Las encrucijadas del gigante del Mercosur y las urgencias de la Argentina
"Brasil vive hoy su peor crisis económica. Precisamos restaurar el equilibrio de las cuentas públicas." Con ese diagnóstico y ese norte, Temer asumió la presidencia interina de Brasil. La gravedad de la coyuntura exhibe hoy números preocupantes: recesión y una previsión de retroceso del 3,5% del producto bruto interno para este año, luego de una caída de 3,8% en 2015, doce millones de desocupados, déficit fiscal próximo al 10% del PBI y una deuda bruta que cerrará este año cerca de 70% del PBI.
Hoy, la crisis brasileña tiene serios impactos en la Argentina. Estimaciones de diversos organismos internacionales reflejan que por cada punto que cae el producto brasileño el PBI argentino se reduce aproximadamente 0,5 puntos. La buena noticia es que la experiencia reciente muestra que una mejora en Brasil se traslada a la Argentina en forma casi inmediata.
Varios sectores, desde la industria automotriz hasta diversas economías regionales, tienen el mercado brasileño como principal destino de las exportaciones. Las ventas a ese país representan el 19,3% del total exportado por la Argentina, pero la participación sube al 43,6% en las ventas externas industriales, en particular de maquinaria, equipos de transporte y productos metalmecánicos asociados al complejo automotor.
A su vez, con la demanda interna en caída y el real más competitivo, los productores vecinos han venido colocando su excedente de producción en nuestro país, también primer destino de sus ventas externas. Esto ha generado un boom de importación de vehículos y ya provoca insomnio en la industria local. De hecho, se estima que 2016 cerrará con un déficit bilateral de US$ 4300 millones, el mayor rojo desde 2011.
Pero los dos países tienen importantes coincidencias. Al margen de la fuerte crisis política, el magro desempeño económico de Brasil tiene origen, fundamentalmente, en dos factores estructurales: un importante desequilibrio fiscal y una baja competitividad. Ambos indicadores también inciden en la demorada recuperación de nuestro país. En los últimos años, la presión tributaria en Brasil subió diez puntos porcentuales del PBI, al ubicarse en torno del 33% medida sobre esa variable y superar la de muchos países desarrollados. Pese a eso, la inversión pública en infraestructura es baja. El Estado recauda, pero no invierte.
La baja competitividad es, sin dudas, el otro gran obstáculo que detiene su crecimiento. La economía muestra déficit de cuenta corriente desde 2008. En estas circunstancias, no sorprende que la tasa de inversión brasileña sea extremadamente baja (19,7% del PBI en 2015, la menor de América latina junto con la de la Argentina). Un país que ahorra e invierte poco no puede crecer de manera sostenida. Brasil y la Argentina no serán la excepción.
Para volver a crecer de manera sostenida, ambos países necesitan aumentar las tasas de ahorro e inversión. Y el que debe hacer el esfuerzo es el sector público, porque es el que tiene un déficit significativo. No hay que olvidar que la economía, para reanimarse, reclama reformas profundas. "Vamos a reemplazar el ilusionismo por la lucidez", aseguró Temer. La norma que congela por 20 años el gasto del Estado federal se orienta en esa dirección, así como los proyectos de mayor flexibilización laboral y la mencionada reforma previsional. En esas iniciativas, Brasil lleva la delantera con un poder legislativo que acompaña, mientras que la Argentina debe asumir que la agenda de reformas estructurales aún aguarda el debate.
En este marco, es posible esperar que la economía vecina haya tocado un piso este año y logre una pequeña recuperación en 2017, con una suba del PBI en torno del 0,5%. La inversión debería liderar esta leve mejora, traccionada por una menor incertidumbre interna y la existencia de lineamientos más claros sobre cómo se corregirán los desbalances. El consumo también debería empezar a mejorar en el margen. Luego de superar los dos dígitos en 2015, la inflación se redujo considerablemente a partir de la segunda mitad de este año y se espera que cierre el año levemente por encima del 6%, lo que permitirá una moderada recuperación del poder adquisitivo.
La recuperación en Brasil consolidaría el crecimiento de la exportación de alimentos al vecino país, en particular de cereales, carnes y pescados, en un contexto de mejores perspectivas para el sector agro-alimentario doméstico tras la quita de retenciones, cupos cuantitativos y otras restricciones.
Así, para la Argentina, que también inicia un 2017 desafiante, en un proceso de rebalanceo de la economía y de significativos cambios, es crucial que el vecino país deje de caer y encauce su economía, principalmente por lo que implica para la industria local la demanda de un Brasil que logra recuperarse.
Director de Abeceb y ex secretariode Industria y Minería
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