Las “distorsiones” argentinas y el inversor “con amnesia”, según los economistas
Emmanuel Álvarez Agis y Martín Redrado hablaron sobre inflación, dólar y crecimiento
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Para que un inversor quiera poner su plata en la Argentina primero tiene que golpearse la cabeza y sufrir amnesia, según explicó Emmanuel Álvarez Agis. Para el exviceministro de Economía de Axel Kicillof durante el segundo gobierno de Cristina Kircher y titular de la consultora PxQ, al país le cuesta generar confianza en los inversores por su historia.
“Son muchos años de inestabilidad, cada vez tenemos crisis más seguidas y cada vez son más intensas. Pero una vez un presidente del Banco Central dijo: ‘Necesitamos que la codicia le gane al miedo’, la codicia entendida en el buen sentido. Lo primero que necesitamos garantizar es que haya una oportunidad de negocio, porque nadie invierte para perder plata”, sostuvo el economista durante la III Jornada de Políticas Públicas, organizada por la Universidad Austral.
En ese sentido, Álvarez Agis destacó que “no necesariamente el futuro es igual que el pasado”, por lo que un desafío pendiente para la Argentina es poder superar su propia historia y que los inversores comprendan que el país necesita esos fondos durante los próximos 50 años para crecer. Sin la seguridad de que las oportunidades de negocios se van a mantener, eso no es posible.
Por su parte, Martín Redrado, expresidente del Banco Central (2004-2010) y presidente de Fundación Capital, en su exposición recordó que durante su período “tuvimos un solo tipo de cambio” y remarcó que la unificación tiene que ser una “prioridad”, junto a la previsibilidad cambiaria.
“La Argentina es un país bimonetario, por elección de los argentinos y por la cantidad de crisis recurrentes que hemos tenido. Se ha hecho del peso una moneda transaccional y del dólar una reserva del valor. Quien no entienda eso cuando hace política monetaria, va a caer en los mismos errores que cayó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el programa de 2018 y 2019, que creyó que controlando la base monetaria se iba a controlar la inflación. Eso no se adecúa a la realidad argentina”, aseveró.
Analizando el corto plazo, Redrado indicó que hay dos tensiones in crescendo. Por un lado, la tensión de precios, ya que la economía tiene tarifas congeladas y a su vez una inflación mayorista interanual del 65,9% en junio. Como consecuencia, hay “una gran distorsión de precios’' que tiene que “unificarse”.
Por otro lado, el país tiene una tensión cambiaria que va a ir en aumento en los próximos meses. “En este esquema de restricciones y represión de la demanda, claramente tenés un problema de oferta en el corto plazo y tenés la tensión de usar reservas para acotar la brecha cambiaria o dejar que la misma crezca. Hoy, la brecha no tiene visos de caer más de un 75%, lo que hace difícil que uno piense en desarrollarse”, dijo.
Como solución, la dirigencia argentina “se tiene que dar cuenta de estas distorsiones crecientes” y tiene que tener una “capacidad anticipatoria”. De lo contrario, las tensiones cambiarias pueden volverse más complejas.
En el mismo sentido apuntó Christian Asinelli, vicepresidente del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), quien añadió que los hacedores de política pública tienen que crear un espacio de coordinación intragobierno y extragobierno para tomar decisiones de largo plazo. “Es una condición sine qua non para para detectar problemas y que se puedan empezar a resolver”, completó.
“Con una mano en el corazón, creo que la Argentina tiene oportunidades de desarrollo”, aseguró Álvarez Agis de forma jocosa, al tiempo en que colocó su mano en la cabeza. Aunque luego agregó como ejemplo para defender su postura, más allá de las bromas, lo que sucedió en una firma de convenio en el sector petrolero, cuando dialogaron el sector privado, los gremios y el Estado mediante, para llegar a una solución beneficiaria para las tres partes.
“Ese acuerdo tenía tres componentes. Uno, 7000 empleos de alta calidad en Vaca Muerta y gran remuneración a la vista. Dos, continuidad de las políticas públicas, porque tuvo cierta continuidad entre el Gobierno de Cristina Kirchner, de Mauricio Macri y de Alberto Fernández. Y tres, un acuerdo tripartito entre el Gobierno, el sector privado y el gremio. ¿El resultado? En vez de 7000 empleos, se crearon 8000 en un año. Si nos sacamos el pesimismo argentino, la grieta política y el facilismo, hay oportunidades”, concluyó.
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