Las cinco factores claves que definirán el ingreso de dólares al país en 2023
La exportación es la puerta de entrada de los divisas que necesita el Banco Central; la economía global y el precio de las commodities, e nivel de actividad en Brasil, las restricciones por políticas internas, los problemas de la logística local y el futuro de China definirán el escenario
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A la hora de predecir qué pasará en 2023 hay una sola certeza, y es que no hay certezas. Frase remanida, pero real. El mundo quedó herido después de la pandemia que, por cierto, todavía tiene sus rebrotes. Inflación global, demoras en los embarques y precios inestables son hechos que definen en parte a la economía relacionada con el comercio exterior.
Pero hay, incluso, un agravante: la situación geopolítica. Algunos países, lejos de aprender de la pandemia que el mundo está asentado en bases frágiles signadas por la finitud del ser humano y la conveniencia del apoyo mutuo, emergieron en un clima de conflicto. La invasión rusa a Ucrania generó un tembladeral de sanciones, falta de recursos energéticos, una emergencia alimenticia y hasta amenazas nucleares. Por otro lado, dos potencias como los Estados Unidos y China dejan en claro que sus diferencias son grandes, aunque sus líderes se saquen una foto dándose la mano.
En este contexto, haciendo zoom en la Argentina, 2023 se presenta como un año electoral en un país que necesita estabilizarse, pero que enfrenta los excesos de la desesperación política por votos. Los economistas sostienen que, mientras no haya un plan a corto, mediano y largo plazo que incluya un sinceramiento del tipo de cambio, todas las medidas son curitas para un enfermo en terapia intensiva con fiebre de tres dígitos (léase, inflación).
La economista Beatriz Nofal anticipa que “al tipo de cambio real no van a entrar muchos dólares”. Y agrega que “se requiere un proyecto de estabilización que acompañe un crecimiento a largo plazo y corregir el tipo de cambio atrasado en el contexto de un plan creíble. La tasa de inversión está en niveles bajísimos y tenemos un crecimiento anémico”.
Las causas de la falta de avances de la economía están en los daños autoinfligidos, dice Fernando Landa, presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA). En el marco de un encuentro organizado por la entidad para analizar los principales desafíos de la logística nacional, el dirigente afirmó que el comercio exterior de la Argentina depende de la confianza de los mercados internacionales y que “las conductas erráticas que nuestro país ha tenido no son la mejor fórmula a estos efectos”.
Agregó que “la exportación argentina ha crecido por los precios, pero no ha crecido en volumen. La Argentina ha perdido sistemáticamente relevancia en el comercio internacional por razones que se pueden conceptualizar en la falta de adopción de una estrategia exportadora”. Los cambios constantes (y trabas) a las importaciones son un ejemplo del comportamiento errante “a la argentina” que menciona Landa.
Sin políticas contracíclicas, que son un salvataje para imponderables como la sequía, el granizo o las heladas, que azotaron a la Argentina este año, 2023 se presenta muy complejo. “Luego de un 2022 récord [las exportaciones llegarán a más de US$85.000 millones] podemos ya prever un futuro año más complicado”, afirma el consultor Marcelo Elizondo, analista en temas de negocios internacionales.
Si los precios de las commodities se mantienen como están hoy, ¿cuántas menos divisas ingresarían a la Argentina el año que viene, por el menor volumen de producción a causa de fenómenos climáticos? “Este año estimamos que las exportaciones de los principales productos del complejo agro cerrarán en US$41.890 millones, aproximadamente, lo cual es un récord histórico. Para el año que viene se prevé una cifra de US$40.694 millones, es decir US$1200 millones menos que este año. Pero hay margen para recortar según lo que pase con el clima”, sostiene Tomás Rodríguez Zurro, economista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Para aliviar la tensión, hay dos sectores que prometen: la economía del conocimiento y el turismo, que ya está casi en niveles prepandemia. Según Argencon, la cámara que nuclea a las empresas de la economía del conocimiento, continúa una tendencia al incremento del valor de las exportaciones, que alcanzaron un total de US$7261 millones en el período de julio de 2021 a junio de este año, 23,5% más que en los doce meses previos.
Qué puede transitar la Argentina el año que viene es materia de análisis de expertos en comercio exterior. Aquí, algunas claves que dan pistas sobre el futuro inmediato.
