Hay tecnologías que están avanzando en estos meses a una velocidad de “años perro”; cómo son los desarrollos basados en blockchain, qué son las finanzas descentralizadas y qué rol juegan emprendedores e innovadores argentinos
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Buenas metáforas para describir lo rápido que están evolucionando algunas tecnologías en 2021: tres, dos, uno, empezando… ¡Ya!
“Años perro” bien podría ser una: un año canino equivale a 7 años humanos (aunque depende de la raza) y, por lo tanto, estaríamos hablando de un ritmo siete veces más rápido. “Velocidad de escape” también se está usando mucho: el término proviene del campo aeroespacial y refiere a la rapidez necesaria para alejarse de un cuerpo masivo (la velocidad requerida para “escapar” de la Tierra al nivel del mar es de 11 kilómetros por segundo). Una tercera metáfora también viene del mundo de la astronomía: es la del tiempo que tardan los rayos del sol en llegar a la tierra: 8 minutos con 19 segundos. Se le ocurrió al creativo Carlos Pérez, presidente de la agencia BBDO, hace unos años: si el sol se apagara tardaríamos ese tiempo en darnos cuenta de lo sucedido, y mientras tanto viviríamos con la inercia de un eje inexistente; eso es lo que sucede hoy con muchos sectores de la economía. Son “empresas zombis”, para usar otra figura de las finanzas.
Cualquiera de las tres metáforas (la de años-perro, la de velocidad de escape o la de los rayos del sol) le cabe muy bien a lo que está pasando este año en la avenida de la “descentralización”, cripto-mundo, consenso distribuido, web 3.0 o como quiera llamársele. El precio del bitcoin o ethereum es apenas la punta del iceberg de lo que se está moviendo en este territorio.
“El mundo cripto es vértigo, es raro, es tonto, es revolucionario, está subestimado, está exagerado: todo eso al mismo tiempo”, definió días atrás el divulgador y exeditor del sitio Wired, Kevin Kelly. Como si fuera poco complicado, agregó, “todo está inserto en un océano de dinero por la alta emisión y las tasas bajas, así que es muy difícil definir qué tiene valor real y qué es sustentable”.
En este vertiginoso contexto, llegaron novedades impositivas en nuestro país: el Gobierno dispuso (o aclaró, según los funcionarios), por un decreto publicado el miércoles en el Boletín Oficial, que las operaciones de “compra, venta, permuta, intermediación y/o cualquier otra operación sobre criptoactivos, criptomonedas, monedas digitales o instrumentos similares” están alcanzadas por la carga fiscal que pesa sobre los débitos y créditos bancarios (el llamado impuesto al cheque).
En este “todo al mismo tiempo” del que habla Kelly se suele concentrar la atención en las monedas, que acaparan un 99% de la cobertura mediática sobre la materia. El mar de la llamada descentralización, sin embargo, es mucho más amplio en 2021 y tiene canales comunicantes con otras tecnologías exponenciales (ciencias de la vida, inteligencia artificial, cuántica, etcétera) que van ganando volumen.
La web 3.0 (o “web 3″) sucede a la anterior versión 2.0, central en la última revolución digital, que se desplegó entre 2005 y la actualidad. Mientras que la versión dominante hoy es centralizada, gobernada por unas pocas compañías gigantes y con un modelo de negocios con eje en avisos y costo por clic, la web 3.0 promueve un nuevo paradigma de protocolos abiertos, descentralización, computación distribuida, contenidos de los usuarios, pocos avisos (o ninguno) y una economía “tokenizada”.
Token no fungible (NFT según la sigla en inglés) es una expresión que se refiere al archivo digital de una obra de arte plástica, un video, un meme, o hasta de un tuit, que se encripta en blockchain. Cuando en marzo último el NFT de un collage de fotos se vendió por US$69,3 millones, muchos pensaron que se trataba del pico más elevado de una burbuja alocada. Pero en el tercer trimestre del año el mercado de NFT superó los US$10.000 millones: se multiplicó por ocho respecto del período de los tres meses previos, al ritmo de booms como el del juego Axie Infinity, que combina descentralización con lógica de video juegos.
“Las burbujas especulativas tienen recorridos irregulares, así que esto no quiere decir nada. Los NFT todavía tienen muchas cosas no resueltas de propiedad intelectual –señala, en diálogo con la nacion la “abogamer” Micaela Mantegna–, pero es cierto que traen cosas inéditas a la economía digital, principalmente el concepto de escasez”.
