Las emprendedoras son menos, pero más rentables
Lideran sólo el 3% de los start ups tecnológicos, pero generan un 35% más de retorno de inversión
Desde la sanción de la ley 26485 conocida como la ley de protección integral de las mujeres en 2009, pero en particular a causa de la popular consigna #NiUnaMenos surgida tras los sucesivos casos de violencia de género registrados a lo largo del país, se instaló de forma definitiva en la agenda pública y en la conciencia colectiva un tema que durante mucho tiempo fue invisible para gran parte de la sociedad.
Se trata de la invisibilidad del problema, ya que la cuestión de la violencia de género entendida en su acepción amplia tiene sus raíces en desigualdades culturales manifestadas en comportamientos prejuiciosos (tanto de hombres como de mujeres) que muchas veces -dada su naturalidad- ni siquiera son percibidos como tales.
Sin ir más lejos, en los ámbitos laborales esto se cristaliza de una forma extremadamente palpable: según datos del Indec, de 2013, en la Argentina todavía existe una brecha salarial grande, ya que los hombres ganan alrededor de un 36% más que las mujeres. Adicionalmente, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el país sólo tres de cada 10 puestos directivos en las empresas son ocupados por mujeres, quienes además suelen ganar menos que un hombre en un puesto equivalente.
En el ámbito emprendedor esto no es demasiado diferente. Según un estudio del GEM (Global Entrepreneurship Monitor), la Tasa de Actividad Emprendedora femenina de América latina es del 16%, mientras que la masculina es de casi 20%. En la Argentina la cifra es de 11% y 18%, respectivamente. Además, proporcionalmente, hay más mujeres que hombres emprendiendo por necesidad y no por la detección de una oportunidad. Lo que muestran estos datos es que las mujeres -y no sólo en la Argentina- todavía encuentran más barreras externas que los hombres para alcanzar objetivos profesionales.
Un ejemplo es especialmente ilustrativo al respecto: según un estudio titulado Women in Technology: Evolving, Ready to Save the World (La mujer en la tecnología: evolucionando, lista para salvar al mundo) realizado por Vivek Wadhwa y Lesa Mitchell (de la Fundación Kauffman), sólo el 3% de los start ups tecnológicos en los Estados Unidos es liderado por mujeres. Pero este estudio revela también un dato por demás valioso: estos proyectos guiados por ellas generan un 35% más de retorno de inversión y un 12% más de ingresos en comparación con los conducidos por los hombres.
¿Cómo se explica entonces el bajo porcentaje femenino? Alguno podrá insinuar que es porque hay menos ingenieras y eso se traduce en menos mujeres que lideran empresas tecnológicas, pero ese es un argumento superficial y limitado. Si se empieza a indagar se encuentra que estas divergencias tienen una directa conexión con estereotipos de género tan arraigados que a veces se pierden de vista.
En 2014, la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos realizó una investigación entre 5000 mujeres que pasaron por la carrera de Ingeniería en aquel país durante los últimos 60 años. Descubrieron que el 40% de ellas había dejado la carrera a la mitad o nunca había ejercido. Al preguntar por qué, la mayoría respondió que era un "ambiente rudo". Las principales quejas estaban relacionadas a que en aquel ámbito es común que los hombres manifiesten que las mujeres son menos inteligentes. Un prejuicio que luego se reflejaba en obstáculos concretos para el desarrollo profesional. Las entrevistadas sugerían que por esa razón perdían voluntad y motivación para avanzar en sus profesiones y abandonaban.
Este tipo de análisis expone claramente que el problema de género no es una dificultad de otros y lejana, es un problema de cada uno y de cada ámbito. Todos debemos concientizarnos de que son los pequeños y grandes prejuicios diarios los que, tarde o temprano, se manifiestan en desigualdades estructurales y, en casos extremos, en violencia física.
En 2010, en ocasión del Día Internacional de la Mujer, la ONU lanzó una campaña con el subtítulo "La igualdad es buen negocio", en la que propuso principios que hacen hincapié en la adopción, por parte de las empresas, de medidas encaminadas a fomentar la igualdad de género. Una de ellas fue "promover la educación, la formación y el desarrollo profesional de las mujeres" como camino de empoderamiento. En línea con esa idea, Barack Obama anunció que los Estados Unidos creará tres centros para emprendedoras en Zambia, Mali y Kenya.
Destaco estas acciones porque no son casuales, tienen una lógica y dirección que exceden lo laboral, y se conectan con la problemática profunda de género en la Argentina: para alcanzar aquel deseado #NiUnaMenos es también necesario que haya #MuchasMás mujeres trabajando y emprendiendo en condiciones igualitarias de desarrollo profesional. Sólo así habremos admitido y dejado atrás la hipocresía que se esconde detrás de nuestros prejuicios invisibles.
El autor es presidente de la Fundación Argentina Emprendedora
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