Las internas políticas amenazan con hacer explotar la bomba económica
En medio de las discusiones por el armado de las listas de candidatos, las urgencias del bolsillo no dan tregua y se hace evidente que los dólares que tienen disponibles hoy la Argentina son muy escasos
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Mientras la política se enfrasca en las discusiones sobre las listas, las urgencias económicas no dan tregua. El número fino de reservas que tiene el Banco Central (BCRA) podrá ser materia de debate, pero es evidente que los dólares que tiene disponibles hoy la Argentina son escasos, muy escasos. Tanto que ahora hasta la industria farmacéutica, que en un principio había sido exceptuada de los larguísimos plazos de importación fijados por el Gobierno, empezó a levantar las alertas, y a advertir en diversas comunicaciones privadas que podrían faltar medicamentos.
Pese a que en marzo del año pasado el Gobierno había acordado con los laboratorios mantenerlos al margen de los nuevos plazos de importación –había sido junto con la industria petrolera la única exceptuada–, en una reunión el 9 de mayo pasado con el secretario de Comercio, Matías Tombolini, y el titular del Banco Central (BCRA), Miguel Ángel Pesce, se les informó a las cámaras que reúnen a gran parte de los laboratorios que operan en el país, Cilfa (nacionales), Cooperala (nacionales y cooperativos) y Caeme (extranjeros) que a partir de ahora recibirían permisos para importar de al menos 60 días.
Gran parte de los medicamentos que se consumen en la Argentina son importados, y los que se producen localmente dependen en un 90% de componentes que vienen del exterior, sobre todo de India. De ahí que tampoco los laboratorios puedan hoy adherir al pedido oficial de convertir sus importaciones de dólares a yuanes. Y, como no pueden trabajar con grandes stocks –gran parte de los medicamentos tienen un vencimiento corto–, en una carta dirigida a Pesce, firmada por las tres grandes cámaras, ya los laboratorios habían advertido el 10 de mayo que, bajo las nuevas condiciones la provisión normal de medicamentos en la Argentina iba a empezar a tener problemas. “Le hacemos saber que, si se modifican las reglas vigentes y se impone un plazo de 60 días para el pago de operaciones de importación que hoy tienen acceso inmediato al MULC [mercado único y libre de cambios], inevitablemente se producirá un impacto negativo en el abastecimiento de medicamentos en nuestro país y en la capacidad de cumplir las obligaciones asumidas con los clientes del exterior”, dice el texto al que accedió LA NACION.
La realidad es que a un mes de aquella reunión con Tombolini y Pesce, las SIRA están saliendo ya a 180 días, cuando salen. Dado que gran parte de las trabas que hoy encuentra la industria –y como sucede con gran parte de los sectores– no están puestas por escrito, sino que son tácitas: puede la AFIP observar alguna SIRA, Comercio demorar alguna aprobación o simplemente luego haber problemas con la validación de la operación cambiaria. Artilugios de una administración que no termina de blanquear la crisis en la que opera. Según declaró Tombolini esta semana, a mayo pasado, la tasa de aprobación general de las SIRA era del 88 por ciento. Evitó decir que a algunas empresas que se les vence el plazo de 180 días establecido inicialmente en su SIRA, se les está pidiendo renegociar.
La escasez de dólares se ha transformado en un problema transversal para la toda la economía. Si bien números preliminares muestran que en mayo se aprobaron importaciones por unos US$7000 millones (y se pagaron US$5900 millones), en todos los sectores se siente el parate. Nadie conoce a ciencia cierta los criterios que se usan para habilitar o no una SIRA, pero sí entre los importadores más grandes admiten que no hay ventas de divisas para la importación los días en los que no hay oferta en el mercado cambiario. Es una cuenta de almacenero que se sigue a diario. Así, el último día de mayo, cuando el BCRA registró una de sus mejores ruedas cambiarias del año, gracias a que ingresaron de golpe cerca de US$1000 millones del Dólar Soja III, muchos vieron que sus SIRA cajoneadas de repente avanzaron.