Para el inversor Ariel Arrieta, del fondo NXTP, que tiene inversiones en varios proyectos cripto, “se suele subestimar a la innovación en modelos de negocios, que es lo que está explotando hoy en el mapa de la descentralización. Esto es algo que se enseña muy poco, por ejemplo, en escuelas de educación ejecutiva”. Arrieta cree que este vertical de web 3 es el más dinámico, por lejos, en el radar del capital de riesgo en esta segunda mitad del año.
Verano DeFi
Cuando en 2008 una persona con el seudónimo de Satoshi Nakamoto creó un activo que hoy vale billones de dólares resolviendo un problema matemático en ocho páginas, posteando lo escrito en internet y codificando la primera blockchain de bitcoin, lo hizo en buena medida bajo el impulso de la crisis financiera.
Poco más de diez años más tarde, es una crisis distinta (la del Covid) la que vuelve a empujar un “verano de las finanzas descentralizadas (DeFi)” cuenta el economista Gabriel Gruber, exfuncionario del Banco Central, fundador del portal de servicios inmobiliarios Properati (luego vendido) y actual CEO de la startup de DeFi Exactly Finance, que recientemente levantó US$3 millones en inversiones.
El mundo DeFi no se agota en un medio de pago, como bitcoin y las demás monedas, sino que abre la puerta a programar dinero, hacerlo inteligente, formar ahorro, crédito, etcétera. El mercado potencial es mayor en varios órdenes de magnitud. Si se tiene en cuenta que bitcoin de alguna forma tomó el negocio del valor de reserva (oro), DeFi va por todo el segmento bancario. Y luego vienen todas las descentralizaciones de otros sectores (salud, turismo, etcétera), con lo cual el potencial puede ser gigantesco.
Las monedas digitales se llevan gran parte de la atención, pero el mar de la llamada descentralización es mucho más amplio y tiene varias conexiones
Gruber estudió Economía en la Universidad de Buenos Aires, hizo su tesis con Daniel Heymann, trabajó con Alfonso Prat Gay y Martín Lousteau, y es un caso raro de economista enamorado de la descentralización, campo que a la disciplina de Adam Smith y Keynes le cuesta “comprar”.
“Creo que la desconfianza tiene que ver con el desconocimiento de los economistas en general sobre cuestiones de tecnología, de códigos, de software, etcétera. Del otro lado, los programadores que está haciendo contratos inteligentes no saben de economía. Hay mucho valor en crear puentes ahí”, dice Gruber, de 39 años, que a fines de octubre viajó a Europa para asistir a varios eventos cripto, junto a parte de su equipo millennial. “Me siento como un coordinador de viaje de egresados”, grafica.
En este “todo a la vez” al que hacía referencia Kelly también están ganando volumen los nexos con otras áreas de gran crecimiento en 2021, como la biotecnología. Días atrás se listó en Open Sea un NFT de una molécula de envejecimiento, que por ahora tuvo una oferta máxima de 127 dólares.
El biólogo Martín Vázquez, cofundador de la startup de estudios genéticos y de microbiota Heritas y director científico de Bioceres, tiene una hipótesis interesante: el genoma es, de alguna manera, un primer “blockchain” natural. Lo explica así: “Uno puede pensar al genoma como un sistema con todas las características que se valoran de la criptoarquitectura de software: descentralización, privacidad, validación de los cambios por parte de todos los nodos de la red y responsabilidad (accountability)”. Heritas y otros proyectos de biotecnología están aprovechando blockchain para resolver desafíos de privacidad en los datos genéticos personales.
El otro canal vinculante cada vez más caudaloso es el del mundo cripto con el del entretenimiento y los videojuegos, un sector que suele ser punta de lanza en procesos de innovación. Las historias de los NFT con artistas populares de todos los rubros le suman glamour a un terreno que es tremendamente difícil de entender y explicar cuando uno se mete en sus aristas más específicas.
Hoy, los managers de la NBA, la liga estadounidense de básquet, pasan más tiempo hablando de NFT que de derechos televisivos (el mercado de NFT de grandes jugadas arde, y muchas veces los compradores son las propias estrellas basquetbolísticas). En este océano embravecido hay dos megatsunamis chocando: el de la descentralización y el de la “economía de la pasión”, que también tuvo un 2021 estelar a nivel global.
País privilegiado
“Creo que la Argentina tiene todo para posicionarse como una potencia en tecnologías de descentralización”, dice ahora Diego Fernández, secretario de Innovación y Transformación Digital del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quien puso a la web 3.0 en el foco de su gestión. “Tenemos los recursos humanos, energía abundante y renovable (eólica en el sur, solar en el norte), esto puede ser una enorme oportunidad para el país”, afirma el funcionario, que tiene un pasado como emprendedor en el área de la tecnología.
