Las buenas intenciones no aseguran una mayor competencia
Las buenas intenciones no siempre aseguran los mejores resultados. Al menos esa es la lectura que comparten los supermercados y los grandes fabricantes de consumo masivo, históricos rivales que por una vez dejaron de lado sus diferencias, para coincidir en que la flamante ley de góndolas despierta más dudas que certezas.
El proyecto que acaba de aprobar el Senado busca potenciar la competencia en un mercado como el argentino, que se caracteriza, entre otros factores, por los altos niveles de concentración de la oferta en muchas categorías sensibles del consumo masivo. Sin embargo, los problemas que arrastran las góndolas locales no parecen que vayan a solucionarse de un día para el otro por una ley.
La pregunta del millón es si la norma que acaba de sancionar el Senado servirá para desarmar las posiciones dominantes en los rubros más concentrados y, en un mundo ideal, fomentar la competencia y ayudar a que bajen los precios.
La visión que comparten supermercados, proveedores y analistas es que difícilmente se vean resultados positivos, al menos en el corto plazo. Un ejemplo de lo difícil que será llevar el espíritu de la flamante ley a la realidad es la categoría de las cervezas. En la actualidad, dos grandes jugadores (Quilmes y CCU) controlan más de 98% de las ventas. Con la nueva ley, cada una de estas empresas podría cubrir un máximo de 30% de la góndola de cervezas en los supermercados, con lo que quedaría un 40% disponible para otros jugadores y las marcas artesanales.
Frente a este panorama, el escenario más temido por los empresarios (y también por algún funcionario del Ministerio de Producción) es que los supermercados argentinos se terminen asemejando a lo que sucede en Venezuela, con góndolas semivacías porque los terceros jugadores (en este caso, los fabricantes de cervezas artesanales) no están en condiciones de satisfacer la demanda de las grandes cadenas de supermercados.
Otra duda es lo que puede pasar con las marcas propias de los supermercados. El proyecto que acaba de aprobarse habla de fijar un límite del 30% en la exhibición por "grupo empresario", pero sin determinar si el grupo empresario corresponde al fabricante o a la cadena que le compra y lo vende con su marca.
Igualmente, son muy contados los casos de marcas propias con una participación de mercado superior al 30% en su categoría. En este sentido, la cadena que puede tener más problemas es la cadena de minimercados DIA, que viene apostando muy fuerte a los productos de marca propia, con muy buena repercusión en algunos rubros puntuales como las papas de tubo o las cervezas.
Dudas e interpretaciones
En la lista de temas que quedan sujetos a interpretaciones también figura el manejo de los productos importados. En la flamante ley se establece que la exhibición de productos importados será regulada "en función de la capacidad de la industria nacional de satisfacer la demanda de productos". Es decir, puede pasar cualquier cosa y la última palabra la tendrá una autoridad de aplicación por ahora no determinada, que será designada por el Poder Ejecutivo.
Otra de las dudas acerca de los alcances que tendrá la ley pasa por los canales que se verán afectados. La norma solo se aplicará para una docena de cadenas de supermercados, que juntas controlan cerca del 30% de las ventas de alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza.
Por fuera de su alcance quedarán el 70% de las compras que los consumidores argentinos siguen haciendo en autoservicios, almacenes y negocios de barrio y para los cuales la flamante ley de góndolas no implicará ningún cambio .