La volatilidad deja en ascuas a los mercados
Las acciones estadounidenses cerraron a tambor batiente una semana repleta de dudas e inestabilidad, pero algunos gestores de dinero advierten que los problemas de fondo siguen latentes.
Europa corre el riesgo de caer en recesión y China parece acusar una desaceleración. Materias primas como el petróleo y el cobre, combustibles de una economía en crecimiento, exhiben los signos de una demanda débil.
Pese al repunte del jueves y el viernes, los contratos a futuro del crudo cerraron a US$82,75 el barril, su cuarto nivel más bajo en lo que va del año. La cotización del cobre, en tanto, quedó apenas 1% por encima de su nivel más bajo del año y acumula un descenso de 35% desde su máximo de 2011.
Bruce McCain, quien ayuda a gestionar más de US$25.000 millones como estratega jefe de inversión en Key Private Bank, se reunió con clientes y les pidió comprar acciones de empresas que han sido castigadas como las de Priceline Group Inc., Walt Disney Co., Nike Inc., Qualcomm Inc., MasterCard Inc. y Google Inc. Añadió que estas acciones deberían recuperar su atractivo antes de fin de año y esta es una oportunidad para comprarlas a precio de liquidación.
La ola de ventas, advirtió no obstante, puede seguir. "Tengo la impresión de que el repunte podría durar algunos días como máximo para después extinguirse y podríamos ver otra caída", dijo.
Los optimistas, desde luego, no están de acuerdo y resaltan que el vuelco del mercado ha sido significativo, que la economía estadounidense es robusta y que la Reserva Federal mantiene una política de estímulo.
Como prueba de que se avecinan tiempos mejores apuntan al dramático vuelco del miércoles, cuando el Promedio Industrial Dow Jones llegó a perder 460 puntos antes de cambiar de rumbo y borrar casi la totalidad de ese desplome.
El Dow Jones subió 263 puntos el viernes para cerrar en 16.380,41 unidades, una caída de apenas 163,69 puntos, es decir 1%, en una semana marcada por las violentas oscilaciones en los precios. El índice está un 5,2% por debajo de su máximo de septiembre. En buenas cuentas, las acciones no han caído tanto. Un declive de 10% es bastante común en el curso de un año, pero la última vez que ocurrió fue en 2011.
Los bonos del Tesoro de Estados Unidos, el refugio predilecto de los inversionistas cuando predomina el temor, reflejan tales preocupaciones.
Cuando están ansiosos, los inversionistas compran deuda del Tesoro, lo que aumenta los precios y disminuye los rendimien-tos. Pese a un ligero vuelco el jueves y el viernes, los precios de los bonos del Tesoro siguen siendo muy altos y los rendimientos siguen siendo sumamente bajos. El retorno del bono de referencia a 10 años ascendió a 2,198% en la tarde del viernes, su cierre más bajo desde junio de 2013.
Sin embargo, pocos inversionistas han entrado en pánico, por dos motivos.
El primero es que la economía de EE.UU. sigue mostrando señales de fortaleza y el segundo es que la Fed parece decidida a hacer todo lo que esté de su parte para que ello no cambie.
"Nuestra economía no marcha a toda velocidad, pero se está recuperando", dice William Hackney, socio sénior de Atlanta Capital Management, que administra cerca de US$18.300 millones en activos. "Hemos presenciado una corrección des-agradable y leve y creo que probablemente ya pasó o está muy cerca de pasar", asevera.
Su optimismo fue reforzado por las noticias positivas divulgadas durante la semana. El indicador de la Universidad de Michigan del ánimo de los consumidores alcanzó en octubre su mayor nivel en siete años, conforme la mejora del empleo y la caída en los precios de la gasolina compensaron el debilitamiento de las ventas minoristas y del mercado bursátil. A su vez, el inicio de construcciones superó las previsiones en septiembre y las solicitudes de desempleo en el mismo mes tocaron su mí-nimo de 14 años.
Los funcionarios de la Reserva Federal también alzaron la voz para aplacar las dudas del mercado. James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, señaló que el banco central debería considerar una extensión de su programa de compra de bonos al que contempla poner fin este mes. Bullard reconoció estar preocupado por las bajas expectativas de inflación, medidas por los bajos precios que los inversionistas pagan por bonos que los protegen de la inflación.
Una inflación baja sería, en tiempos normales, algo positivo, pero lo que ahora preocupa a los bancos centrales de los países desarrollados no es un brote inflacionario, sino una deflación global y una recesión.
Los inversionistas acogen las políticas de estímulo monetario con los brazos abiertos, porque la mayor parte de estos fondos llegan a los mercados financieros e impulsan los precios de los activos. A los analistas, no obstante, les preocupa que el daño provocado por las últimas caídas demore en repararse.
Robert Sluymer, estratega técnico de RBC Capital Markets, subraya que el impacto es mayor del que sugieren los grandes indicadores. Las acciones de empresas expuestas a la desaceleración global han sido vapuleadas, en especial las de energía. De las 118 energéticas en el índice Russell 2000 de empresas de baja capitalización, tres cuartas partes han caído 30% o más, indica. Puesto que el daño ha sido extendido, "es prematuro concluir que el alza es sostenible", dijo.