1. La economía global y las commodities
Según advierte Elizondo, la demanda mundial será más débil en 2023. “La Organización Mundial del Comercio (OMC) estima que, luego de la caída del intercambio internacional que hubo en 2020, de 5,2%, ya en 2021 la cifra de operaciones había crecido un 9,7%, medida en volúmenes –dice–, mientras que en 2022 transitamos un alza respetable, aunque menor, de3,5%. Pero, para 2023, el difícil contexto anticipa que el crecimiento global será solo de un 1%”.
El especialista en comercio exterior afirma que eso impacta en las compras mundiales: las importaciones de países sudamericanos (un destino relevante de las ventas argentinas) decrecerían en 2023 un 1%. También caerían las europeas, un 0,7%, y las asiáticas crecerían solo 2,2%. Mientras tanto, las norteamericanas apenas avanzarían un 0,8%.
El impacto de lo que ocurra con los precios es clave para la Argentina. “El Banco Mundial sostiene que los precios agrícolas mundiales disminuirán un 5% en 2023. Y dos tercios de nuestras ventas son de origen agropecuario”, explica Elizondo.
Rodríguez Zurro agrega que “tenemos un recorte estimado de producción de maíz y de soja; las siembras vienen muy mal y lo que ocurra con el clima de acá en adelante va a ser crucial”. En 2023, agrega, “la producción de soja se va a ver castigada. Hoy ya estamos pensando en una producción un millón y medio de toneladas menos de lo que teníamos previsto hace un mes, aproximadamente. Puede haber un recorte de precios, todo depende de la producción de Brasil, que apunta a un record histórico de 150 millones de toneladas”.
El efecto no se limita al mercado de granos. Apunta Elizondo que el fenómeno climático afecta al 23% de las cabezas de ganado, porque unas 16,4 millones de bovinos se quedan sin pastura suficiente, según el registro de la Mesa Nacional de Monitoreo de Sequía.
2. El crecimiento económico de Brasil
La Argentina debe mirar al norte para conocer una parte importante de su destino. Brasil es el principal socio comercial (aunque en octubre los números indican que fue superado por China) y también el principal destino de sus exportaciones de manufacturas de origen industrial (MOI), esas que deben incrementarse, según insisten en señalar los expertos, porque tienen valor agregado.
Según un análisis de la consultora Abeceb, los principales números para Brasil en 2023 anticipan una inflación que se reduciría a 5% anual (en octubre, la variación interanual de los precios fue de 6,5% anual), y una actividad que se desaceleraría y crecería solo un 1%. La relación con el país vecino es deficitaria para la Argentina. Con importaciones que seguirán creciendo por encima de las exportaciones, para lo que resta del año Abeceb predice que el rojo comercial bilateral puede cerrar en torno a los US$2800 millones, apenas un 20% por debajo del déficit promedio histórico de US$3500 millones que hubo entre 2004 y 2018.
Sin embargo, para Nofal, el crecimiento económico de Brasil podría ser más alto en 2023. “La revitalización del Mercosur y la alianza estratégica Argentina-Brasil son factores que influirán en el crecimiento de nuestro país el año que viene. Las estimaciones del Ministerio de Finanzas del actual gobierno de Brasil establecen que su tasa de crecimiento el año que viene estaría entre 1,4% y 2,9%. Este año, los resultados fueron mejores que las proyecciones estimadas, incluso por el Fondo Monetario Internacional (FMI)”, analiza.
Para la economista, esto es un factor clave para la Argentina, porque el principal determinante de la demanda de importaciones por parte de Brasil de productos argentinos es su propia tasa de crecimiento. “Si Brasil se reactiva, va a representar un empuje para las exportaciones, sobre todo las MOI”, afirma.
3. Mercosur, restricciones e industria automotriz
Según analiza Landa, “el Mercosur se ha transformado, casi diría peligrosamente, en un artefacto esencialmente político, en el cual las partes se van moviendo independientemente, alejándose del objetivo central”.
Coinciden los especialistas en que el futuro del bloque está en veremos y en que hay gran expectativa por la postura de Lula da Silva, un factor clave para definir los próximos pasos del Mercado Común del Sur.
A pesar de que tiene afinidad con la Argentina, el próximo presidente de Brasil no frenará el crecimiento de su país por la relación; por ello, nuestro país deberá “hacer los deberes” para ganar competitividad.
