Las empresas japonesas salen de compras
Una demanda interna reducida y un yen fuerte impulsan las fusiones y adquisiciones
Con las arcas llenas e impulsadas por un yen fuerte, las empresas de Japón se encuentran en medio del mayor auge de inversiones en el extranjero que ha registrado el país.
El 29 de mayo, el conglomerado comercial japonés Marubeni Corp. anunció la compra de Gavilon Group LLC, el tercer mayor operador de granos de Estados Unidos, en un acuerdo que podría ascender a US$5.600 millones, incluyendo US$2.000 millones en deuda. Eso convertiría la operación con Gavilon en la mayor adquisición internacional por parte de una compañía japonesa este año y la séptima en todo el mundo, según Dealogic, una firma que sigue el mercado de las fusiones y adquisiciones.
En las últimas semanas, Japan Tobacco Inc. hizo una oferta para comprar el productor de hojas de tabaco belga Gryson NV por US$600 millones, y Takeda Pharmaceutical Co. dijo que adquirirá Multilab Industria e Comercio de Produtos Farmacéuticos Ltda., de Brasil, por US$246 millones.
Mientras que otros auges de fusiones y adquisiciones en Japón solían concentrarse en propiedades trofeo con pocas consideraciones de valor, este está impulsado por el temor, conforme un mercado interno más débil y el estancamiento de la economía amenazan las fuentes de ingresos, aseguran banqueros y ejecutivos. Las compañías también se vieron forzadas a mirar más allá de Japón después del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, que interrumpió las cadenas de suministro y causó escasez de energía.
"Las empresas japonesas sienten que no tienen otra opción más que luchar en el extranjero", dice Yasuhiro Sato, presidente ejecutivo del gigante bancario Mizuho Financial Group Inc., una de las principales fuentes de financiación para acuerdos de fusiones y adquisiciones. "Es una cuestión de supervivencia".
Con más de US$34.000 millones en inversiones en el extranjero en lo que va del año, Japón se encamina a igualar el récord que marcó el año pasado con US$84.000 millones, lo que ha catapultado al país al tercer lugar en el ránking global de acuerdos, en comparación al noveno en 2010, según Dealogic. El volumen de pactos del año pasado casi triplicó el pico alcanzado durante los años 80 y principios de los 90, cuando las compras de activos trofeo como el Rockefeller Center en Nueva York y los estudios de cine Universal desconcertaron a Estados Unidos, según cifras de Thomson Reuters.
El furor de compras en el extranjero refuerza el superávit de cuenta corriente de Japón, que contabiliza como ingresos las ganancias de inversiones en el extranjero, aunque dichas entradas de dinero pueden demorarse hasta cinco años en aparecer en los libros contables.
El apetito por las adquisiciones ha sido alimentado por las altas reservas de efectivo. Décadas de frugalidad y reducción de deuda después de la explosión de la burbuja de activos en los años 80 dejaron a la empresas japonesas con US$2,6 billones (millones de millones) en efectivo, según cifras del banco central. Eso supera los US$2,2 billones en manos de las firmas estadounidenses. Los compradores japoneses también se han beneficiado de un tipo de cambio que ronda los 80 yenes por dólar, lo que quiere decir que su moneda compra casi 10% más dólares ahora que hace dos años.
La inyección de efectivo fuera de sus fronteras ha hecho que las empresas japonesas sean mayores proveedoras de capital al mundo que otros pesos pesados de las fusiones y adquisiciones como el Reino Unido y China. Igualmente, las empresas japonesas se han convertido en un pilar de los acuerdos globales en un momento en que los problemas financieros han reducido en 21% el volumen mundial en lo que va del año.
Para todo 2012, los economistas prevén un crecimiento económico en torno a 1%, un nivel anémico que podría prolongar-se por un tiempo. Un yen fuerte y los altos costos de la mano de obra y la electricidad en Japón han erosionado la competitividad internacional de fabricantes como Sony Corp. y Honda Motor Co. Las compañías japonesas están incrementando sus compras de proyectos de gas, petróleo y minería en el extranjero, en medio de una búsqueda más intensa de recursos, así como un súbito apetito de combustibles fósiles después de la crisis nuclear del año pasado y el consiguiente cierre de los reactores del país. A nivel interno, una población menos numerosa y cada vez más envejecida significa una menor demanda para todo, desde galletas hasta autos nuevos.
La reducción del mercado interno está empujando a una nueva clase de compañías tradicionalmente locales y de tamaño mediano a probar suerte fuera de Japón, como el fabricante de cerveza Asahi Group Holdings Ltd. y el fabricante de juguetes Tomy Co. "Teníamos poco margen para crecer", dice el presidente de Tomy, Kantaro Tomiyama.
Incluso compañías con una larga tradición de acuerdos internacionales están mostrando una intensificada agresividad en el extranjero.
La corredora Mitsubishi Corp. asegura que ha empezado a explorar participaciones controladoras en grandes proyectos energéticos y mineros. El año pasado, la compañía anunció su primera inversión de esta clase: la compra de 45% en una planta procesadora de gas natural en Indonesia valorada en US$2.800 millones.
Desde comienzos del año pasado, Murabeni, el conglomerado comercial, ha cerrado 28 acuerdos en el extranjero por unos US$16.000 millones. El volumen ha sido tan alto que la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s le advirtió recientemente que comprar Gavilon plantearía preocupaciones sobre sus niveles de endeudamiento.
Según los bancos, esta nueva autoconfianza es parte de un estilo más maduro y astuto de los japoneses a la hora de cerrar acuerdos.
En auges anteriores de fusiones y adquisiciones, muchas compañías japonesas no pensaron mucho sobre lo que estaban comprando. Pagaron de más y tuvieron que vender los mismos activos por un menor valor luego de no poder reducir la brecha cultural o generar ganancias.
Ahora, las compañías están regateando con mayor intensidad, aseguran los expertos. Los ejecutivos japoneses toman de-cisiones con mayor rapidez y están más dispuestos a ser hostiles, como la farmacéutica Astellas Pharma Inc. que compró la estadounidense OSI Pharmaceuticals Inc. en 2010 por US$4.000 millones.
Banqueros y abogados especializados en fusiones y adquisiciones aseguran que a ciertas empresas japonesas aún les cuesta decir que no cuando el precio es alto y pasan apuros para gestionar las empresas extranjeras que compraron.
Sin embargo, ahora los compradores japoneses abordan esos problemas desde el principio, dicen los banqueros, considerando paquetes de retención de ejecutivos y equipos de gestión antes de cerrar una operación, algo que antes no solían hacer.
"Los japoneses aprendieron mucho de las adquisiciones fallidas", dijo Yuji Nomoto, presidente del área de banca de inversión de Deutsche Bank Group, en Tokio.