“Las arbolitos”. Cada vez más mujeres venden dólares en la city mendocina para subsistir
En medio de la crisis económica y sanitaria, hay más ciudadanas que se vuelcan al mercado cambiario paralelo en el microcentro provincial; aseguran que ganas más del doble que en comercios y restaurantes
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MENDOZA.- Un mercado paralelo históricamente dominado por varones. Sin embargo, ahora, la venta y compra del billete verde también tiene cara de mujer. Por estos días, con la incertidumbre económica que reina en todo el país, y frente a la necesidad de subsistencia, son cada vez más las mendocinas (la mayoría jóvenes) que optan por ser parte del negocio del dólar. Hay una simple y lógica ecuación: mientras en un local de indumentaria o gastronomía “arañan” actualmente un sueldo de 25.000 pesos, en este ambiente suelen llegar a juntar más de 60.000 pesos mensuales.
Según pudo observar LA NACION en un recorrido por la city mendocina, las mujeres también comercializan la moneda estadounidense en la vía pública o desde la puerta de un comercio céntrico, con el objetivo de concretar un negocio y llevarse más pesos a casa.
“Dólar, dólar, cambio. ¿Señor, no le interesa?”, pregunta al “paso” y con voz cálida, “La Gringa”, una de las mendocinas en pleno microcentro mendocino. Cada jornada, de más de 8 horas, su labor está en la vereda de las inmediaciones de la tradicional avenida San Martín. Luego, si hay alguien que acepta el ofrecimiento, ingresan a un local donde se vende oro, joyas y alhajas.
Lo mismo pasa en los diversos comercios y algunas galerías clásicas de la zona, donde no solo entran y salen los tradicionales caballeros “arbolitos” sino que aparecen en escena cada vez más mujeres. También hay algunas casas de cambio oficiales, pero la gran mayoría son negocios de otros rubros donde guardan un rinconcito para hacer las transacciones.
“Es un trabajo duro pero entretenido, sobre todo porque podés hacer más plata que en un trabajo convencional en el comercio. Hay mucha necesidad de empleo y mirando el abanico de pocas alternativas, sin dudas esta es una de las mejores opciones que hoy tenemos”, contó la joven.
Por estos días, la actividad está movida; más allá de las limitaciones propias que tienen hoy los bolsillos ciudadanos. Bajo este contexto, ellas también encontraron una oportunidad para tener un mejor pasar. “A mí me encanta comprarme ropa. Y ahora me estoy dando más gustos. La verdad que tengo amigas que trabajan en casas de ropa o en el sector gastronómico y se quejan todo el día porque no les alcanza. También, otras se quedaron sin empleo por el poco movimiento de bares y restaurantes, donde les pagan una miseria”, contó a este diario otra joven que ofrecía dólares en una calle perpendicular a la avenida San Martín. “Somos cada vez más. La verdad es que nos conviene estar en este negocio, más allá de la malaria que hay en todo el país”, sumó otra compañera.
“Hay chicas que la tienen muy clara; son muy astutas para convencer y conquistar clientes, en el buen sentido. Acá no es una cuestión de géneros ni de estereotipos, sino de viveza para hacer las transacciones”, contó Carlos, un conocedor de la “calle cambiaria”, con más de una década en este cuestionado rubro, que tiene siempre altibajos. “Ahora hay un poco más de demanda por el aguinaldo, pero ya no tanto movimiento ‘para hacer puré', porque las cotizaciones entre el solidario y el blue no muestran una brecha interesante. De todas maneras, siempre, el que puede se refugia en el dólar o viene a comprar o vender por necesidad”, completó el hombre.
Sin embargo, no todas las trabajadoras que encontraron una salida en esta actividad están de acuerdo con mostrarse en la vía pública; optan por estar adentro de los locales, siguiendo el negocio. Incluso, algunas tienen miedo a ser descubiertas. “Es mucha exposición y que nos vean puede generar un efecto contrario en los controles y perjudicar nuestra fuente de ingresos”, contó a este diario una de las jóvenes que prefiere no dar ningún dato sobre su identidad.
Los y las cambistas informales están a la orden del día. Justamente, la crisis económica actual y las limitaciones de acceso al billete verde en el mercado formal, con un cupo mensual de 200 dólares, hace que el escenario se abra para estos trabajadores clandestinos. Pero, la gran mayoría de los clientes que se acerca a estas personas lo hace para cubrirse frente a lo que vendrá en materia económica, entendiendo que la moneda estadounidense seguirá su camino ascendente en territorio argentino.
“Se hacen muchas operaciones y de todo tipo para no dejar rastros. Hay quienes hacen transacciones con dinero de dudosa procedencia, y otros buscan pasar sus ahorros en pesos frente a la sombría realidad, mirando hacia adelante. También, el que puede, compra algo lo antes posible para luego esperar saltos y salir a venderlos”, explicó otra joven que transitaba su jornada laboral a la espera de algún interesado, convencida de que su trabajo es hoy la mejor opción para subsistir y darse algún gusto.
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