La visión de la mayor empresa energética que produce gas en las costas de Tierra del Fuego
La francesa Catherine Remy asumió como CEO de Total Austral en septiembre pasado; la empresa avanza con el proyecto Fénix en la costa afuera de Tierra del Fuego, luego de realizar una inversión de US$700 millones junto con sus socios
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Mientras la Argentina inicia un nuevo mandato presidencial, el sector energético continúa expandiendo sus zonas de producción de gas y petróleo. El ritmo de inversión no se detiene, aunque las empresas coinciden en admitir que podrían haber sido mayores los desembolsos sin controles de cambio y con más certidumbre sobre las reglas de juego. En este contexto, la multinacional TotalEnergies anunció hoy un avance importante en su proyecto gasífero offshore Fénix, que lleva adelante en Tierra del Fuego, tras una inversión de US$700 millones junto con sus socios Wintershall Dea y Pan American Energy (PAE).
La empresa francesa es la segunda mayor productora de gas del país, luego de YPF. Aporta alrededor del 30% del total producido (35 millones de 120 millones de m3/d) por sus operaciones en las cuencas austral y neuquina, donde está Vaca Muerta.
“Estamos en medio de la ejecución de un proyecto que es muy interesante, porque se iniciará la instalación de la plataforma de producción que se apoya en el fondo del mar. La plataforma pesa 4800 toneladas y se construyó en Italia, luego de que hiciéramos una licitación a nivel mundial. Al ser un proyecto costa afuera en Tierra del Fuego, los mayores desafíos son los logísticos por las condiciones del tiempo que son muy complicadas, por las olas y el viento. Por eso, se necesita mirar bien la ventana meteorológica para hacer la instalación”, dijo Catherine Remy, CEO de Total Austral, la filial local del TotalEnergies.
El proyecto permitirá inyectar 10 millones de m3/d al sistema argentino para abastecer la demanda interna y sustituir importaciones. “Cuando esté completa la instalación, a partir de marzo vamos a perforar los pozos y la primera molécula de gas aparecerá en noviembre de 2024″, dijo la ejecutiva francesa, en una entrevista con LA NACION.
–¿De cuánta profundidad estamos hablando?
–Es lo que se llama offshore convencional, estamos en unos 70 metros de agua. En Tierra del Fuego tenemos además otro desafío, que es la diferencia de profundidad entre la marea alta y baja, que es muy grande.
–¿Hace cuánto Total Austral produce de manera offshore (costa afuera) en la Argentina?
–La empresa está en el país desde 1978, hace 45 años. Estuvimos alrededor de 10 años explorando y la primera producción comenzó en 1989. Estamos hace mucho tiempo, así que sabemos lo que es operar en tiempos difíciles, ya hemos pasado por varias crisis en el pasado.
–Hubo licitaciones offshore más al norte del mar argentino, cerca de la costa de Mar del Plata. Sin embargo, a diferencia de las del sur, los proyectos generaron mucho ruido en la sociedad. ¿Por qué si la Argentina produce offshore hace años, ahora se generó más rechazo?
–Pienso que tenemos que compartir más con la sociedad para explicar lo que hacemos. Cuanto menos se explica, más la gente imagina cosas. Para ser bien precisa, lo que pasa en el costa afuera son dos cosas. Primero, cuando se busca hidrocarburos, se hace una campaña sísmica para hacer una radiografía del subsuelo y ver si hay algo. Eso molesta el medio ambiente si hay ballenas u otros mamíferos marítimos, porque hace ruido. Entonces hay que prestar atención a cuándo se hace eso; las realizamos cuando no están. La segunda parte es cuando se perforan los pozos y se ponen en producción las plataformas. La huella en el suelo es muy chica y el riesgo es si hay un derrame. Para eso se hacen muchos cálculos, por eso duran tanto tiempo los estudios de ingeniería. Es para verificar que no haya derrames y, si llegaran a ocurrir, cuáles son los medios para contener los efectos. Nosotros jamás tuvimos un incidente en los años de producción offshore en la Argentina. Yendo directo a la pregunta, hace tres meses estoy en el país, así que no sé con finura lo que piensa la sociedad, pero entiendo que tenemos que explicar más lo que se hace. Por ejemplo, cuando se habla de biodiversidad, la mayor presión es la huella que se hace en el suelo y es una huella muy chiquita.
