Las empresas chinas son golpeadas por la desconfianza de inversionistas
BEIJING—El fondo soberano de inversión de China salió el lunes a comprar acciones de bancos locales alicaídos, atrapados en una ola de ventas generalizadas que según los analistas refleja en parte una pérdida de confianza en la integridad de las estadísticas del gobierno y las ganancias corporativas.
El escepticismo de los inversionistas se está propagando conforme China está cada vez más expuesta a los mercados mundiales, en gran parte por la cotización en bolsa de sus firmas estatales y otras empresas, pero más recientemente a través de su moneda, que ahora se negocia en Hong Kong.
La huida del mercado arrancó entre un grupo de pequeñas empresas que cotizan en Estados Unidos acusadas de fraude y se ha extendido muy pronto a otros activos chinos disponibles a inversionistas extranjeros. Los inversionistas de acciones tratan de rehuir los gigantes de la banca estatal china, en parte por los temores de que no van a recuperarse de sus problemas de deuda incobrable después varios años de un frenesí de préstamos.
Los inversionistas también se están deshaciendo de participaciones en empresas de Internet de alto vuelo, como Baidu Inc., en medio de interrogantes sobre los riesgos ocultos de ser propietario. Además, evitan las acciones de bienes raíces ante el temor de que los esfuerzos de Beijing en la lucha contra la inflación han dejado a los promotores inmobiliarios y compradores endeudados con entidades financieras ilegítimas.
La cautela aumenta incluso más de cara a la moneda china, el yuan, que en algún momento era visto como una apuesta de apreciación segura. Como resultado, se está desvaneciendo el entusiasmo por los bonos chinos emitidos en Hong Kong (conocidos como bonos dim sum), que los banqueros occidentales han estado vendiendo a sus clientes corporativos como el próximo boom de las inversiones financieras.
Los analistas dicen que después de años de restar importancia al riesgo, muchos inversionistas parecen temer que otros aspectos de la economía de China puedan no ser lo que parecen. Cuestionan la credibilidad de las cifras oficiales que muestran un crecimiento rápido y continuo de la economía china, uno de los escasos motores que siguen funcionando en la economía global.
El pesimismo sobre las perspectivas de China ha aumentado tanto que algunos inversionistas apuestan no sólo en contra de sus acciones, sino también de su deuda soberana, que a todas luces es segura. El valor neto de la circulación de los seguros contra la cesación de pagos de la deuda emitida por el gobierno chino casi se duplicó a US$8.340 millones a fines de sep-tiembre frente al año anterior, según datos de Depository Trust & Co., con sede en Nueva York.
"La gente no confía en las estadísticas del gobierno, no confía en las ganancias de las empresas, no confía en (lo que dicen) los funcionarios gubernamentales", sostiene el economista Sun Mingchun, de Daiwa Securities Ltd.
El escepticismo acerca de las estadísticas chinas no es nuevo, y durante años las acciones que cotizan en el extranjero se han visto afectadas por periódicos brotes de ventas cuando las olas de euforia china se convertían en ansiedad acerca de la capacidad del gobierno de mantener el rápido crecimiento.
Muchos economistas todavía pronostican un amplio crecimiento económico chino, en torno al 9% para este año y dicen que se está exagerando la avalancha de ventas. Confían en que los bancos podrían hacer frente a un alza de los préstamos en mora, y si fuera necesario el gobierno podría rescatarlos con sus más de US$3 billones (millones de millones) en reservas de divisa extranjera.
China mantiene un estricto control sobre los flujos de capital que salen de sus fronteras, y los extranjeros sólo tienen acceso limitado a las acciones y bonos que cotizan en los mercados de China continental. Eso significa que una venta generalizada de los inversionistas no representa un riesgo directo para la economía nacional china. Sin embargo, el repentino cambio de actitud de los inversionistas podría costarle caro tanto a China como al resto de la economía global.
Lo que está en juego es el prestigio de una superpotencia económica emergente que aspira a convertir sus empresas en líderes globales, y a su moneda en un rival del dólar estadounidense y del euro.
Antes de la intervención del lunes por parte del fondo soberano, el Banco Industrial y Comercial de China., el mayor banco del país por activos, había registrado una caída de 22% desde fines de agosto, y el Banco Agrícola de China, una de 31%.
Tras la intervención, Central Huijin Investment Ltd., el brazo de inversión local del fondo soberano de US$400.000 millones, dijo que empezó a comprar acciones en esos dos bancos y en otros dos: el Banco de China y el Banco de Construcción de China para ayudar a estabilizar sus precios.