Desde los primeros caramelos elaborados por los egipcios hace 4000 años con frutos secos y miel hasta los chocolates modernos, las golosinas han evolucionado a lo largo del tiempo para adaptarse al siempre cambiante paladar de los consumidores. Pero ahora, los dulces están frente a una nueva encrucijada que no tiene nada que ver con el sabor sino con su ingrediente fundamental, el azúcar, debido a lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) define como "una epidemia de obesidad". Según la entidad, la obesidad mundial casi se ha triplicado desde 1975.
En la Argentina la situación es particularmente grave: el 66,1% de los mayores de 18 años tiene sobrepeso u obesidad. Y solo Paraguay supera a la Argentina en la región en la cantidad de menores de cinco años con obesidad.
La industria de las golosinas, que a nivel global tiene a Mars y Mondelez como líderes absolutos, ha tenido que enfrentar la competencia de snacks saludables y saben que hay en juego US$129.000 millones, los ingresos globales obtenidos en 2017 según la consultora Research & Markets. Para esto, está trabajando en varias estrategias.
Una de ellas fue ir al laboratorio. Por ejemplo, Nestlé encontró una manera de reestructurar el azúcar para que sus barras de chocolate blanco tengan el mismo dulzor, pero utilizando 30% menos azúcar. Además, varias compañías del sector están experimentando con Stevia, un extracto natural que es 200 veces más dulce que el azúcar y la fruta del monje, que se cosecha en China y Tailandia y es 300 veces más dulce.
Asimismo, las golosineras también han incursionado en otras iniciativas, como reducir el tamaño de algunos productos o implementar en sus paquetes sistemas de etiquetado que informan a sus compradores de manera más simple qué están consumiendo.