La disyuntuva está prefijada en el horizonte cercano: se cuidan votos en el conurbano con el relato de lucha contra el Fondo o se cubren ante la creciente volatilidad que presentan los mercados financieros con el “plan” del FMI. Todos esperan que “la Jefa” baje una orden.