La zona euro enfrenta los límites de las políticas de estímulo del BCE
Mientras la Reserva Federal de Estados Unidos evalúa cuándo subir las tasas de interés de corto plazo, después de decidir el jueves que no era el momento indicado, el Banco Central Europeo se puede jactar de haber recorrido con éxito un camino muy diferente, que fue trazado por la Fed, al comprar bonos por miles de millones de euros.
Gracias a la versión europea de la flexibilización cuantitativa, el euro ha caído frente a la cotización de hace un año, las tasas de interés de largo plazo son bajas y el crédito bancario se recupera lentamente. Todo esto ofreció un sólido muro de contención contra el contagio de la crisis griega.
La zona euro, sin embargo, se está topando con las limitaciones de la política monetaria y lo que espera lograr, advierten economistas.
Aunque el BCE no tiene un mandato para impulsar el empleo, a diferencia de lo que ocurre con la Fed, su programa de flexibilización cuantitativa no ha surtido mucho efecto en la tasa de desempleo de la zona euro, que no ha descendido de los dos dígitos. La inversión de las empresas, un aspecto crucial para la recuperación, tampoco ha exhibido un gran repunte.
El programa, lanzado en marzo, permite que el BCE compre alrededor de 60.000 millones de euros al mes, la mayoría en bonos gubernamentales.
Mario Draghi, presidente del BCE, indicó hace unos días que el BCE estaba preparado para expandir el programa de flexibilización cuantitativa si su meta de llevar la inflación a la cercanía del 2% estuviera en riesgo. La inflación de la zona euro acumulada en 12 meses llegó a 0,1% en agosto, tras anotar 0,2% en julio. El banco central acaba de cambiar las reglas de la flexibilización cuantitativa para facilitar la compra de bonos e indicó que las operaciones podrían extenderse "más allá" de septiembre de 2016, en caso de ser necesario. Las esperanzas de una expansión de la flexibilización cuantitativa en Europa fueron reforzadas tras la decisión de la Fed de postergar un alza de tasas en EE.UU. ¿Pero ayudaría a estimular la economía europea?
Una ampliación de la flexibilización cuantitativa enviaría una "fuerte señal" de que la política monetaria de la zona euro "va en dirección opuesta" a la de la Fed, dijo Jonathan Loynes, economista de la consultora Capital Economics. "Esperaría un debilitamiento del euro y una presión alcista sobre el crecimiento y la inflación", agregó.
En agosto de 2014, cuando Draghi sugirió que contemplaban un plan de compra de bonos, el euro rondaba los US$1,32. Poco después de que el BCE iniciara la flexibilización cuantitativa en marzo, la divisa se cotizaba a US$1,05 y ahora está en torno a los US$1,12. La caída ha beneficiado a los exportadores, particularmente en Alemania. Los datos más recientes muestran que la expansión de la zona euro superó en el segundo trimestre las previsiones gracias al buen desempeño de las exportaciones.
Los créditos bancarios también han repuntado modestamente. Las cifras del BCE indican que los préstamos otorgados a las empresas y las familias comenzaron a crecer en los últimos meses después de tres años de caídas.
Durante años, el BCE ha intentado reducir las diferencias en los costos de endeudamiento en el sector privado en los 19 países que utilizan el euro. El banco central podría, finalmente, estar lográndolo. La diferencia en los costos de financiación entre Alemania y países como España e Italia se han reducido en el último año.
El BCE, no obstante, no ha podido generar una mayor inflación o aumentar las expectativas de inflación, aunque algunos expertos señalan que no es el momento de preocuparse sobre eso.
Dista de ser claro, sin embargo, si nuevas políticas de estímulo pueden elevar la inversión a los niveles registrados antes de la crisis. Los préstamos a empresas de la zona euro totalizaron 4,31 billones (millones de millones) de euros en julio, una caída de casi 12% frente a los 4,88 billones de enero de 2009. La economía europea, al contrario de la de EE.UU., es muy dependiente del crédito bancario y las empresas no han aprovechado las bajas tasas de interés para endeudarse.
Los líderes europeos reconocen que se necesita aumentar la inversión y para ello crearon un fondo para distribuir 315.000 millones de euros en inversiones en los próximos años.
De todos modos, el mayor problema para Europa es que la falta de confianza empresarial está, en gran parte, fuera del alcance de la política monetaria. Si las empresas contemplan un escenario caracterizado por un descenso de la población en edad productiva y preocupaciones esporádicas sobre la viabilidad a largo plazo de que la zona euro se reactive, el atractivo de Europa como destino de inversión es limitado.
Draghi y sus colegas han advertido en reiteradas ocasiones que Europa no puede depender de la política monetaria para apuntalar el crecimiento de largo plazo. Insisten en que los gobiernos deben realizar reformas estructurales que aumenten las expectativas de crecimiento.
El banco central tampoco es impotente. Puede incrementar las compras de activos de organismos o agencias que invierten en actividades como la infraestructura.
"Si el BCE aumentara en forma drástica la compra de bonos soberanos, el impacto sobre la actividad real sería bastante moderado", señaló Domenico Lombardi, director del programa de economía global del Centro de Innovación de Gobernanza Internacional, un centro de estudios canadiense. "Sin embargo, si el BCE comprara valores de esas agencias, el impacto claramente aumentaría", señaló.
La debilidad de la inflación parece inclinar la balanza hacia más flexibilización cuantitativa, aunque haya un límite a sus efectos y se corra el riesgo de fomentar la formación de burbujas de activos.
"Los riesgos de sentarse y no hacer nada son mayores que los riesgos de proveer un poco más de estímulo", dijo Loynes, de Capital Economics.
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