La venganza de Wall Street ya está en marcha
En Wall Street, 2010 fue el año de "ira contra Obama", ya que los magnates financieros se enfurecieron por la sugerencia del Presidente de que algunos banqueros habían ayudado a provocar la crisis financiera. También estaban enojados por la reforma de la ley Dodd-Frank, que puso algunos límites a sus tejes y manejes.
Resulta que los "amos del Universo" son unos llorones. Pero son llorones con mucha plata, y ahora se compraron un Congreso.
Antes de entrar en detalles, algo sobre la cambiante política de las altas finanzas: La mayoría de los grupos de interés tienen lealtades políticas estables. Por ejemplo, la industria del carbón siempre da el grueso de sus aportes políticos a los republicanos, mientras que los sindicatos de docentes hacen lo mismo con los demócratas. Uno podría esperar que Wall Street apoye a los republicanos, siempre dispuestos a bajar los impuestos a los ricos. Pero el sector de los activos y la inversión históricamente ha repartido su apoyo más o menos por partes iguales entre los dos partidos.
Todo eso cambió en 2010. Wall Street respaldó de manera abrumadora a Mitt Romney en 2012 e invirtió fuertemente en los republicanos una vez más, este año. Y el primer resultado de esa inversión ya se concretó. La semana pasada, el Congreso aprobó una ley para mantener la financiación del gobierno hasta entrado el año 2015, e incluyó la eliminación de una cláusula de la reforma financiera de 2010.
En sí misma, esta anulación es significativa, pero no un golpe mortal a la reforma. Y es totalmente indefendible. La mayoría entrante del Congreso ha revelado sus objetivos y se trata de premiar a quienes actúan mal.
Respecto de la cláusula, una de las metas de la reforma financiera era evitar que los bancos corrieran grandes riesgos con el dinero de los depositantes. ¿Por qué? Bueno, los depósitos bancarios están asegurados contra pérdidas y esto crea un problema conocido de "riesgo moral". Si los bancos tienen libertad para apostar, pueden jugar a que si sale cara ganamos y si sale cruz pierde el contribuyente. Eso es lo que sucedió luego de que las instituciones de ahorro y préstamo fueran desreguladas en la década de 1980.
La ley Dodd-Frank intentó limitar este tipo de riesgo moral de varias maneras, incluyendo una regla que impide a las instituciones aseguradas operar con activos exóticos. Y esa es la regla que acaba de ser anulada.
Esto no es la muerte de la reforma financiera. De hecho, la regulación de los bancos asegurados es un aspecto secundario, dado que la crisis de 2008 fue provocada principalmente por instituciones no aseguradas, como Lehman Brothers y AIG. Las partes realmente importantes de la reforma involucran la protección a los consumidores y la mayor capacidad de los reguladores, tanto de controlar las acciones de instituciones financieras "importantes para el sistema", como de ponerlas bajo tutela del Estado en tiempos de crisis.
Pero lo que hizo el Congreso sigue siendo indignante y ambos bandos ideológicos debieran considerarlo así. A fin de cuentas, aunque usted, desafiando las lecciones de la historia, crea que se puede confiar en que las instituciones financieras se autocontrolen, y crea la grotescamente falsa idea de que los liberales provocaron la crisis presionando a los bancos para que presten a la gente pobre, usted debería estar en contra de permitir que Wall Street juegue con fondos garantizados por el Estado.
Lo que acaba de aprobarse no tiene que ver con la economía de libre mercado. Es capitalismo de connivencia, basado en el tráfico de influencias. Y tal como era de esperarse, Citigroup escribió los términos de la desregulación que fueron insertados en la ley de financiación del gobierno.
Repito: en sí misma la acción de la semana pasada no fue decisiva. Pero, claramente, fue la primera escaramuza en una guerra por anular gran parte de la reforma financiera. Y si quiere saber de qué lado se ubica cada uno en la guerra por delante, siga el rastro del dinero.
Es cierto que en estos últimos días la mayoría de los titulares políticos tuvieron que ver con la división de los demócratas y con la senadora Elizabeth Warren, reclamando el rechazo de una ley de presupuesto que la Casa Blanca quería que se aprobara.
Pero esto fue una división principalmente por cuestiones tácticas, con pocos demócratas convencidos realmente de que eliminar la ley Dodd-Frank sea una buena idea para llevar a la práctica.
Mientras tanto, es difícil encontrar republicanos que expresen mayores reservas respecto de la anulación de la reforma. A veces se oye decir que el Tea Party está tan en contra de rescatar a los banqueros como de ayudar a los pobres, pero no hay señal de esta supuesta hostilidad.
La gente que puso a la economía de rodillas está buscando la oportunidad de volver a hacerlo. Y tiene aliados poderosos para hacer realidad el sueño de Wall Street.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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