Las gaseosas dan batalla en México
Las ventas de Coca-Cola y PepsiCo vuelven a subir pese a una campaña en contra y un impuesto de 10% sobre esas bebidas
Dos años después de que México impusiera un impuesto de aproximadamente 10% sobre las bebidas azucaradas, las ventas de gaseosas están aumentando, un alivio para un sector que temía ser blanco del mismo tipo de estigma que ha golpeado la industria del tabaco.
El impuesto de México tenía como objetivo frenar el alza de las tasas de obesidad y diabetes en el país, donde se registra el mayor consumo de gaseosas per cápita del mundo. El gravamen fue implementado en medio de un entorno similar en otros países y jurisdicciones que han con-siderado un impuesto semejante. En Nueva York, por ejemplo, el entonces alcalde Michael Bloomberg intentó limitar las ventas de bebidas azucaradas.
En México, sin embargo, las ventas han repuntado tras una caída inicial, por lo que vuelve a ser un mercado de crecimiento crucial para los gigantes Coca-Cola Co. y PepsiCo Inc. Un dato que demuestra la resistencia de las bebidas azucaradas es que el impuesto de un peso por litro ha generado más de US$2.000 millones en ingresos fiscales desde enero de 2014, aproximadamente un tercio más de lo que preveía el gobierno.
"La Coca [Cola] es como el cigarro: te hace adicto", dice Luis de León, ayudante de estacionamiento de una tienda de ropa de Ciudad de México, parado al lado de una botella de tres litros que compró con dos compañeros de trabajo.
De León cuenta que dejó de beber gaseosa por apenas un mes después de ver una campaña publicitaria financiada por Bloomberg Philanthropies que vinculaba la diabetes a las gaseosas y preguntaba a los mexicanos si consumirían 12 cucharadas de azúcar, el equivalente al contenido de la popular botella de 600 mililitros de Coca-Cola.
La campaña de salud pública finalizó hace mucho tiempo y los fabricantes de gaseosas continúan destinando fuertes sumas para promocionar sus productos y sostienen que es injusto apuntar a un segmento que representa menos de 10% del consumo diario de calorías de una persona promedio.
Coca-Cola Femsa SAB, la mayor embotelladora de Coca-Cola del país, informó el miércoles que su volumen de ventas de gaseosas se incrementó 5,5% interanual en el primer trimestre. Por su parte, Arca Continental SAB, la segunda embotelladora de Coca-Cola, registró un alza de 11%.
El giro comenzó el año pasado, cuando los volúmenes de ventas de gaseosas en México subieron 0,5%, tras caer 1,9% en 2014, estima la firma de datos Canadean. Los consumidores tampoco se han volcado a las gaseosas de cero calorías, las cuales no están sujetas a este impuesto. Las cuotas de mercado de las versiones tradicionales de Coca-Cola y Pepsi-Cola aumentaron ligeramente el año pasado, a 48% y 11%, respectivamente, según el servicio de datos Euromonitor.
El Instituto Nacional de Salud Pública de México estima que el consumo per cápita de bebidas endulzadas con azúcar fue 8% más bajo en 2015 que entre 2007 y 2013, el período previo al im-puesto, al tomar en cuenta el crecimiento de la población y la actividad económica.
Una comisión de la Organización Mundial de la Salud recomendó en enero que los gobiernos im-pongan un tributo a las bebidas azucaradas para reducir la obesidad infantil, citando un estudio conjunto entre las autoridades de salud mexicanas y la Universidad de Carolina del Norte. Esa investigación, que fue evaluada por pares, estimó que las compras de bebidas azucaradas en 2014 bajaron 6% frente al promedio de los dos años anteriores. También halló que la caída se aceleró a 12% en diciembre de 2014 respecto del mismo mes de los dos años previos.
Varios países están debatiendo impuestos especiales sobre las gaseosas, entre ellos India, Sudáfrica y Filipinas. En Estados Unidos, el alcalde de Filadelfia ha propuesto un tributo de 3 centavos de dólar por onza (29,6 mililitros) a las bebidas dulces.
La Asociación Estadounidense de Bebidas está combatiendo esa propuesta y planea resaltar un nuevo estudio que estima que ese sector perdió en México 3.000 puestos de trabajo en el primer trimestre de 2014. El nuevo estudio, el cual financió, calcula que a mediados de 2015, el consumo de gaseosa de los mexicanos volvió a los niveles previos al impuesto. El descenso inicial redujo la ingesta diaria en sólo 6 o 7 calorías, o 0,2%, según Beverage Marketing Corp., que llevó a cabo el análisis.
"Sabemos que estos impuestos no funcionan", aseguró el miércoles el presidente ejecutivo de Coca-Cola, Muhtar Kent, durante la asamblea anual de accionistas, en referencia a la experiencia de México.
Los grupos de salud pública dicen que los gobiernos necesitan también destinar fondos a la concientización sobre el consumo de azúcar, exigiendo etiquetas nutricionales claras y alentando la actividad física, entre otras medidas.
"El impuesto al azúcar es una pieza importante pero no la única", asevera Kelly Henning, quien dirige el programa de salud pública de Bloomberg Philanthropies, la entidad de beneficencia del magnate y ex alcalde de Nueva York. Cuando estaba al frente de la capital del mundo, Bloomberg trató sin éxito de limitar los tamaños de las bebidas azucaradas en esa ciudad.
Los que defienden este tipo de impuestos dicen que el gravamen de México debe ser más alto para que tenga impacto. El senador Armando Ríos Piter quiere duplicar el tributo para compensar los crecientes costos de la diabetes para el sistema de salud público, debido a que se trata de una enfermedad que golpea de forma desproporcionada a los pobres, quienes, a su vez, compran la mayoría de las gaseosas.
Wilebaldo Ramírez, un lustrador de zapatos de 45 años de Ciudad de México, cuenta que gasta cerca de 6% de sus ingresos diarios para comprar gaseosas, pese a que su esposa le ha estado diciendo que beba agua.
"Si el agua estuviera más barata que el refresco, quizás yo cambiaría. Pero mientras tanto quiero sabor", dice Ramírez, después de terminar una botella de 600 mililitros de la marca local Jarritos de sabor tutifruti.
La botella cuesta 6,50 pesos (unos 37 centavos de dólar) en la tienda frente a su puesto de lustra-do de zapatos, comparado con al menos 8 pesos por una botella de agua del mismo tamaño.
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