Las claves del escenario laboral 2022 y las razones por las que en 2023 habrá más nubes
Inmerso y atascado entre de la volatilidad económica y la incertidumbre política, el panorama laboral argentino arroja las siguientes conclusiones para el año que está por finalizar.
Pérdida del salario real. Con una proyección de un incremento salarial promedio de 89% para todo 2022 y una inflación estimada en 100%, es el quinto año consecutivo en el que la variación de los ingresos queda por debajo del aumento de precios. Según un análisis de la consultora Invecq, el salario promedio en pesos constantes cayó a agosto último un 19% si se lo compara con el mismo mes de 2017. Inviable para cualquier trabajador, por donde se lo mire. Eso da la certeza de una sociedad que cada día es un poco más pobre.
Modelo híbrido de trabajo. Probablemente este cambio en la manera de hacer las tareas es el mayor impacto de la pandemia en el mundo laboral. El 77% de las empresas tiene hoy implementada una práctica con cierta flexibilidad en cuanto a la cantidad de días de trabajo presencial, según cada equipo de trabajo. Así, un 63% se reparte entre dos y tres días con trabajo virtual. Yes flexible, en el 80% de los casos, la elección de esos días. Imposible definir aún la mejor combinación final entre trabajo remoto y presencial. Ambos extremos han demostrado sus falencias y lo cierto y seguro es que ya nada volverá a ser como antes. La convivencia de oficina y virtualidad ha venido para quedarse y cada organización deberá encontrar su mix ideal.
Exportación de servicios profesionales. El crecimiento de este sector es otra de las grandes consecuencias de la forzada virtualidad. Ya existente antes de la pandemia, pero ahora potenciada al extremo, trabajar en el mundo de los servicios del conocimiento para cualquier país es una realidad del ecosistema laboral. La Argentina siempre sazona con su impronta local, y el absurdo desbarajuste del tipo de cambio potencia este fenómeno. Florecen jóvenes (y no tan jóvenes) que, de manera independiente, aprovechan esta ventaja del mix de flexibilidad y moneda dura. Sin embargo, asoma improbable la sostenibilidad de este modelo. No solo por la inquietud del Gobierno, sino también por la marginalidad laboral e impositiva en la que se desenvuelven los freelancers.
Desconexión de oferta y demanda laboral. La baja del índice de desocupación medido por el Indec –entre el segundo trimestre de 2020 y ese período de 2022 cayó de 13,1% a 6,9%– no alcanzó para resolver la crónica desconexión entre lo que el mercado del trabajo demanda y la oferta de recursos humanos. Hace 10 años que en el sector tecnológico quedan vacantes entre 5000 y 10.000 puestos. La demanda insatisfecha de profesionales de la enfermería asciende a 50.000. En el primer cuatrimestre de 2022, el 35% de los inscriptos en la Universidad de Buenos Aires fue para medicina, psicología y abogacía. El trabajo del futuro precisa más especialistas de orientaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por las iniciales en inglés), pero este año en la UBA por cada estudiante de ingeniería se inscribieron dos de psicología, y en todo el país la carrera con mayor cantidad de graduados es Derecho (18.500 abogados en 2019, 14% del total). Y no hay plan estratégico de recursos humanos para los próximos diez años.
Un futuro con más nubes. Es difícil esperar que 2023 sea un mejor año para el empleo, cuando el supuesto más probable es el de nulo crecimiento e inflación de tres dígitos. Entonces, persistirá la demanda laboral cada vez más sectorizada y acotada a un puñado de sectores (tecnología, FinTech, AgTech, HealtTech, centros de servicios compartidos, construcción, quizá turismo), con una desocupación formal en lento crecimiento y un mercado informal progresivamente más amplio y precario.
En diez años (entre agosto de 2012 y agosto de 2022) el empleo privado registrado creció apenas 2,4%, mientras que el público lo hizo al 28,3%. Y en igual lapso el número de trabajadores autónomos cayó un 5% y el de monotributistas aumentó 40%. Ergo, cantidad no es calidad.
A pesar de la contundencia fáctica de esta década pérdida, la reforma laboral sigue, por omisión, por negligencia o por incapacidad, ausente de las prioridades de quienes nos gobiernan. Seguiremos navegando en la mediocridad de un mercado laboral estructuralmente debilitado, emparchado, con chances para pocos, con oportunidades que se siguen desaprovechando y un futuro que abraza la incertidumbre.
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