La zona cero ahora se trasladó a Asia
El mayor riesgo geopolítico de nuestro tiempo no es un conflicto entre Israel e Irán por la proliferación nuclear. Tampoco es el de un desorden crónico en un arco de inestabilidad que ahora se extiende desde el Magreb hasta el Hindu Kush. Ni siquiera es el de una segunda guerra fría entre Rusia y Occidente por Ucrania.
Todos esos son riesgos graves, pero ninguno lo es tanto como el mantenimiento del carácter pacífico del ascenso de China. Por eso resulta preocupante oír a funcionarios y analistas japoneses y chinos comparar la relación bilateral de sus países con la existente entre Gran Bretaña y Alemania en vísperas de la Primera Guerra Mundial.
A medida que China llegue a ser una potencia económica aún mayor, dependerá cada vez más de las rutas marinas para sus importaciones de energía, otros insumos y bienes, lo que entraña la necesidad de desarrollar una marina de alcance oceánico para velar porque su economía no pueda quedar estrangulada por un bloqueo marítimo.
Pero lo que China considera un imperativo defensivo podría ser considerado agresivo y expansionista por sus vecinos y los Estados Unidos, y lo que parece un imperativo defensivo para los Estados Unidos y sus aliados asiáticos podría ser considerado por China un agresivo intento de contenerla.
Siempre que ha surgido una nueva gran potencia y ha afrontado a otra ya existente, el resultado ha sido un conflicto militar. Claro, no hay leyes de hierro de la historia: China y sus interlocutores no están condenados a repetir el pasado. El comercio y la diplomacia pueden desactivar las tensiones, pero ¿lo harán?
Las grandes potencias de Europa se cansaron por fin de infligirse matanzas unas a otras. Los países europeos, al afrontar una amenaza común del bloque soviético y con la incitación de los Estados Unidos, crearon instituciones para fomentar la paz y la cooperación. Pero no existen instituciones semejantes en Asia, donde agravios históricos muy antiguos entre China, Japón, Corea, la India y otros países siguen siendo heridas abiertas.
¿Por qué están agravándose esas tensiones entre las grandes potencias asiáticas y por qué ahora? Para empezar, las potencias de Asia han elegido recientemente a dirigentes más nacionalistas que sus predecesores. El primer ministro de Japón, Shinzo Abe; el presidente de China, Xi Jinping; la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-ye, y Narendra Modi, que probablemente será el próximo primer ministro de la India, pertenecen a esa categoría.
En segundo lugar, todos esos dirigentes afrontan ahora problemas enormes por la necesidad de aplicar reformas estructurales para mantener unas tasas de crecimiento satisfactorias frente a las fuerzas económicas mundiales que están trastornando los viejos modelos.
En tercer lugar, muchos aliados de los Estados Unidos en Asia están preguntándose si el reciente "giro" estratégico hacia Asia es creíble. En vista de la débil respuesta de los Estados Unidos a las crisis de Siria, Ucrania y otros puntos calientes geopolíticos, el manto de seguridad americano en Asia parece cada vez más andrajoso.
Por último, a diferencia de lo ocurrido en Europa, en la que Alemania aceptó la culpa por los horrores de la Segunda Guerra Mundial y contribuyó durante decenios a dirigir el empeño de la construcción de la Unión Europea actual, entre los países asiáticos no existe semejante acuerdo histórico. A consecuencia de ello, se han inculcado sentimientos patrioteros a generaciones que están muy alejadas de los horrores de las guerras pasadas, mientras que las instituciones que podrían fomentar la cooperación económica y política siguen en pañales.
Se trata de una combinación de factores letal, que con el tiempo podría provocar un conflicto militar en una región decisiva para la economía mundial. ¿Cómo pueden los Estados Unidos girar hacia Asia de una forma creíble y que no intensifique las impresiones de China de que se intenta contenerla? ¿Cómo puede China crear la legítima capacidad militar defensiva que una gran potencia necesita y merece sin preocupar a sus vecinos y a los Estados Unidos? ¿Y cómo pueden las demás potencias de Asia confiar en que los Estados Unidos apoyarán sus legítimas preocupaciones en materia de seguridad?
Para encontrar soluciones diplomáticas a la multitud de tensiones geopolíticas y geoeconómicas de Asia, será necesaria una enorme prudencia por parte de los dirigentes de esa región y de los Estados Unidos. A falta de instituciones regionales de apoyo, poco hay para garantizar que el deseo de paz y prosperidad prevalezca sobre las condiciones e incentivos que tienden hacia el conflicto y la guerra.
© Project Sindicate 2014
El autor es profesor de Economía?en la Universidad de Nueva York
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