Energía nuclear: las lecciones que deja el último accidente con efectos radiactivos
Las inundaciones que hubo ocho años atrás en Japón por un tsunami afectaron a los reactores y hubo graves daños ambientales
El accidente de la central nuclear japonesa de Fukushima Daiichi no fue un tema ausente en Atomexpoe, el foro internacional que reunió en Rusia a los expertos y actores de esta industria. El mencionado fue el accidente más reciente y el segundo más grave de la industria después del de Chernobyl.
Un funcionario del Ministerio de Economía de Japón y el director general de Tepco, la operadora, hablaron en el evento sobre el estado en el que se encuentra la zona hoy, ocho años después del terremoto devastador de 9 grados y del tsunami con olas de 15 metros de altura que fue el fenómeno que provocó la fusión del núcleo de tres reactores y una emisión radiactiva hacia el medio ambiente.
La magnitud del terremoto fue tal que desplazó unos metros hacia el este a Honshu, la principal isla del archipiélago. Y si bien los reactores soportaron el terremoto, resultaron vulnerables a la inundación que provocó la tsunami.
Japón, respaldado por la comunidad internacional, se enfocó en recuperar y reconstruir la región. Ya se reabrieron escuelas, un centro médico, shoppings y centros deportivos. Y tres de cada cuatro de los evacuados (que fueron en total 160.000) ya pudieron regresar a sus hogares.
El desastre de Fukushima fue una alerta a todos los sectores de la industria nuclear.
En Europa, específicamente, se realizaron pruebas de estrés a los reactores, con dos objetivos: medir cómo resistirían situaciones externas extremas y ver cómo superaría el evento toda la central nuclear, según explica Agneta Rising, de la World Nuclear Association.
Por su parte, William D. Magwood IV, director general de la Agencia de Energía Nuclear de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), considera que el mayor impacto se dio en las autoridades regulatorias. Y sintetiza las lecciones de Fukushima en dos conceptos: la resiliencia (la capacidad de recuperación tras una emergencia) y la importancia del factor humano.
Explica que esta crisis obligó a ir más allá del concepto y creó el mantra de la industria: protect the core (proteger el núcleo del reactor). Hay que proteger al núcleo, según afirma el experto, pero además hay que incorporar protocolos por si todo falla, por si el problema no es de diseño sino un desastre de otro tipo, de los apocalípticos, como un terremoto seguido de un tsunami. Y, al mismo tiempo, hay que redoblar los esfuerzos en la capacitación, en la cultura de la seguridad y en la preparación específica para saber cómo lidiar con hechos extraordinarios.
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