Las dificultades que el Banco Central muestra para recomprar reservas reactivaron el temor a una mayor devaluación del peso
La entidad, que hoy debió vender US$65 millones, vuelve a aumentar su exposición en los mercados de futuros
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Las evidentes dificultades que el Banco Central (BCRA) exhibe para comprar dólares y alimentar sus alicaídas reservas (que se mantienen en negativo en la medición líquida o cash), pese a la dimensión que alcanzó desde hace un mes el cepo y las liquidaciones récord que aporta el sector agrícola, reactivaron entre los inversores el temor a una mayor devaluación del peso.
El apetito por coberturas cambiarias, del que incluso intentará volver a sacar provecho hoy el Gobierno para financiarse (ofrece la reapertura de un bono ajustable por la variación del tipo de cambio, pero del que debería hacerse cargo la próxima administración), se deja ver en el marcado despegue que muestra el volumen de operaciones en los mercados de futuros del dólar y en mayor demanda que vuelven a enfrentar los activos dollar-linked, tras algunas semanas de ser desplazados en la preferencias por los que ajustan por inflación.
“Hay un renacer notable de ese apetito, una demanda sólo abastecida por el Central. No se teme, como antes, a un salto del tipo de cambio o ajuste desordenado, sino que pase a actualizarse por encima del nivel que muestra la inflación y las tasas de interés”, admite el economista o experto en derivados financieros Javier Marcus.
Por caso, cuando restan apenas dos ruedas para cerrar el mes sumando lo transado en el MatbaRofex -principal plaza local para negocios con estos derivados- y el MAE -la plaza por la que cursan sus negocios los bancos- ya se pactan contratos por el equivalente a más de US$1200 millones y con precios y tasas implícitas que no dejan de moverse al alza. “Sin duda vuelven a tomar temperatura. Esta vez, la parte más larga de la curva está en máximos de tasa para lo que va del año”, corrobora el analista Andrés Reschini, de F2 Soluciones Financieras.
Para tener un parámetro hay que tener en cuenta que a esta misma altura de marzo, tras confirmarse el acuerdo con el FMI, se operaban poco menos de US$900 millones, lo que mostraba un desarme de posiciones respecto de los cierres de meses precedentes que no sólo ya se detuvo sino que vuelve a tomar vuelo.
Es una demanda que se reactivó en los últimos días y los analistas no dudan que seguirá en aumento ahora que se supo que el Central debe volver a vender reservas (se desprendió de unos US$65 millones hoy, con lo que debió aportar al mercado algo así como el 35% del monto transado en operaciones de contado) para atender los pedidos de compra autorizados.
Esto lo deja con un saldo de intervenciones en el mes positivo por apenas unos US$164 millones, marcadamente lejos de los US$1373 millones recomprados por la misma vía en abril del año pasado y 60% por debajo de la meta mínima de US$400 millones que sus autoridades se habían fijado para el corriente mes.
“Lo que se nota es el mercado acomodándose a un dólar de lío, lo que no debiera llamar la atención considerando el lío que es la economía global (entre la salida de la pandemia y el impacto de la guerra en Ucrania), el lío que es la interna expuesta del Gobierno, y el lío ya clásico que deriva del desorden macroeconómico local”, explica por su parte el economista Pablo Goldín director de la consultora Macroviews.
Goldín sostiene que si bien en el mercado “no se esperaba” que el reciente acuerdo con el FMI solucionara las tensiones locales, sí se creía que podría ser capaz de “encapsular la crisis local, para poder seguir transitándola con algunos ruidos, pero sin eventos disruptivos”.
“Es esa hipótesis la que vuelve a estar en duda y es la que justifica la suba de todos los dólares libres o el aumento en la demanda de coberturas”, advierte. “En especial por los problemas que el BCRA muestra para reacumular reservas. Transcurridos cuatro meses del año apenas pudo comprar unos pocos dólares: si esto no cambia en apenas unas semanas el mercado se va a poner más desafiante”, insiste.
Reschini explica que el reacomodamiento de mercado se inició tras la sorpresa por el dato inflacionario de febrero, pero reconoce que se intensificó en las últimas jornadas, aunque el BCRA fue aumentando el ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial y ante “las dificultados que evidencia para recomponer reservas del BCRA y la tendencia a la apreciación que mostró el tipo de cambio por la ola devaluatoria que generó en el mundo el fortalecimiento del dólar estadounidense”.
“Lo que se nota es que hay cada vez más inversores y empresas que buscan anticiparse a una posible corrección y, por lo mismo, están dispuestas a pagar por coberturas tasas que hoy llegan hasta casi el 5% TEM (79,1% TEA) para julio”, apunta. Es decir, todavía en tiempos “temporada alta” de liquidaciones.
En este sentido agrega que el interés abierto en futuros ya ronda los US$4500 millones, “una cifra 40% superior al la que se registraba a la misma fecha del año pasado”. Es una demanda alimentada casi exclusivamente por ventas del BCRA, que había logrado reducir de US$5150 millones a US$1249 millones su exposición en estas plazas hasta fin de marzo.
La expectativa del mercado es que haya tenido que duplicarla en las últimas semanas, lo que no representa una dificultad, ya que tiene autorizado elevarla hasta en equivalente a US$9000 millones de ser necesario en el acuerdo sellado con el FMI.
Para Marcus las crecientes apuestas de mercado en este sentido tienen en cuenta también que precisamente dicho entendimiento tiene un punto central en la necesidad de evitar un retraso en términos reales el tipo de cambio, algo que ya está sucediendo por el cambio de condiciones en los mercados globales. Y apunta que “los inversores recurren a los futuros porque no hay en el mercado muchos otros instrumentos de cobertura cambiaria y los bonos dollar likend ya estaban bastante caros. Eso hace que estos contratos funcionen como vía de escape o contención”.
Por lo pronto la creciente demanda de futuros cambiarios como la escalada de los dólares libres muestran que la denominada calma cambiaria se volvió a esfumar. Lo que resta por dilucidar es si se trata de un simple episodio o el comienzo de una temporada de nerviosismo financiero, lo que sumaría un lastre a una economía agobiada por tantas otras cosas.