–¿En qué otros países operan offshore?
–Estamos presentes en 120 países y las grandes cuencas costa afuera donde operamos están en Brasil, Surinam, en el Golfo de México, en África del oeste y en el delta de Nigeria. En Asia hay también cuencas muy grandes de gas, más que todo en Australia.
–En las empresas hay mucho entusiasmo con las licitaciones que se hicieron cerca de Mar del Plata. ¿Por qué puede haber ahí un potencial desarrollo offshore?
–Nosotros encontramos en Namibia [en África] un yacimiento offshore muy grande y ahora todos los geólogos del mundo se preguntan si no habrá las mismas reservas del otro lado del océano Atlántico [por cómo estaba el mundo compuesto hasta 300 millones de años]. Por eso se mira si no hay algo similar costa afuera en la Argentina o Uruguay. Pero son apuestas, hay que ver.
–¿Se puede desarrollar con todo su potencial la industria argentina, teniendo en cuenta los controles de cambio, el congelamiento de tarifas, los cambios de reglas de juego?
–Eso se puede desarrollar. Hay que tener un clima de confianza. Eso es muy importante. El desarrollo de los hidrocarburos es una actividad que es muy intensa en cuanto a aporte de capital. Con Fénix ponemos US$700 millones sobre la mesa, no es poca cosa. Y con eso se necesita una estabilidad. Una empresa privada está acá para manejar los riesgos operativos, de subsuelo y de ejecución de proyectos. Pero riesgos de acuerdos que no se respetan no sabemos bien cómo manejar. Este tema de confianza es clave para la inversión.
–¿Cómo hicieron ustedes todos estos años para seguir operando en la Argentina?
–Hubo tiempos difíciles. Seguimos porque vemos que hay potencial en el país. Hay un potencial muy grande y no solamente en la cuenca neuquina| [donde está Vaca Muerta], que obviamente miramos mucho y también costa afuera, en Tierra del Fuego. Pero además, en la Argentina tenemos 1100 empleados. A muchos de ellos los enviamos afuera, a otros países, porque somos una empresa multinacional, entonces pueden trabajar acá, en Francia, en Congo, Gran Bretaña. Lo cuento porque más allá de los recursos que hay en la Argentina, hay también súper buenos ingenieros.
–¿La Argentina podría ocupar un protagonismo mayor si hubiese habido más estabilidad económica?
–Sí, podría ser más importante. También hay que ser muy objetivo en cuanto a cómo es la competencia en una empresa multinacional. Hay un portafolio de activos y se decide cuánto invertir en cada país; compiten entre ellos: Nigeria con Angola, con Namibia, con Escocia, con la Argentina, todo el mundo compite.
–Usted tiene que ir a la casa matriz a buscar inversiones....
–Yo hago el marketing de la Argentina.
–¿Y cómo vende la Argentina? El cambio de gobierno, por ejemplo, ¿cómo impactó?
–Estamos a la expectativa. Miramos todos los anuncios que salen. Más todavía que estamos en el medio de la ejecución de Fénix y entonces cualquier anuncio que tiene un impacto sobre la inversión, la miramos. Nosotros vemos que estas medidas son muy pragmáticas. Son medidas fuertes, que todos los economistas acuerdan de decir que había que tomarlas. Es un ajuste fuerte. También hay que ver qué lugar van a darle a la industria y al sector privado. Una de las cosas buenas que se anunciaron, y lo digo como empresa industrial, es que vamos a poder pagar a nuestros proveedores del exterior a 30 días. Eso parece una tontería, pero estábamos con complejidad de acceso a divisas para pagar a los proveedores que tenemos afuera. Tenemos muchos proveedores en la Argentina, hay muy buenos proveedores, pero cuando no están, hay que ir afuera, y si no logras pagarles, eso asfixia un poco la industria.
