Las bestias y sus cultores
Esa tarde, el Gurú de la cortada de la calle Estomba salía del cine. Estaba de estreno. "Vengo de ver El libro de la selva ?dijo con cara de tierno abuelito?. Son todos animales que hablan, educados y tiernos. Como la mayoría de los empleados de una empresa. Éstos son los que miran azorados cuando se encuentran con una bestia."
La analogía animal sirve para ilustrar uno de los problemas con los que se topan muchas veces los empleados de una corporación. Dice Andrés Hatúm, un didáctico profesor PhD de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), que existen las llamadas bestias organizacionales.
Cuenta que así se denominan a aquellas personas que tienen altísima performance, pero que no reparan en el daño que pueden hacerle a la organización. "Son personajes que rompen los valores y los comportamientos", dice.
El problema es que no son pocos los que confunden a las bestias con estrellas organizacionales. "A mi modo de ver, son aquellos que logran y tienen una gran performance, pero al mismo tiempo aplican ciertos valores y comportamientos en las empresas que suelen ser discutibles", relata el profesor.
El problema es que, como dice el refrán, muchas veces la culpa no la tiene el chancho, sino el que le da de comer. Las bestias suelen ser codiciadas por las empresas, ya que el corto plazo tiene mucha más fuerza que el largo. "Las empresas protegen a las bestias porque el sentido de logro puede más que los valores en muchos casos", dice.
Dentro de esta fauna mitológica empresaria hay subespecies. El primero que destaca es la bestia bombero. Muchas veces, las urgencias empresarias consagran los resultados inmediatos por encima de los medios, algo así como principios de Maquiavelo aplicados a los negocios. "Son muy útiles para apagar incendios", describe Hatúm. La capacidad para resolver conflictos sin reparar en métodos ni consecuencias suele ser uno de los activos más valorados. La bestia bombero arrasa en busca de su objetivo.
El problema es cuando pasa el incendio. Las bestias no suelen ser talentosos para reconstruir el campo arrasado. "El tema es que la gente no se banca a las bestias más allá del incendio y quiere líderes más normales", concluye.
Pasada la emergencia, la bestia debe dar un paso al costado y su trabajo tomará dimensión. Pero no todos se van a tiempo. Allí aparecen las bestias perpetuas, llamadas así por la inmovilidad que muestran a la hora de hacer lugar al que viene. Allí es cuando la organización se estresa, palabra que les encanta a los actores del management. Si se mide la tasa de rotación debajo de su organigrama, seguramente habrá valores más altos que la media. Pero si los resultados llegan, la bestia nunca saldrá de aquellos dominios.
El Gurú miró desconfiado. "¿Desde cuándo habla de política en este espacio? No lo leo más", dijo y se fue. Fue imposible explicarle que ninguno de estos ejemplos está inspirado en algún ex presidente.