Hay un lazo común entre la web 3.0 y la biotecnología, dos de las avenidas de cambio más disruptivas del último año: en ambos terrenos la Argentina tiene jugadores de primerísima línea a nivel mundial. Empezando por Wenceslao Casares, creador en su momento de Patagon, a quien la revista digital especializada Quartz describió como “el paciente cero” de bitcoin, que convenció a Bill Gates, Reid Hoffman y otros veteranos de Silicon Valley de invertir en la principal criptomoneda. Para tener una idea de la dimensión de este negocio: hay quienes aseguran en este ambiente que Casares es hoy el argentino más rico del planeta.
El mundo cripto tiene cada vez más canales comunicantes con el de entretenimientos y videojuegos, un sector que suele ser punta de lanza de la innovación
A la lista de leyendas del sector hay que agregar a Sergio Lerner (el programador que identificó los bitcoins originales de Satoshi), Manuel Aráoz (un programador que el año pasado promovió el primer reporte sobre las ventajas de GPT-3 usando el propio sistema de lenguaje natural de inteligencia artificial), Santiago Siri (Democracy.earth), Esteban Ordano (Descentraland), Darío Sneidermanis (Muun Wallet) y Mariano Conti (MakerDAO), entre otros.
Próximos desafíos
¿Qué fricciones subsisten hoy en el mapa de la web 3.0? Para Manuel Beaudroit, fundador de la billetera cripto Belo, todavía hay varios obstáculos y temas a resolver: “Estamos en una etapa inicial en la que la experiencia de usuario a veces no es la mejor, hay costos altos y también en esta comunidad se cultiva un lenguaje muy tribal que hace que para los no especialistas no sea fácil leer y entender qué está pasando”.
Hay, de hecho, todo un lunfardo asociado. Edwin Rager, creativo y miembro también de Belo, remarca que la escasez de talento (cuesta muchísimo contratar programadores) es otro factor que puede demorar el despliegue de proyectos.
A pesar de estos obstáculos, se esperan varios avances en web 3.0 para los próximos meses:
Entrada de grandes jugadores: Como en todo proceso disruptivo, los primeros en llegar son startups pequeñas (más ágiles), pero pronto se suman las grandes empresas de tecnología. Por ejemplo, en el mercado se descuenta un desembarco de Mercado Pago en la compra y venta de cripto activos.
Nuevos socios estatales: En el mundo cripto hay preocupación porque uno de los únicos Estados socios hasta ahora sea El Salvador (con el presidente Nayib Bukele, que promovió el curso legal de bitcoin) y hay una carrera por agregar otras ciudades y países. “Como la perspectiva es que esto se convierta en algo tan grande, estamos en una etapa de mucha colaboración entre todos los jugadores”, dice Fernández, del gobierno porteño.
Eventos de ciencia ficción: Algo seguro es que seguiremos recibiendo noticias de la web 3.0 que parecerán sacadas de libros de ficción. Desde la profusión de DAO (empresas anónimas y descentralizadas), que funcionan 100% con contratos inteligentes, hasta operaciones alocadas. Tres semanas atrás, un usuario compró un NFT de un personaje pixelado con pelo blanco y verde llamado “CryptoPunk 9998″ en 532 millones de dólares con un préstamo veloz (flash loan), que devolvió en la misma operación (solo tuvo el costo transaccional, de menos de 1000 dólares).
¿Pura ficción? También lo es el dinero convencional, repiten en la tribu cripto. Para Yuval Harari, el historiador israelí que días atrás conversó con Guibert Englebienne, de Globant, “el dinero es la mejor historia jamás inventada por los humanos, porque es la historia en la que todos creen”.
Alguna vez Bill Gates dijo que no convenía pelearse con los nerds, porque el día de mañana podrían ser jefes de uno. Gruber recuerda que en su “vida anterior”, como economista del Banco Central y de consultoras, algunos a veces hablaban en forma despectiva de “los pibes de sistemas”. Hoy, remarca, “los pibes de sistemas… dominan el sistema”.
Y un par de datos adicionales para tener una idea de la velocidad de la que estamos hablando. Varios de las fuentes con las que LA NACION conversó para este texto se refieren a Ualá, Mercado Libre u otros unicornios regionales como pertenecientes a un “viejo mundo”, porque no tienen descentralización en el ADN de su negocio. Una versión preliminar de este artículo se escribió hace dos semanas, y para el cierre final hubo que actualizarlo. No hay buenos libros para empaparse del tema, cuenta la periodista especializada en cripto Olivia Goldschmidt, porque algo publicado en 2019 ya es de los tiempos precámbricos. Las metáforas de los años-perro o de la velocidad de escape tal vez se queden cortas.
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