En relación con ese aspecto clave, Nofal destaca que, en la medida en que la restricción a las importaciones continúe o incluso se acreciente, se afectarán la operatividad, el nivel de actividad de la industria y las exportaciones. “Si se frena la industria argentina, no se va poder responder a la demanda de Brasil. Un sector muy afectado es el automotor y toda su cadena de valor”, puntualiza la economista.
La industria automotriz está íntimamente ligada a la relación con Brasil. En los diez primeros meses de 2022 se exportaron 268.182 unidades, un aumento de 29,5% respecto de igual período de 2021. De ese total, fueron a Brasil 168.601 unidades.
Sin embargo, los impedimentos para importar insumos del sector complican la producción. Si la Argentina no satisface las demandas de Brasil porque no llega a fabricar lo que ese país necesita, ¿puede llevar a que Brasil compre en otros destinos? Nofal responde que sí. “Brasil tiene un acuerdo bilateral bastante ambicioso con México. Está avanzando el programa de liberalización recíproca que ese acuerdo implica. Esto puede llevar a la sustitución de importaciones de partes o de vehículos terminados, ya que México es un gran centro de fabricación de vehículos. Brasil no va a frenar sus compras del sector automotor por las restricciones a las importaciones que impone la Argentina”, sentencia.
4. La actividad en China, el segundo mercado del país
El gigante asiático es el segundo mercado de exportación de la Argentina, después de Brasil. “La expectativa de crecimiento de China para 2023 era de 5,3%, pero fue recortada a 4,4% porque está con una política de Covid cero”, explica Nofal. De hecho, nuevos brotes del virus en ese país retrasan la apertura total de las operaciones.
Otro factor que define el comercio de China es el crecimiento global. “La suba de las tasas de interés en el mundo implica una desaceleración de la economía del planeta y del comercio en general. El crecimiento de China depende de sus exportaciones y de las inversiones que se venían realizando fuertemente, sobre todo en materia de vivienda, y que ahora están complicadas por temas financieros. Si estos dos motores no funcionan a la misma velocidad, China se va a desacelerar”, dice la economista.
La realidad es que, a lo largo de los años, el enorme déficit comercial que tiene la Argentina con China ha ido creciendo hasta llegar a US$8020 millones en lo que va de 2022, hasta octubre, según el Indec. Las operaciones con ese país representan, para el nuestro, el 9% de las exportaciones y el 21% de las importaciones.
De todas maneras, en octubre de este año hubo una excepción notable, producto del “dólar soja”. El intercambio comercial con China registró un saldo positivo de US$135 millones. Las exportaciones sumaron US$1636 millones, con una suba interanual de 220,2%, debido principalmente a las mayores ventas de productos primarios. El 73,7% de los despachos se concentró en porotos de soja, excluidos los que son para siembra. Con China no se registraba superávit desde mayo de 2020.
Los especialistas recomiendan aumentar el valor agregado de las exportaciones a ese destino, que requiere de la Argentina mayormente commodities. “China es un duro negociador en temas de comercio. No es una economía abierta, es muy difícil”, afirma Nofal.
5. La logística, la Hidrovía y el Puerto Buenos Aires
Para Landa, “la competitividad logística es básica en la Argentina para el establecimiento y la continuidad de los negocios”. Mientras que la mayoría de las commodities salen por la Hidrovía, el 80% de los contenedores que tienen productos con valor agregado se mueven a través del complejo Buenos Aires –Dock Sud y de su interacción con la vía navegable troncal.
Aquí hay un gran desafío o peligro, describe Landa, que es “la trayectoria del Puerto Buenos Aires hacia su transformación como puerto feeder”. Eso significa que, por la falta de un calado adecuado, los barcos más grandes podrían dejar de llegar a la Argentina, por lo que habría que llevar los containers a Uruguay o al sur de Brasil en barcos más pequeños. Es un sobrecosto inadmisible para un país que necesita ingresos de manera urgente y que tiene salida al mar.
Landa recuerda el estudio de 2017 de Hoffman-Fugazza (Unctad, de Naciones Unidas) donde expresaban que cualquier transbordo adicional está asociado con un 40% de caída en las exportaciones bilaterales. Una posible solución es hacer una extensión del Puerto de Buenos Aires a Punta Piedras, que tiene una salida al océano profundo más corta.
En cuanto a la Hidrovía, muchos actores intervienen en la discusión, quizás demasiados, pero la realidad es que todavía no está presentados los pliegos de una licitación internacional para el dragado y balizamiento, un proceso que ya debería estar en marcha.
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