Las crisis alimentaria y energética: dos desafíos gigantes para la humanidad
En un encuentro internacional desarrollado en la ciudad suiza de St. Gallen, un grupo de jóvenes especialmente elegidos planteó sus demandas y sus ideas ante políticos, empresarios y académicos; la guerra y el cambio climático, en la agenda
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El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau lo dejó claro. “Este evento tiene lugar en un momento en que la democracia se ve amenazada en el mundo”, dijo en la apertura del 51° Simposio de St. Gallen, el foro que año a año reúne a 600 líderes políticos, empresarios y académicos con 200 jóvenes talentos especialmente seleccionados. El lema “Ventajas colaborativas” se vio reflejado en las palabras de Trudeau: “Debemos hacer mucho más que solo hablar, debemos hacer más que solo escuchar, necesitamos trabajar juntos”.
El simposio de St. Gallen es un espacio de diálogo intergeneracional, en el cual los jóvenes plantean desafíos e ideas innovadoras. Cada año se selecciona a 100 estudiantes de maestría o doctorado en un concurso de ensayos sobre el tema del simposio. Este año se recibieron 400 ensayos de 75 países. A los autores de los 100 mejores, se los invita a participar del evento. Otros 95 jóvenes son seleccionados por sus logros en diversos campos. Cinco fueron los jóvenes seleccionados por su destacada participación en el “Global Leadership Challenge”.
Es el caso de Juan Pablo Filippini, economista argentino, graduado de la Universidad Torcuato Di Tella, que trabaja en el Banco Ciudad. El Global Leadership Challenge, es una iniciativa de las Universidades de Oxford y St. Gallen, que se hizo de forma virtual a fines de 2021. Es un programa de liderazgo en el cual, trabajando en equipos multidisciplinarios, debe presentarse una solución a un problema concreto.
La guerra en Ucrania estuvo presente como tema del foro. En su dimensión política, la guerra se debate hasta en Suiza, que, a pesar de su neutralidad, ha suscripto las sanciones de la Unión Europea.
“¿Cómo se deben desarrollar los organismos internacionales para poder proteger la paz?”, demandó Lisa Yasko, una joven parlamentaria ucraniana. La respuesta no es clara. Europa se muestra unida, pero en el resto del mundo se escuchan diferentes mensajes.
Según la encuesta “Voces de los líderes de mañana de 2022″ realizada en febrero por la organización del simposio a 683 jóvenes y 300 líderes, el tema que más preocupa es la creciente polarización en la sociedad. En un panel sobre democracia y medios de comunicación, la periodista María Ressa, ganadora del Premio Nobel de la Paz en 2021, dijo que hay una correlación directa entre el auge de las redes sociales y el creciente autoritarismo en el mundo. “Ya no se puede distinguir entre hechos y mentiras”, expresó. Según un estudio de 2018 del MIT, las noticias falsas y los discursos de odio se propagan a mucha mayor velocidad que los hechos verídicos. Hoy los algoritmos de las grandes redes deciden de manera no transparente qué contenidos recibe cada uno en sus burbujas informativas. Esto polariza. Ressa propone que la sociedad debata y defina un marco regulatorio de las tecnologías para recuperar el poder en el espacio informativo. En tiempos en que Elon Musk expresa inquietudes similares, la pregunta de un estudiante fue: “¿cómo?”, ya que esas tecnologías son la propiedad clave de las redes sociales.
La guerra mostró rápidamente la interdependencia de los países en cuestiones como el suministro energético y la seguridad alimentaria. Es sabido que el conflicto en Ucrania –uno de los mayores productores agrícolas del mundo– traerá escasez de alimentos, principalmente en África. Pero incluso en países productores de granos como Sudáfrica, se sienten las dependencias. El fertilizante que utilizan proviene de Ucrania y ya han aumentado los costos.
Esta crisis se suma a la del cambio climático, cuyos efectos se ven en una baja de la productividad agrícola. Para Petra Laux, jefa global de Sostenibilidad de Protección de cultivos de Syngenta, se necesitan prácticas alternativas, mejores granos y bio estimulantes. En tanto, Christine Gould, CEO de la fundación Thought for Food advirtió que “no alcanza con incrementar rendimientos, debemos incrementar el valor nutritivo de los alimentos”.
Otra respuesta sería garantizar la seguridad alimentaria desde organismos internacionales. “¿En qué medida se podrían crear incentivos y reglas claras para garantizar la elaboración de productos esenciales –como energía y alimentos– en países con una historia y un prestigio de neutralidad política?”, preguntó Filippini. No hubo una respuesta concreta. El profesor Simon Evenett comentó que, en un encuentro reciente, el director del Banco Mundial había planteado lo mismo.
En materia energética, la guerra ha desencadenado una aceleración de la transición hacia energías sostenibles, sobre todo en países con alta dependencia de Rusia. Los jóvenes lo reclaman desde hace años. Según Andreas Brandstetter, presidente de la asociación de seguros europea, “la transición no será fácil, tendrá baches”, como la posibilidad en el corto plazo de incrementar la explotación del carbón como fuente de energía.
Los problemas no son nuevos, pero se han acentuado con el conflicto. ¿Por qué la falta de acción de los líderes de hoy? Para Mamphela Ramphele, co-presidente del Club de Roma, el desafío es que “la humanidad mira el corto plazo, tanto en el consumo como en política (las próximas elecciones) y en los negocios (el balance trimestral)”. Hemos estado viviendo con los incentivos equivocados. Y para cambiarlos, como dijo Trudeau, “debemos trabajar juntos”.
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