–¿Eso les complicó los tiempos para llevar adelante el proyecto Fénix?
–La buena noticia es que no nos complicó, pero por encima de los desafíos técnicos hubo desafíos financieros, claramente.
–¿Control de cambios es una de las mayores complicaciones que tiene una empresa multinacional cuando invierte en la Argentina?
–No solamente eso, sino también que la empresa necesita respirar. Cuando se invierte, se diseña un proyecto que tenga un impacto positivo para el país y para la empresa. Detrás están nuestros accionistas. Esta inversión tiene que generar un valor que se comparte con los accionistas. La posibilidad de generar dividendos es muy clave para una empresa internacional.
–Con las tarifas congeladas, ¿el Estado y las distribuidoras de gas se atrasaron con los pagos por su producción?
–No tengo las cifras últimas, pero no pienso que haya mucho atraso.
–¿Cómo hacen para mantener los ingresos, cuando ustedes tienen costos dolarizados y sus ingresos en pesos se demoran?
–Es bastante complicado. Lo más complicado es la caja. Porque si no giras dividendos, tenés una caja. ¿Qué haces con tu caja cuando devalúan? Es complicado eso. En otras filiales del mundo, está el personal de la parte técnica de la empresa, hay una pequeña parte financiera y una pequeña parte de recursos humanos. En la Argentina, la parte financiera es grande.
–¿Puede la Argentina tener una planta para exportar gas natural licuado (GNL)?
–No lo vemos por ahora. La planta de GNL es muy cara, se necesitan barcos. Puede ser, pero no es para mañana. En cuanto a infraestructura, hay cosas que se pueden hacer, se puede exportar vía el norte. Nosotros creamos más en eso, que es más de corto plazo y así se puede terminar con el cuello de botella de transporte de Neuquén. Ahí hay un potencial enorme y sería un ingreso de divisas para el país. Es más simple y menos tecnológico, es una opción low hanging fruits [expresión inglesa que dice que la fruta del árbol que está más baja es más fácil de conseguir].
–Para eso sería necesario el segundo tramo del gasoducto Néstor Kirchner y la reversión del norte, para cambiar el sentido del flujo de gas.
–Exactamente: el segundo tramo del Néstor Kirchner o por otra ruta, pero la idea es exportar hacia el norte. Nosotros creemos mucho en eso. Podemos exportarle a Brasil vía Bolivia. Con Chile ya están los tramos del gasoducto. Hay bastante potencial.
–¿En petróleo la idea es no ingresar? ¿O por ahí no se descarta en algún momento?
–Por el momento, no. Estamos más en el gas, que representa el 90% de nuestros ingresos en el país.
–¿Están viendo de invertir en más proyectos renovables?
–Sí, lo miramos también, porque nosotros tenemos dos ejes. Primero, tomamos el compromiso de ser net zero [de emisiones] para 2050. Para eso diversificamos el mix energético. Vamos a seguir con los hidrocarburos, porque hace falta. De hecho, en todos los escenarios de la Agencia Internacional de la Energía, hasta en 2050, hay todavía producción de petróleo y gas. El segundo eje lo llamamos el integrated power, que es el de generar electricidad. En renovable hay un montón por hacer en la Argentina, porque hay mucho sol y viento.
–¿Cómo ven los proyectos de hidrógeno en el futuro?
–Lo hemos mirado de cerca y no sabemos todavía. Es un signo de pregunta el tema de hidrógeno. En realidad no sabemos si va a ser un nuevo eje o no. Estamos buscando y de hecho hemos hecho una licitación para ver quién nos puede proveer 50.000 toneladas de hidrógeno a nivel mundial. El hidrógeno es un tema también para la industria, porque se necesita para la actividad de refinería.
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