Las buenas intenciones no garantizan buenos resultados, pero son un buen inicio
Había una vez un hombre de 58 años con exceso de peso, muchos desajustes en su salud e indicadores de colesterol preocupantes. Un día, como era de esperar, sufrió un ataque cardiorrespiratorio. Su familia reaccionó rápidamente; lo trasladaron al hospital en dos minutos y un médico logró sacarlo de esa situación. El paciente sobrevivió y la familia festejó. Hasta que el médico les dijo: “Dejen de festejar, porque a partir de ahora viene el verdadero desafío. Si el paciente no mejora sus indicadores de salud, no resistirá otro paro cardíaco”. El hombre de 58 años tendrá que ser un nuevo hombre. Tendrá que cuidarse en las comidas, hacer ejercicio, dejar los excesos y, en definitiva, adoptar un estilo de vida más saludable.
Con el placer de saludarlos nuevamente en este espacio, mi intención es claramente asemejar la situación del paciente con la de nuestro país.
Amigo lector, íbamos claramente hacia un colapso y la sociedad decidió cambiar el rumbo. Pero todos debemos entender lo difícil que será hacer los cambios necesarios, aunque también tenemos que entender que esos cambios eran y son inevitables.
Ya todos sabemos que con el voto la mayoría de los argentinos decidimos ir hacia una unificación cambiaria de forma rápida, asumiendo los riesgos de una mayor suba de precios, buscando un ordenamiento fiscal y monetario y, a la vez, cortando privilegios y no derechos, como dice mi amigo Lito. Que bueno esto, ¿no es cierto? Cortar los privilegios de los que viven del sistema, respetando los derechos de los expulsados por ese sistema. También decidimos, por suerte, cambiar de socios externos, acordar con democracias y dejar de coquetear con países que no respetan las libertades individuales ni la propiedad privada.
Volvamos a repasar algunos conceptos básicos de la economía que se debaten en los foros y que vamos a necesitar para el próximo ciclo.
“En un mercado libre los precios ayudan a asignar eficientemente los recursos; no sirve de nada querer regularlos”
El idioma de los precios. En la facultad de Ciencias Económicas se intenta explicar por qué el agua, una necesidad para la supervivencia, tiene un precio muy bajo en comparación con el de una lapicera de marca. Considerando que la utilidad total del agua es significativamente mayor que la de una lapicera, el precio del agua debería ser más alto. Sin embargo, obtener agua es más fácil que una lapicera. Porque el precio está relacionado con la utilidad marginal, no con la utilidad total. Consideremos el caso de una persona en un desierto con 500 dólares; desesperada, estaría dispuesta a cambiarlos por una sola botella de agua, porque en ese momento la utilidad marginal de esa botella de agua es extremadamente alta: es el valor de su vida.
Exceso de regulación. No sirve de nada querer regular los precios del esfuerzo ajeno. En un mercado libre los precios ayudan a asignar eficientemente unos recursos limitados. Los problemas surgen cuando los burócratas interfieren en el sistema de precios para proteger a algunos por sobre otros. Bajo la excusa de proteger al empleado, se decretó la imposibilidad de rotar al personal. Esto, ¿otorga más inclusión laboral a los que están fuera del sistema? ¿logra modernizar el régimen laboral? ¿es financiable? Los resultados están a la vista: solo protege al que ya está dentro del sistema y excluye aún más a los que necesitan trabajo. Con la excusa de proteger al consumidor se creó la ley de góndolas. Esto, ¿aumenta la oferta de productos a precios más accesibles? Los resultados están a la vista: genera más concentración de marcas, menos competencia, y los consumidores tienen que pagar un precio mayor por los productos (si tienen la suerte de conseguirlos). Los excesos de regulaciones representan un plus que tiene que pagar un sector de la sociedad. Y ese plus lo reciben personas de pocos escrúpulos, bajo el nombre de blue, coima, o comisión por gestión. Es paradójico que se lo llame “equidad” o “redistribución”.
“En cierto punto, más gasto público da lugar a un crecimiento más lento; tenemos el mayor gasto de la historia y el más alto nivel de pobreza”
Las importaciones también generan empleo. Como ejemplo, consideremos un vehículo alemán. Cuando necesita un servicio, no lo llevan a Alemania sino a una concesionaria local, donde trabajan argentinos. El comercio internacional genera empleo en los puertos, en la logística de transportarlos, en patentamiento, en administración. Además, se puede financiar y dar trabajo al área financiera. Cuando se cobran excesivos aranceles, los productos importados son más caros, y a los consumidores les quedarán menos recursos para el resto de sus consumos.
La importancia de las reglas del juego. La economía puede definirse como el estudio de cómo se comportan las personas ante determinadas reglas institucionales. Esto no es más que una manera formal de decir que las reglas de la sociedad afectan la acción humana. El ejemplo clásico que alguna vez leí es comparar Corea del Norte con Corea del Sur. Estos dos países tienen una geografía, una cultura y una lengua similares. Sin embargo, económicamente, los norcoreanos están mucho peor que los surcoreanos. La imagen por satélite de los dos países por la noche demuestra la diferencia: se ven muchas luces en Corea del Sur, pero no en Corea del Norte. Los norcoreanos no odian la electricidad y los surcoreanos no tienen miedo a la oscuridad. Más bien, no hay suministro de electricidad fiable en gran parte de Corea del Norte, por lo que solo los privilegiados políticos y burócratas autoritarios disfrutan de una iluminación constante.
El exceso de gasto público no ayuda a bajar la pobreza. Ya está comprobado que, a partir de cierto punto, un mayor gasto da lugar a un crecimiento más lento al desplazar la actividad del sector privado. Una investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI) demostró que el aumento de la contratación pública, una receta popular para aliviar el desempleo desplaza totalmente el empleo privado y, en consecuencia, reduce el crecimiento económico, al tiempo que incurre en costes fiscales sustanciales para una base impositiva disminuida. Piensen ustedes que tenemos el mayor gasto público de la historia en Argentina, con el mayor nivel de pobreza.
“La base de cualquier decisión económica está en la confianza, en la credibilidad, en las expectativas; es decir, en ninguna variable manejable”
Hay valores intangibles imposibles de medir. La percepción del riesgo asumido es distinta para cada emprendedor; por lo tanto, el valor del beneficio obtenido es percibido de manera distinta por cada uno de ellos. Michael Schumacher nunca pensó que asumía riesgos al practicar deportes al límite, y si los asumía era porque la satisfacción que le producía al hacerlo era superior al costo de sus miedos. Por eso, es ridículo querer controlar la economía como si fuese una ciencia exacta, cuando no lo es. La base de cualquier decisión económica está en la confianza, en la credibilidad, en las expectativas, o sea, en ninguna variable manejable.
En efecto, el gobierno no crea riqueza, solo tiene el poder de estorbar o ayudar a su generación. No es obra suya la creación.
El dinero resulta ser, con mucha frecuencia, la forma más cara de motivar a la gente. La educación no solo es más barata, sino que es también más efectiva. Es la educación la que permite aumentar la probabilidad de alcanzar las metas individuales y colectivas.
Nuestro tiempo, dignidad y libertad representan la moneda de intercambio de nuestras vidas. Son los bienes más escasos, por lo tanto, deberían ser los más valorizados.
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