Las empresas de EE.UU. tienen los bolsillos llenos, pero no invierten
La economía estadounidense ha pasado cuatro años sacudiendo los daños de una cruel recesión. Pero las empresas aún no han abandonado su cautela.
A pesar de contar con ganancias estelares y menos empleados, las compañías estadounidenses aún exhiben las cicatrices dejadas por la recesión. Su apetito por invertir va y viene y contratan poco personal, lo que refleja las turbulencias de la economía global.
En momentos en que la recuperación de EE.UU. va para su quinto año, los nuevos trastornos en los mercados financieros están generando otro ataque de ansiedad en el empresariado. Las exportaciones ya han disminuido de mano de una mayor incertidumbre en Asia, Europa y Medio Oriente. Las señales recientes de que la Reserva Federal podría empezar a sacar el pie del acelerador están generando dudas sobre si el motor de la economía es lo suficientemente poderoso para mantener la velocidad sin la ayuda del banco central.
Las cifras divulgadas el miércoles subrayaron el problema. La inversión empresarial apenas se expandió 0,4% en el primer trimestre, contribuyendo al crecimiento anualizado relativamente lento de 1,8% de la economía.
Los gastos de capital de las firmas estadounidenses siguen estando 4% por debajo del nivel previo a la recesión. La producción total de los fabricantes estadounidenses el mes pasado se ubicó 5% por debajo del promedio de 2007. El ánimo de las pequeñas empresas es menor al promedio previo a 2008, mientras que la confianza de los presidentes ejecutivos de las grandes empresas apenas ronda niveles medianos conforme las compañías buscan señales de un fortalecimiento de la demanda.
"Todo el mundo está en compás de espera", señaló Tim Quinlan, economista de Wells Fargo. "Es una crisis de confianza. Hay suficientes indicadores para justificar una mejora en el ánimo empresarial. Pero no hay muchos indicios de un fortalecimiento en el gasto...".
Las empresas deberían tener abundantes motivos para ser optimistas. Las bajas tasas de interés las han ayudado a obtener financiamiento de manera económica, mientras que un auge en la producción de energía ha reducido los costos y apuntalado la competitividad del país. Las compañías no financieras cuentan con más de US$1,8 billones (millones de millones) en efectivo y activos líquidos, un alza de 30% frente a 2008, según la Reserva Federal. Todo eso contribuyó a propulsar las ganancias, que el año pasado representaron más de 12% de la economía estadounidense, el mayor nivel de la posguerra.
Rockwell Automation Inc., un fabricante de equipos de automatización para fábricas, sufrió un descenso de 20% en sus ventas entre 2008 y 2009, conforme sus clientes redujeron gastos de capital y empleos en medio de la crisis financiera.
No obstante, la primera parte de la recuperación "fue sorpresivamente normal", reconoció Ted Crandall, el director financiero de la empresa. "Tuvimos un año fuerte en 2010". Rockwell Automation ahora emplea a unos 22.000 trabajadores a tiempo completo, ligeramente por encima de su máximo de 2008.
El alza en la productividad ha permitido a los fabricantes de EE.UU. incrementar la producción pese a contar con menos personal y Rockwell Automation ha priorizado las contrataciones en sus operaciones en el exterior, que generan más de la mitad de sus ventas. Pese a su robusto crecimiento en América Latina y estable expansión en EE.UU., la desaceleración internacional ahora ejerce presión sobre la firma y sus clientes.
No es un caso aislado. El gigante de equipos de construcción Caterpillar Inc. informó que las ventas minoristas de maquinaria durante los tres meses que concluyeron en mayo cayeron en todas las regiones del mundo, con la excepción de América Latina.
Aunque la demanda sigue siendo su principal problema, las empresas de EE.UU. están implorando a los legisladores que las ayuden a través de políticas más claras.
Las cicatrices de las riñas de los políticos en torno al gasto fiscal siguen afectando a los ejecutivos. Pero ahora esperan el apoyo de otras iniciativas en Washington, como las reformas migratoria y tributaria.
"Las empresas necesitan confianza para invertir a largo plazo y necesitan certeza… ya que ellas son las que deben meterse la mano al bolsillo y poner dinero ya sea en investigación y desarrollo o grandes gastos de capital", expresó Jim McNerney, presidente ejecutivo de Boeing Co.
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