En el corto plazo, no pareciera haber tampoco demasiadas señales de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaya a darle al ministro Sergio Massa el salvavidas que pidió para llegar a las elecciones sin devaluar (o sin ajustar todavía más el cepo cambiario). El viaje que estaba previsto que realizara el equipo económico la semana que viene a Washington ya entró en terreno potencial. Nadie cree que vaya a haber una solución en los próximos días. Y no sólo por los avances de la Argentina con China, que según empieza a trascender, podría salirse con la suya en alguna de las inversiones estratégicas que tenía en mente en el país –como el puerto en Tierra del Fuego–, y que Washington venía observando con cautela.
Quienes siguen de cerca la cuestión del FMI incluso aventuran ahora que las demoras que se están dando sólo juegan a favor de la negociaciones de Sergio Massa para mejorar su posición en las listas dentro del Frente de Todos –si es que se mantiene el espacio como tal–. Por urgentes que sean los problemas económicos, está claro que la agenda de la política por estas horas tiene otras prioridades. En tal caso, es posible que, de haber algún acuerdo con el Fondo, no suceda hasta bien entrado el mes de junio. El pragmatismo de Massa se alimenta de incentivos, y son pocos los incentivos para cerrar un acuerdo de inmediato.
Si bien el país debe pagarle al FMI el 21 de junio unos US$926 millones y, al día siguiente, otros US$1787 millones, la realidad es que en privado no hay entre algunos funcionarios demasiado nerviosismo con respecto a la fecha. “No sería la primera vez que la Argentina hace uso del período de gracia, hoy la política está en otra cosa. Hasta que no se cierren las listas, todo el foco va a estar en eso”, aventuró un hombre que está cerca de donde se toman las decisiones económicas.
Para el FMI, en tanto, el caso argentino no deja de plantearle dolores de cabeza. No sólo puso en jaque la credibilidad del organismo de crédito, que al fin y al cabo viene financiando al país sin que éste cumpla casi con ninguna meta, sino que ahora empieza a generarle ruido en las negociaciones que tiene con otros países, a quienes les sobran argumentos –en algunos casos, hasta más poderosos que una sequía–, para sortear las exigencias del organismo de crédito. “Cada país aduce una situación especial y crítica para la geopolítica –comenta desde Washington un funcionario que lleva años en organismos–. En eso nada nos hace muy especiales. Pensemos un caso como el de Pakistán: país nuclear, con islamismo radical en muchos sectores, y una economía súper complicada. Además, le debe una cantidad a China y no creo que Estados Unidos quiera arriesgar mucho desequilibrio allí. ¿Por qué hacernos concesiones a nosotros si Pakistán necesita mucho más?”, ilustró.
Sin acceso al dólar, entre las grandes empresas, otro de los problemas que se plantea a diario es qué destino darles a la millonada de pesos que recaudan. Algunas intentan comprar compañías, aunque no siempre los vendedores quieren pesos, caso de Santander, que en algún momento negoció para quedarse con la unidad de BNP Asset Management en la Argentina, pero luego desistió. También el mercado de préstamos entre empresas por fuera del sistema financiero adquirió dimensiones inusitadas. Según Facimex, la emisión de pagarés en la Bolsa creció 676% en el primer trimestre del año; es el instrumento que eligen las empresas de consumo masivo que le prestan pesos a las mineras, que evitan así tener que traer dólares y venderlos al oficial.
Massa, no obstante, mantiene su espíritu de supervivencia intacto. Por las dudas, en los últimos días aceitó el diálogo con las cerealeras que, si bien nunca se había cortado, ahora se volvió más frecuente. No se descarta que, ante la necesidad de divisas, hacia fin de mes también se lance primero un dólar maíz, y luego se reedite el dólar soja. Entre ambos, se estima que de mantenerse los precios actuales, se podrían llegar a recaudar unos US$5600 millones, en un escenario de máxima.
En otro orden, la incorporación de Messi al Inter de Miami no deja de tener particulares coincidencias con la política local. Se repiten nombres que ya estuvieron vinculados en el pasado. Jorge Mas Canosa (padre difunto del dueño del club) fue socio en Supercanal de dos empresarios muy allegados hoy a Sergio Massa, Daniel Vila y José Luis Manzano. Asimismo, Jorge Mas Santos, hijo de Mas Canosa, tiene vínculo con Freddy Balsera, el lobbista contratado por el ministro en Washington. En una de esas, en unos días Messi se suma al lobby de Massa para conseguir dólares en el exterior. Con solo liquidar su sueldo en el MULC, sería de gran ayuda.
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